La evaluación presidencial
Las evaluaciones de la gestión presidencial son seguidas con atención por todos. En el oficialismo, porque es un termómetro clave de la aceptación ciudadana al gobierno. Y en la oposición, porque dan una idea de si la confrontación llevada adelante está dando buenos resultados en términos electorales y de imagen relativa.
Las evaluaciones de esta presidencia han sido particulares por el contexto de inicio. En efecto, la pandemia vino a distorsionar completamente lo que se sabe es el período de “luna de miel”, es decir, el período inicial de cualquier gobierno que cuenta con una fuerte aceptación de la opinión pública ya que se están estrenando las nuevas políticas prometidas en campaña electoral. Con la pandemia llegada el 13 de marzo, aquí no hubo “luna de miel” posible para Lacalle Pou, sino un abigarrado control de parte de la opinión pública y una fuerte exigencia de calidad acerca de las medidas que se fueron tomando para enfrentar la inesperada crisis sanitaria, social y económica.
El presidente salió de ese período con buena aceptación pública. Visto en perspectiva, alguien que no reconozca particulares virtudes políticas al presidente podría decir que era fácil que así fuera, ya que en definitiva se capeó bien el temporal. Empero, cualquiera que haya visto qué ocurrió en otras partes del mundo sabe que el apoyo a las autoridades que enfrentaron la pandemia no era algo llamado a ser ni automático ni evidente. En Uruguay hubo dos instancias electorales que ratificaron ese apoyo que se percibía en la opinión: primero, las elecciones departamentales de setiembre de 2020, en las que en 16 intendencias ganaron partidos oficialistas; segundo, el resultado de marzo de 2022, con la ratificación en referéndum de los 135 artículos de la ley de urgente consideración.
Ya vueltos a cierta normalidad, las consultas de opinión pública siguieron dando resultados muy positivos para la gestión presidencial. Y hoy en día siguen siendo muy buenos, al punto de que cuando se analiza la comparación con presidentes anteriores, según los resultados de Equipos Consultores, a la misma altura del período de gobierno y desde 1990 no hay un presidente que obtenga mejores resultados de aprobación que Lacalle Pou.
Vale la pena releer la última frase, porque la campaña de desprestigio nacional e internacional que ha procurado llevar adelante parte de la izquierda contra Lacalle Pou en este sentido es muy importante: neoliberal, aliado a militares golpistas, represor de libertades básicas y que ataca en particular a la libertad de expresión, han sido algunas de las denuncias que dentro y fuera de fronteras integrantes de la izquierda política y sus aliados han sostenido contra el oficialismo y en particular contra el presidente.
Sin embargo, lejos de esa acumulación de calificativos ideologizados y completamente alejados de la realidad, la verdad es que la gente valora la gestión actual mejor que lo que lo hacía con la de Vázquez en 2008, Mujica en 2013, y Vázquez de nuevo en 2018. Es decir: este presidente tan denostado por la izquierda, y cuyo gobierno ha sufrido campañas nacionales e internacionales de mentiras infames generadas desde la oposición política, es mejor evaluado por el pueblo uruguayo que los dos referentes izquierdistas que ocuparon la presidencia.
Esos resultados no son casualidad. También tienen su expresión en la valoración
Lejos de esa acumulación de calificativos ideologizados y completamente alejados de la realidad, la verdad es que la gente valora la gestión actual.
internacional que todo el mundo sabe recibe Lacalle Pou y su gobierno: desde los reconocimientos que han sido otorgados a la gestión de Economía, hasta los reportajes que en España o en Argentina han exaltado la gestión presidencial de Uruguay, tanto sobre la crisis de la pandemia como sobre las estrategias para su salida, por ejemplo, se acumulan distinciones que son justas y merecidas, tanto a integrantes del oficialismo como a políticas específicas que son destacadas en el exterior.
Es importante que el oficialismo no se deje estar en esa buena imagen presidencial, y que no crea que con ella basta y sobra para enfrentar el desafío de 2024. Pero más allá del proceso electoral futuro que a todos preocupa, es muy importante que quienes toman el pulso a la sociedad y a la política no dejen que sus análisis y visiones sean distorsionados por una campaña izquierdista que pinta todo de negro y que se encierra en una visión crítica exacerbada que ni siquiera es capaz de aceptar la verdad de los datos duros de la realidad, y que son los siguientes: hasta ahora y desde 1990, la mejor evaluación presidencial de todas ha sido la de Lacalle Pou.