El Pais (Uruguay)

Una noche de varios clásicos, conmoción y amor renovado

- MANUELLA SAMPAIO

LEl reloj marcaba las 21:15 cuando las luces se apagaron. En medio del foco de luz rojizo, arriba de una especie de altar montado en el escenario se vio su contorno, lo suficiente para que el Antel Arena, donde no quedaba un solo lugar vacío, retumbara con los gritos del público.

Segundos después la banda empezó a tocar, guitarra y batería se lucieron, mientras la figura detrás del micrófono fue quedando cada vez más nítida; luego, la voz de Alejandro Sanz, a quien todos fueron a prestigiar, empezó a entonar: “Eres tanta gente que dime/ ¿Con quién hablo ahora?/ ¿No ves que no sois iguales?/ Eres la de ‘quédate conmigo’”, llevando a las más de 7.000 personas presentes al delirio.

Llanto y sonrisas se mezclaron en las sillas, en una platea conformada en su mayoría por mujeres. Muchas llevaron las manos al corazón y cantaron con fuerza de principio a fin. El tema finalizó con declaracio­nes apasionada­s

“Los quiero. Hasta siempre Montevideo”, declaró Alejandro Sanz antes de cantar “Corazón Partío”.

del público y un osito de peluche que voló en dirección al escenario. Para la canción siguiente, “Lo que fui es lo que soy”, el oso ya se encontraba arriba del piano, donde reposó durante todo el concierto junto a una bandera de Uruguay, que también sería arrojada por los fanáticos a mitad del concierto.

A continuaci­ón el artista cantó “Deja que te bese”, donde cedió las mejores partes al público, que coreó los estribillo­s con entusiasmo. Luego, hizo un medley con “El alma al aire”, “Regálame la silla donde te esperé” y “Hoy llueve, hoy duele”.

Con una banda talentosa conformada por diez músicos, se destacó la impresiona­nte performanc­e de la baterista Helen de la Rosa que, con la camiseta número 15 de Fede Valverde colgada en el instrument­o, cerró “Mi Marciana” con un sólo que por algunos segundos acaparó toda la atención. Del equipo mixto compuesto por cinco mujeres y cinco hombres también se destacaron Glenda del Monte en los coros, piano y teclado (se lució en la “Labana”), y Brigitte Sosa en el contrabajo.

De traje gris y zapatillas blancas, de a ratos Sanz se sacó los lentes, hizo guiños, mandó besos y hasta tiró unos pasos llevando al público al delirio. Hizo pausas donde la banda tomó la batuta y le dedicó unas palabras al público.

Ya pasada más de una hora de concierto, agrupó en versiones más cortas a “Amiga mía”, “He sido tan feliz contigo” y “Hay un universo de pequeñas cosas”— canción que performó con la bandera de Uruguay en manos—. Ensayó una despedida, donde agradeció a la gente y finalizó con la frase “Los quiero mucho, hasta siempre Montevideo”, antes de empezar “Corazón partío”, uno de sus temas más clásicos. En ese momento entregó los versos a un público que no lo defraudó y cantó más alto que nunca.

Terminó con “Lo ves” y salió ovacionado del escenario, hasta que los gritos de “Te queremos Ale, te queremos” y pedidos de “otra” lo hacen retornar para finalizar el concierto con otro enganchado, de esta vez con “Mi soledad y yo”, “Y, ¿si fuera ella?” y “Ese último momento”, que finalizó tocando en el piano. Marcó un punto alto y emotivo de la noche.

LA REVANCHA. Sanz regresó al escenario donde se presentó la última vez que vino a Montevideo, en febrero de 2020, justo antes del covid, para confirmar un momento pleno: colgó el cartel de sold out varias semanas antes del día del show, algo que aún no había pasado en su relación con Uruguay. Es más, este hecho marca un momento de consagraci­ón con el público uruguayo, luego de varios años de búsqueda y* frustracio­nes. En 1995 y 2004, hubo intentos fallidos de que el artista se presentara en Montevideo y en 2007 se canceló el show que haría en el Velódromo por problemas de estructura en el escenario. La cancelació­n fue anunciada horas antes del concierto, dejando a sus fanáticos frustrados y con las ganas de verlo en vivo.

En 2013 tocó en la Rural del Prado, en un concierto que orginalmen­te se iba a hacer en el Estadio Centenario, pero nuevamente por problemas de estructura tuvo que ser re ubicado.

En 2009, en entrevista con El País, el cantante habló al respecto: “La política de mi oficina de management es que no se suspenden conciertos ni aunque caigan pingüinos, es el último recurso. Pero si mi jefe de gira me dice que no se puede tocar, yo no lo pongo en duda ni un segundo”, señaló.

Quizás todos estos contratiem­pos y desencuent­ros con el público uruguayo fueron los que hicieron con que este encuentro fuera lleno de expectativ­as de ambas partes. Horas antes del concierto el cantante dedicó un mensaje de cariño a Uruguay en su twitter, dónde escribió: “Uruguay. Ya voy pa ti. Las giras no saben de lo nuestro. De lo que el corazón anhela. Te amo sin razón, te amo sin pena”.

Finalmente, Sanz hizo justicia a esta espera en un espectácul­o con todo lo que se puede esperar de un artista de su talla: voz afinada, carisma, y una charla con su público, ya fuera en las pausas donde expresó su cariño por Uruguay, o en la mirada y los gestos que entregó. Durante una hora y 45 minutos hipnotizó a todos y conmocionó hasta los novios y maridos de sus fanáticas.

El memorable concierto ocurrió en el marco de su gira llamada Sanz

en vivo, con la que ya pasó por Perú, Ecuador, Chile y Argentina; muchas de las fechas con entradas agotadas. En Uruguay, logró renovar el amor de su público, que en una noche fría de otoño salió extasiado del Antel Arena.

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SHOW. Cantante y banda repasaron éxitos de sus más de 30 años de carrera.
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SANZ. Encantó a un público de más de 7.000 personas en el Antel Arena.

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