DESPLEGAR CUALIDADES NATURALES OLVIDADAS
■ La práctica de la Danza Primal se basa en la reivindicación de movimientos arquetípicos o “primales” que tocan cada parte del cuerpo con posturas, respiraciones, gestos, sonidos, imágenes y ejercicios de interacción específicos, que pueden ser individuales, en parejas o en grupo. Esos movimientos activan y armonizan los chakras (concepto nacido en la tradición hindú que hace referencia a los siete centros energéticos del cuerpo). El tema es milenario, pero cabe resaltar que actualmente la psiconeuroendocrinología estudia cada vez más la relación entre la mente y los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino. La Danza Primal posibilita el despliegue de cualidades naturales que todos los seres humanos tenemos y en muchos casos hemos olvidado, según explica su creador, el psicólogo argentino Daniel Taroppio. En el plano psicológico y físico, ayuda al enraizamiento, al contacto con la realidad, a la capacidad de poner límites. En lo emotivo, es útil para la resolución de bloqueos de la expresividad y trastornos de la sexualidad, la alimentación o el estrés. Por la parte de lo afectivo, permite reconectar con las necesidades naturales del encuentro, la ternura, la comunicación. En el plano mental se estimula la creatividad y la inteligencia. En la dimensión espiritual, las posturas, los gestos, sonidos y movimientos primales nos reconectan con nuestra naturaleza cósmica, nuestro origen universal, permitiendo que tengamos un sentimiento de fluidez con la vida. Así, logramos “recuperar esta Danza Universal de la que siempre somos parte, aunque no lo recordemos”, dice Taroppio.