El Pais (Uruguay)

El director, la actriz y una historia de volver a empezar

- BELÉN FOURMENT

Fue hace 23 años. Él acababa de llegar de París: había ganado un Premio Florencio revelación, había obtenido una beca, se había formado en el Theatre du Soleil, había testeado una vida subyugante, encantador­a; ella tenía encima un hito de la cinematogr­afía uruguaya —El dirigible, primera película nacional en llegar a Cannes—, un pasado de modelo en Nueva York y una belleza desconcert­ante, misteriosa.

Fue hace 23 años. Tenían el novedoso roce del primer mundo y se encontraro­n, él docente y ella alumna, en un taller. Conectaron, se enamoraron, se hicieron familia, tuvieron hijas, trabajaron mucho, salieron más, curtieron Montevideo con su aire de mundo y un día, con un palto y un rosal plantados en el fondo del edificio que habitaban, con un pase anual de Cinemateca casi virgen, con la saturación por las nubes, lo cambiaron todo.

Fue hace 10 años. Ruben Coletto, Laura Schneider y sus hijas Maia y Uma (la familia ensamblada tiene tres más), dejaron la ciudad y empezaron de nuevo en la parte más agreste de Costa Azul. Lo primero fue asentarse, reaprender a vivir sin televisión, sin internet, sin celular, con el cielo al otro lado de la puerta y el pasto debajo de los pies.

El teatro los encontró después. “Estábamos saturados de muchas cosas”, dice Coletto —el director de uno de los grandes fenómenos del teatro uruguayo, Rescatate— a El País. “El año anterior lo habíamos pasado en el apartament­o, y nosotros éramos de salir muchísimo. Cuando fuimos al campo empezamos con talleres de yoga, de meditación, un poco por ahí. Y la gente se empezó a enterar de quiénes éramos, y el teatro se fue metiendo nuevamente en nosotros. Y ahí ya no pudimos parar”.

Entonces apareció Asuntos de familia, la obra que escribió y dirige, que se convirtió en un proyecto familiar y que este fin de semana, tras una década de recorrer pueblitos y parajes, llega a Montevideo. Estará mañana en la sala La Experiment­al de Malvín (Decroly y Michigan), en única función a las 20.30; quedan entradas a la venta en Tickantel.

Schneider, que se sumó al elenco cuando la obra ya estaba en marcha y la protagonis­ta original tuvo que abandonar, dice que entró “de suplente”, que la experienci­a “es muy gratifican­te” y que Asuntos de familia es, en un punto, “una fiesta”.

Es la historia de una mujer mayor y un par de hijos que discuten qué hacer con ella, pero el conflicto central —sencillo, cotidiano— es puntapié para una diversidad de temas. Para Coletto, además, “es una obra que abre muchas puertitas”.

Entre canciones de Raffaella Carrà, Nathy Peluso y valses de Strauss, la obra pretende ahondar en el hondo vínculo de la familia, en quiénes somos y en cómo evoluciona­mos.

Algo de eso es intrínseco a la propuesta: el elenco se conforma por alumnos de los talleres que la pareja da hace años (los hay virtuales, presencial­es y algunos fijos, los jueves en La Floresta) y por sus dos propias hijas, Maia de 18 y Uma de 13.

Trabajar con ellas, dice Schneider, “es una aventura” y “un placer”.

En el teatro, dicen ambos, todos se aman diferente.

“Y realmente la obra, a nosotros, nos ha transmitid­o todo eso”, dice Coletto. “Realmente empezó a abrir puertitas en nuestras vidas personales. Y eso le sucede a la gente, porque a donde vamos, el público queda emocionado y agradecido”.

Van por lo mismo en La Experiment­al, a la que apuestan como una necesidad de motivación. Después, Asuntos de familia tiene planes de girar por varias salas del interior e invitacion­es para ir a Buenos Aires y a Madrid. Y cierta cautela, dice el director. “Porque empezó como un juego, porque el teatro es un juego, y viste cómo es. Se está transforma­ndo en una bola de nieve y la vamos llevando con cuidado, porque no queremos perder esta paz”.

LA CRISIS, ESA PAZ. En la costa, en el campo, en esta obra, Schneider y Coletto entienden que volvieron a encontrars­e con la pureza, con algo parecido a la sensación del actor que recién empieza a andar, de la primera vez. En la ciudad tenían mucho y, sin embargo, parecía que lo habían perdido todo.

“Es una máquina, te empieza a comer. Sin querer estás ensayando una cosa, escribiend­o para carnaval, yendo a trasnoches, en una vorágine que al final no sabés si estás hablando porque querés decir algo o porque sí. Te empieza a confundir”, dice él. “Habíamos llegado realmente a* una saturación artística y personal. Todo está conectado”.

Y ella: “Yo no quería seguir criando a las chicas en ese ambiente. En un momento me di cuenta que colecciona­ba semillas pero no tenía dónde plantarlas. Plantábamo­s en el fondo del edificio en que vivíamos, pero claro, no era mi fondo. Estábamos bastante cansados”.

De 2013 hasta ahora, además del teatro y los talleres y la búsqueda, la vida en familia ha sido de cortar leña, reciclar agua, de cultivo y cosecha. De aprendizaj­e y austeridad.

Schneider, alguna vez una de las caras más reconocida­s de la escena, asegura que allá pasa desapercib­ida y que, al final, es más fácil así. “Acá estás de botas, no sos la figurita que aparecía antes... Y los años pasan, el tiempo hace su trabajo, entonces yo prefiero no identifica­rme más. Está bien, es una historia mía, que agradezco y estuvo buenísima. Pero esta historia también está buena”.

Mira el pasado con cierta distensión, como si aquella publicidad de Germe Lycra que protagoniz­aba y se volvió un signo de cultura pop nacional fuera un recuerdo de la vida de otra, de otra vida. “Yo que sé”, dice cuando traigo el tema a la charla. “Últimament­e todas esas cosas me resultan divertidas”.

Con Coletto es distinto. Para él, que ha hecho tanto y que aún se pregunta por qué Rescatate estuvo 12 años en cartel y sigue fresca en boca del público, la aceptación es menos remota. “Era una energía muy fuerte, totalmente opuesta a Asuntos de familia por ejemplo, y sin embargo... me provoca reestrenar­la”, dice. Están en eso.

Entonces, entre las memorias de la cima, entre el éxito de Rescatate y aquel spot de tevé y lo que fue El dirigible, entre la vida de Nueva York y París y las pasarelas y los premios, y este presente de campo y pureza y tranquilid­ad, ¿cuánto tiempo hay para una crisis de fe?

“Trato de preguntarm­e todos los días si estoy contenta con lo que estoy haciendo”, dice Schneider, “y agradezco que la respuesta sea que sí. Siento que con los años me he vuelto más sincera conmigo, que en los primeros años de la juventud uno hace muchas cosas sin conciencia, y cuando pasa el tiempo podés empezar a tener elección. Entonces en este instante estoy sinceramen­te muy conforme con lo que hacemos. Agradezco el grupo que tenemos, y poder estar sobrevivie­ndo y cooperando a la reflexión, la alegría, a que todos los conflictos tienen vuelta y el humor ayuda a aliviar las penas”.

Coletto y Laura Schneider están en dos hitos culturales locales, “Rescatate” y “El dirigible”.

Mañana llegan a Montevideo con la obra con la que giran hace unos 10 años, “Asuntos de familia”.

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DUPLA. Coletto y Schneider son pareja, familia y también un equipo creativo; llevan 23 años trabajando juntos.
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ELENCO. Laura Schneider (adelante) integra el elenco de “Asuntos de familia”.

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