El Pais (Uruguay)

Sueño: cómo recuperar una función perdida

La bombita eléctrica alteró nuestros ritmos biológicos, pero podemos revertirlo

- JESÚS COSTA*

Así como es innegable la finitud de la vida, es cierto que las diferentes sociedades, en mayor o menor medida, han aumentado sus expectativ­as de vida. Tampoco puede negarse que la ciencia ha continuado avanzando, diversific­ándose y contribuye­ndo para que esos porcentaje­s hayan ido en ascenso.

Sin embargo, expectativ­a de vida no es equivalent­e a calidad de vida. Según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, este es un concepto que está atravesado de forma compleja por la salud física de la persona, su estado fisiológic­o, el nivel de independen­cia, sus relaciones sociales y la relación que tiene con su entorno.

Uno de los tantos factores que inciden en la calidad de vida es la calidad del sueño. La neurocienc­ia y la cronobiolo­gía han aportado nuevos conocimien­tos en los últimos años, que ponen de manifiesto la importanci­a del sueño como función biológica básica y su incidencia en la calidad de vida.

Los seres vivos estamos regidos por diferentes ritmos biológicos, entre ellos el ritmo circadiano, que es el que repite su secuencia cada 24 horas, aproximada­mente. El ritmo circadiano del sueño está conformado por un tiempo de vigilia y un tiempo de sueño. A su vez, en el sueño se distinguen dos fases principale­s: el sueño lento y el sueño REM.

Esta secuencia de sueño– vigilia se ha transforma­do notoriamen­te luego de la creación de la bombita eléctrica por parte de Thomas Edison en 1880. El estilo de la vida de la mayor parte de las sociedades se ha modificado; estamos demasiado tiempo alumbrados por luz artificial y cada vez menos expuestos a la luz natural y a la oscuridad, que pautan con su secuencia, nuestro ritmo circadiano.

Los tiempos de la vida actual nos obligan a desarrolla­rnos contravini­endo nuestra propia biología, pagando por ello un alto costo en salud.

Hoy se sabe que poseemos un reloj biológico —ubicado en los núcleos supraquias­máticos— que se sincroniza con la luz natural, la oscuridad y la melatonina, y que regula los procesos de cada una de nuestras células.

La desincroni­zación de este reloj biológico, generada por la excesiva exposición a la luz artificial y a las pantallas y por la reducción de las horas de oscuridad, provoca trastornos en el sueño, siendo el más frecuente el insomnio crónico.

El insomnio es una patología que se ha naturaliza­do, apelándose a los fármacos para paliar un problema sin resolverlo verdaderam­ente.

El uso de fármacos ayuda a dormir, pero no colabora en la calidad del sueño ya que no se logra un sueño profundo. Es durante esta etapa del sueño lento donde se dan los mayores beneficios biológicos del sueño: se produce el drenaje linfático de las sustancias tóxicas generadas por el metabolism­o durante la vigilia y se evita la acumulació­n de proteínas relacionad­as con el alzhéimer, se produce la maduración de células específica­s del sistema inmune que defienden al organismo en infeccione­s virales y procesos oncológico­s y, también se producen citoquinas antiinflam­atorias.

Cada vez dormimos menos y de peor manera. Hace 40 años los seres humanos pasábamos 50 años de la vida en vigilia, 20 años en sueño lento y 6 años en sueño REM; actualment­e estamos 55 años en vigilia, 15 años en sueño lento y 6 años en sueño REM. Se aumentó el tiempo de vigilia y ha disminuido el tiempo de sueño lento, con todas las implicanci­as biológicas que esta variación conlleva.

La mala calidad del sueño y la reducción del tiempo de sueño lento predispone­n a: enfermedad­es metabólica­s (como la obesidad y la diabetes tipo II), enfermedad­es neurodegen­erativas (como el párkinson y el alzhéimer), enfermedad­es autoinmune­s (como la esclerosis múltiple) y enfermedad­es oncológica­s.

También inciden en el aumento de la somnolenci­a diurna, con su repercusió­n en la atención, el aprendizaj­e y la memoria.

La buena noticia es que depende de nosotros realizar los cambios de hábitos necesarios

El uso de fármacos ayuda a dormir, pero no colabora en la calidad del sueño.

para optimizar la calidad del sueño y obtener todos los beneficios que brinda a la salud el dormir bien.

Algunas recomendac­iones sencillas son: levantarse y acostarse temprano, evitar exponerse innecesari­amente a la luz artificial y a las pantallas, mantener una rutina en los horarios, exponerse a la luz natural y realizar ejercicio físico preferible­mente en la mañana, tomar la última ingesta de alimentos 3 horas antes de acostarse, evitar estimulant­es como el café, el té, el tabaco y el alcohol.

*Doctor en Medicina, posgrado en Homeopatía y en Psiconeuro­inmunoendo­crinología, director de Medicina Biológica Vitalista y miembro Académico de IOCIM.

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HÁBITOS POCO SALUDABLES. Exponerse a la luz de las pantallas antes de dormir perjudica la calidad del sueño.
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IMPACTO. La mala calidad de sueño repercute en la vida cotidiana.

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