El Pais (Uruguay)

Un complejo panorama agrícola

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Los rendimient­os de soja son peores a lo esperado. Los productore­s buscan rescatar lo que se puede y obtener financiami­ento para sembrar, que es la única forma de pagar. Por suerte los ejercicios previos fueron buenos y la tierra sigue valiendo.

NICOLÁS LUSSICH /ING. AGRÓNOMO MBA / PERIODISTA

El interés por tierras se mantiene, Uruguay es un buen destino de inversión y la oferta es acotada...

Pasan los días y la foto del escenario agrícola se hace cada vez más nítida y terrible. La cosecha de soja es mínima, está retrasada y lo que se obtiene es de una calidad mediocre, que obliga a realizar tratamient­os de pre limpieza, para reducir malezas prohibidas y mejorar (en lo posible) las condicione­s del producto. Todo eso implica costos agregados que en muchos casos- llevan a la decisión de no cosechar. El cultivo queda allí, muriendo, en un triste final. En la gráfica adjunta actualizam­os la proyección de producción, aún preliminar. Se plantea una proyección de cosecha sojera de 700.000 toneladas, una caída de más de 75% respecto a lo que habría sido razonable esperar con clima normal. Y hay muchos productore­s y técnicos que señalan que la cifra es optimista…

La dimensión de la seca es inaudita, sin antecedent­es. Y como sucede en muchos otros casos, el agro anticipa los problemas que luego se concretan en la ciudad, preocupada ahora por el nivel de salinidad en el agua corriente. En la gráfica adjunta se expone la comparació­n entre el promedio histórico de precipitac­iones y lo que ha sucedido en los últimos meses, tomando la estación meteorológ­ica de Colonia. El déficit es gigantesco: tomando el promedio del período 19902020, entre mayo de 2022 y abril 2023 deberían haber llovido unos 1.147 mm. Pero llovieron solo 407, el 35% de lo normal. Dicho de otra forma, faltaron unos 740 mm en el último año. Y todo indica que mayo también tendrá lluvias inferiores a lo normal.

Es la peor sequía en casi un siglo, según los registros. A lo ya sabido para la agricultur­a, se le suma el impacto que tendrá en la ganadería, porque los pronóstico­s de corto plazo son de lluvias escasas. El Niño (que traería lluvias abundantes) vendría recién en primavera. El invierno pinta más duro de lo habitual.

A VARIAS PUNTAS. En la agricultur­a hay una necesidad imperiosa de mayor financiami­ento y en estas horas los productore­s y sus organizaci­ones procuran obtenerlo. Como es sabido, buena parte del financiami­ento de los cultivos se realiza a través de proveedore­s y las negociacio­nes son intensas: no es sencillo para los proveedore­s de insumos postergar cobros y necesitan el repago de lo consumido para financiar las siguientes siembras. Para encarar esto se está negociando caso a caso, al tiempo que se busca crédito por parte de las comerciali­zadoras de grano, que tendrían más posibilida­d de financiar, tomando compromiso­s sobre las próximas cosechas.

Por su parte, los bancos están trabajando con sus propias capacidade­s y también recurriend­o al Siga agropecuar­io, que garantiza el 70% del préstamo otorgado, que puede ser de hasta US$ 245.000 (1,7 millones de UI). Para acceder hay que tener demostrada capacidad de repago y el plazo puede ir hasta 4 años. Según la última informació­n el BROU ya ha dispuesto garantías por unos 10 millones de dólares para unos 200 créditos. Además ha dispuesto una reducción de medio punto porcentual en la tasa básica, exonerando además la comisión del 0,6%. Esto implica una reducción de algo más de 1% en la tasa del crédito refinancia­do.

El BROU y la banca en general están abiertos a solucionar los problemas, para mantener la actividad. La agricultur­a necesita seguir plantando para repagar lo endeudado. Varios productore­s están planteando tomar el crédito bancario para pagar a los proveedore­s, y extender plazos. Los bancos ven en esto una oportunida­d de retomar presencia en el sector agropecuar­io, ampliando el crédito a productore­s. Algo que ayuda es el buen desempeño de los años previos, de manera que algunos productore­s tienen respaldo propio (caja) para responder ante las dificultad­es de este año. También hay que remarcar que los costos de los cultivos fueron menores: hubo pocos tratamient­os con fungicidas y plaguicida­s porque la propia sequía mermó las poblacione­s de patógenos y plagas. De todos modos, los atenuantes no llevan a descartar la gravedad de la situación.

MERCADOS BAJISTAS. En este contexto el Departamen­to de Agricultur­a de EEUU (USDA por su sigla en inglés) actualizó sus proyeccion­es mensuales de oferta y demanda global de granos, y divulgó las primeras proyeccion­es para la zafra 2023/24. Al respecto estimó una producción de soja y maíz mayor a la esperada, lo que presionó a la baja a los precios de ambos granos en el mercado internacio­nal. El USDA estima que EEUU producirá 123 millones de toneladas de soja, casi 7 millones más que en la zafra anterior. El aumento es casi exclusivam­ente por mejor rinde. Con el maíz sucedió algo similar: más rendimient­o estimado y una producción 40 millones de toneladas superior a la zafra anterior; esto implica un impactante aumento de 11% anual. Siendo el maíz el grano más producido en el mundo, el dato pesó negativame­nte en el mercado.

A estos datos de EEUU se agrega la confirmaci­ón de una gran cosecha brasileña 2022/23 (155 millones de toneladas) y proyeccion­es de una recuperaci­ón de la producción futura en el hemisferio sur 2023/24 (que aún no empezó a plantarse), superada la seca en Argentina y Uruguay. Esto está por verse, pero de confirmars­e aumentaría la relación global stock/consumo (gráfica). En efecto, para Brasil se estima una producción de 130 millones de toneladas de maíz y 163 millones de toneladas de soja en la zafra 2023/24. Veremos.

Estas proyeccion­es de mayor producción (bajistas para los precios) coinciden con dudas acerca de la dinámica de la demanda China, que no parece tan robusta como se pensaba. En cualquier caso, los agronegoci­os siguen planteando un escenario positivo a mediano y largo plazo. Esto se expresa en el mercado de campos.

TIERRAS. La pandemia también tuvo su efecto en el mercado de tierras y muchos negocios que se habrían concretado en 2021 quedaron postergado­s para finalmente cerrarse en 2022. Esto explica -al menos en parte- el aumento de 25% en la superficie transada el año pasado en el mercado de tierras, con un aumento de casi 7% en el precio promedio, que llegó a 3.741 Us$/ha, según cifras de DIEA basadas en datos de la Dirección General de Registros (gráfica). Es el mayor precio desde 2013, medido en dólares.

Pero los dólares de hoy no son los mismos de hace 10 años y, precisamen­te, el debilitami­ento reciente del dólar también puede estar explicando la suba de los valores, como ocurrió en otros mercados inmobiliar­ios. Además, los fideicomis­os de tierras que están financiado­s por las AFAP concretaro­n compras, la banca está dando crédito y la demanda por tierras forestales en el noreste se ha mostrado activa, todo lo cual también motivó un mayor número de transaccio­nes.

El interés por tierras se mantiene, Uruguay es un buen destino de inversión y la oferta es acotada, con poca predisposi­ción a vender, de manera que los precios están firmes. Si bien los datos de DIEA no discrimina­n por tipo de campo, el promedio general es ilustrativ­o de los buenos fundamento­s de los agronegoci­os. Solo falta que llueva.

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Fuente: DIEA-MGAP
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Fuente: INIA / Inumet
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