Ni tan “chicos”...
Ricardo Lombardi | Montevideo
Un grupito de jóvenes menores de edad, ni tan chicos ni tan chiquilines, con evidente enseñanza sindical de izquierda, está generando caos en la educación. Están violando las leyes (LUC); cuestionándolas y no respetando la decisión de la mayoría del pueblo. Ocupaciones, piquetes, con discursos enardecedores contra la policía y las autoridades. Se quejan de la violencia en los centros, piden seguridad y están en contra de la policía. Hablan sueltamente de dictadura, represión. Sólo en el imaginario de mentes adiestradas sindicalizadas. ¿Qué quieren? La mayoría lo vemos: caos, revuelta.
Si mañana un grupo de jóvenes comete irregularidades en un instituto, seguro serán desalojados por la policía. ¿Estos jóvenes sindicalistas y sólo por serlo, tienen derecho a cortar calles, pintarlas, ocupar liceos etc.? También serán desalojados. El sindicalismo se atribuye poderes irreales. Muchos conocemos este accionar, esta metodología, conocemos la historia... Ese vocero que tanto le gusta hablar, que hable, pero directo y en privado con las autoridades; que demuestre allí lo que quiere y a ver qué consigue. Prefiere la fama, la revuelta, eso vende, lo otro no. Si esto se agrava, habrá responsables. Padres, madres, autoridades, periodismo.
Vayamos a esas responsabilidades. ¿Los padres permiten que sus hijos estén en ese accionar? Son responsables directos de los menores de edad. Las autoridades y la policía están actuando pacientemente, pero ¿hasta cuándo? Y la prensa... La prensa está dando cámara permanente a este grupito de jóvenes sindicalistas, y no sale a buscar declaraciones de los otros miles de estudiantes. ¿Será porque esos miles no apoyan esto?
Hasta se nota como un apoyo condescendiente al accionar de los jóvenes sindicalistas.
Un periodista de exteriores, en tono cuasi paternal, decía: “Los chiquilines, los chicos...”; mientras, el director del informativo, en tono suave, como conciliador decía: “Si bien el reclamo es justo...” ¿? Eso es apoyo directo. Se está creando un falso relato.
El informativista debe ser imparcial, ni con uno, ni con otro. Son formadores de opinión. Si quieren hacer política, hay lugares para eso. El verdadero profesional da la noticia sin comentarlas. Hay que pensar en las consecuencias...