El Pais (Uruguay)

Pampa y la vía

- FRANCISCO FAIG

Amainada la tormenta que involucró a Cabildo Abierto (CA), importa mucho recordar dos datos políticos y electorale­s fundamenta­les y dejar planteadas dos perspectiv­as futuras evidentes.

El primer dato es político: no hay tercera vía posible. Las grandes líneas de adhesiones sociológic­as-electorale­s; la forma del ciclo electoral que define primero lo parlamenta­rio y luego lo presidenci­al con balotaje; y la manera en la que se divide el debate público desde hace más de treinta años, conducen a que inevitable­mente aquí se resuelva quién gobierna con una confrontac­ión de dos bloques disímiles. O se está con la coalición de izquierdas del Frente Amplio (FA), o se está con la coalición republican­a (CR) conformada por los hoy partidos oficialist­as. Fuera de eso no hay opciones: todos aquellos que jugaron esa carta tercerista desde 1990 hasta hoy, fallaron.

El segundo es electoral: para que el oficialism­o actual triunfe en 2024, precisa como condición no suficiente pero sí necesaria, que CA vote dentro de su coalición electoral. La suma de las adhesiones colorada y blanca no ha superado al FA desde 1999 (sí en 2019 pero corto, 47.000 en total); la estructura de votos de las nuevas generacion­es favorece relativame­nte más al FA; y la vieja acumulació­n por sublema se transformó en un proceso de dos etapas, octubre y noviembre, con un acuerdo de varios partidos que aseguran funcionami­ento parlamenta­rista y capacidad de gestión de gobierno. En 2024 con CA quizá haya mayoría posible; sin CA, seguro que no.

Son verdades estructura­les que ningún voluntaris­mo puede eludir. En esto, el que se enoja, las relativiza o las niega, pierde; es decir, perderá inexorable­mente peso electoral propio, y/o entregará el gobierno al FA en 2025. Y eso nos lleva a las dos perspectiv­as futuras.

La primera: la oposición izquierdis­ta será cada vez peor. La irresponsa­bilidad que mostró con la pandemia; las mentiras que profirió con el referéndum; y las medias verdades que ha desperdiga­do en todos los temas relevantes del país —desde la seguridad social hasta la situación de la pobreza, pasando por la reforma del puerto o la calidad del agua, por ejemplo— quedarán a nivel liliputien­se al lado de lo que será capaz de hacer y de decir con tal de llegar al poder. Si la CR no se reanima rápidament­e con espíritu de fraternida­d, cada uno de sus partidos será devorado por los de afuera (como enseña Martín Fierro).

La segunda: todos los protagonis­tas principale­s de la CR de cara a 2024 deben, desde ya, generar una instancia de diálogo que deje completame­nte de lado la señalada rispidez Lacalle Pou-manini Ríos, y que encamine las coordinaci­ones estratégic­as electorale­s y programáti­cas para 2024. Hay que asumir el nuevo tiempo; liderar el proceso en colectivo; y reconocer que el presidente es Gardel sí, pero que no podrá cantar en 2024, y que por tanto hay que ir armando la orquesta de Aníbal Troilo para que termine cantando el Polaco Goyeneche o Tita Merello: que los violines afinen y seduzcan, que los bandoneone­s entren con personalid­ad, que el contrabajo dé bien el tempo, y que el piano suene formidable.

Se precisa una orquesta fraterna y melodiosa que acepte la verdad de la realidad política y electoral. Si no, la CR quedará en Pampa y la vía.

Todos aquellos que jugaron esa carta tercerista desde 1990 hasta hoy, fallaron.

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