El Pais (Uruguay)

Enseña a mujeres a transforma­r sus vidas

La maternidad y el tejido le cambiaron su vida; hoy enseña a emprender

- PATRICIA VICENTE

Las historias de tejedoras suelen comenzar con una abuela o una mamá que transmiten conocimien­tos y un amor por el tejido que se procesa desde la infancia. Pero el caso de Carolina Moro, o Nonalina, como se la conoce en el mundo web, es diferente. Su unión con el crochet surgió cuando tenía 26 años y comenzó ese camino con su jefa, cuando un día no tenían trabajo por hacer en la oficina. Fue impensado, casi ocurrió por casualidad, pero ese momento cambió su vida.

Tras esa clase improvisad­a, el crochet quedó en su memoria y a la espera de encontrar un lugar para desarrolla­rse, hasta que Carolina debió guardar reposo por unos días y recordó la aguja y el hilo que estaban por ahí. Los buscó, puso manos a la obra, se apoyó con algún video de Youtube y el tejido cobró fuerza. Pero el impulso verdadero llegaría poco después, cuando quedó embarazada de Felipe, su primer hijo.

“Mi último trabajo en condición de dependenci­a fue en una productora y era bastante complejo. Quería emprender, quería ser dueña de mi tiempo, generar mi propio trabajo. ¡Si yo un día descubrier­a qué puedo hacer para largarme por mi cuenta!”, contó Carolina a El País, al recordar sus pensamient­os de aquellos días.

Y eso vino poco después. Dejó ese trabajo, hizo algunos freelance relacionad­os a su área de conocimien­to, que es la producción audiovisua­l y a los meses llegaron las noticias: en nueve meses su familia se agrandaría. “Embarazada me puse a tejer y me copé. Se volvió una rutina, tejía todos los días y tuve claro de que iba por ahí”, contó.

La llegada de un bebé revolucion­a cualquier hogar y así ocurrió también en este caso. Felipe cumplió un año y en medio de una crisis económica que vivían Carolina y su esposo, se abrió definitiva­mente la puerta. Ella hacía amigurumis —esos muñecos tejidos a crochet que son furor—, los usó para decorar la fiesta del pequeño y fue la primera vez en que expuso sus creaciones. Su familia y sus amigos quedaron impresiona­dos y el comentario general era: “¡Tenés que hacer esto para vender!”.

Con muchos miedos, sin dinero y con escasa confianza en sí misma, se largó. “No tenía ni siquiera Instagram personal, me puse a ver otras cuentas, estudié por las mías, saqué fotos de lo que tenía y empecé a seguir cuentas en las que podían estar mis clientas potenciale­s: embarazada­s, abuelas, doulas… Hice como un estudio de mercado con las herramient­as que tenía a mi alcance y empezó a funcionar”, recordó hoy.

A la semana, Carolina ya tenía sus primeras ventas y una de sus clientas, que vendía ajuares para bebés, le pidió que la proveyera de amigurumis.

“Me generó una demanda y yo producía para ella, pero también vendía en mi cuenta. Claro que no me daba para vivir, pero tenía la cabeza de crecimient­o y con el peso de saber que si yo no podía ‘sacarle dinero’ a esto, iba a tener que dejarlo para buscar un trabajo fijo”, repasó.

“Para mí tenía que tener estas variables: algo que me gustara, que me hiciera feliz, porque ya pasé muchos años haciendo cosas para otros; que me dejara dinero y me permitiera seguir cuidando a mi hijo. Entonces, le metí toda la polenta porque quería que sí funcionara”. Así inició Nonalina.

Hoy en esta plataforma Carolina vende, enseña y ayuda a otras mujeres que, como ella, quieren potenciar su emprendimi­ento y vivir de lo que aman.

El proyecto comenzó con cursos presencial­es, siguió con otros online, sumó venta de lanas, creció la comunidad de tejedoras y desde el año pasado, incluye un programa que tendrá ahora su segunda edición y se titula, justamente: “Hacer lo que amo”.

La propuesta de Carolina es formar, durante 10 semanas, a otras artesanas que quieran consolidar su proyecto y lanzarse con seguridad. El objetivo es reunir a emprendedo­ras que estén en el mismo punto que ella cuando se lanzó: “que quieran vivir de sus creaciones, que estén decididas, sean tejedoras, ceramistas, artistas plásticas o modistas, no importa”.

“Siempre me consideré una empresaria. O una artesana/empresaria. Y hoy en día en casa vivimos de Nonalina. Me encanta mi laburo, me levanto remotivada. Por supuesto, a veces me paso de rosca y tengo que bajar y buscar un cable a tierra, que capaz ya no es el crochet porque convertí mi hobby en mi trabajo, pero es otra cosa”, relata Carolina.

“También me amigué con el dinero, porque siempre pensé que si amabas tu trabajo podías vivir del aire, y no. Entonces esta es una combinació­n alucinante, hago lo que amo y vivo de eso”, concluyó la creadora de Nonalina.

“Hago lo que amo y vivo de eso, es una combinació­n aluciante”, remarcó.

 ?? ?? CLASE GRATIS. El 30 de mayo, Carolina brindará una clase gratuita para las mujeres interesada­s en saber cómo iniciarse en el camino del emprendedu­rismo. Los datos pueden encontrars­e en la cuenta de Instagram @nonalina.uy.
CLASE GRATIS. El 30 de mayo, Carolina brindará una clase gratuita para las mujeres interesada­s en saber cómo iniciarse en el camino del emprendedu­rismo. Los datos pueden encontrars­e en la cuenta de Instagram @nonalina.uy.
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