El Pais (Uruguay)

Indígenas buscan sin descanso a los niños perdidos en la selva

Se reparten las zonas de rastrillaj­e con el Ejército colombiano

- EL TIEMPO (GDA) /

El paradero de los cuatro

■■ niños perdidos en la Amazonía colombiana tras un accidente aéreo sigue siendo un misterio, y ya completa 18 días su incansable búsqueda. El avión se estrelló el 1 de mayo, y el 16 fueron hallados los cuerpos de 3 personas adultas, entre ellos, la madre de los menores. Desde entonces se busca por tierra a los pequeños, en medio de una confusión desatada por el presidente Gustavo Petro, quien informó el miércoles su hallazgo y se desdijo el jueves.

Edwin Paky, uno de los indígenas líderes de búsqueda, habló con el diario colombiano El Tiempo y explicó cómo han sido las largas jornadas de búsqueda y los hallazgos realizados hasta el momento.

“El martes 16 —sobre las tres de la tarde—, nosotros, que estábamos en la búsqueda de la avioneta desde una semana antes, encontramo­s la avioneta y le avisamos enseguida al Ejército, pero demoró la llegada de ellos porque no entendían nuestras coordenada­s, pues nuestra forma de manejarlas son diferentes a las de ellos”, explica Paky.

Al día siguiente, las Fuerzas Militares le informaron al país del hallazgo. Desde ese martes 16 de mayo las labores de búsqueda, compartida­s entre comunidade­s indígenas locales y vinculadas a la familia desapareci­da, son jornadas de nueve horas a sol, sombra y lluvia.

“Desde la mañana que nos levantamos, solo nos bañamos, comemos algún enlatado con fariña y volvemos a la selva a buscar”, agrega Paky.

El Ejército busca al norte y los indígenas al suroeste, más cerca del río Caquetá y en límites un gran parque nacional, el Natural Sierra de Chiribique­te, que es donde está el mayor rastro que habrían dejado los niños. Ese rastro está conformado, indicó Paky, por huellas de pequeños pies descalzos, un chupete, frutas como el juan soco o avichure —típica en la selva colombiana y que está de temporada en la zona—, que ha sido comida por humanos, y hasta un pequeño resguardo construído con hoja de palma y camas de hojas de platanillo.

Pero desde esos hallazgos esta semana, no hubo más, y las huellas son mucho más difíciles de rastrear ahora que se han acercado más al parque Chiribique­te, pues el terreno no permite que estas se formen y sean visibles. “En esta zona del Chiribique­te el suelo es más de gravilla y piedras, entonces ya no hay huellas de nada”, explica Paky.

Edwin Paky aseguró que es muy probable que el niño de once meses ya no esté con vida, porque la alimentaci­ón que tienen es muy reducida y, de hecho, a esa edad en su comunidad un bebé nunca ha comido frutas de la selva.

“A los once meses ese niño solo toma el pecho de la madre y algún pescado muy suave, no comen frutas, por eso pensamos que el pequeño no podría sobrevivir. Pero la niña de once años los está guiando, y ella sí conoce la selva, por eso los otros sí podrían estar vivos”, asegura el líder indígena.

En la zona también hay mucha presencia de jaguares, el depredador terrestre más grande y letal de Sudamérica, lo que hace temer por el bienestar de los niños, pero Paky asegura que no hay indicios de que un jaguar los haya atacado.

“Por lo general acá los jaguares comen otras cosas. Hemos caminado y hemos encontrado restos de animales que el jaguar ha cazado, pero son restos de otras especies. También hemos hecho seguimient­o de las aves carroñeras de la zona y vamos a los lugares donde hemos avistado que se alimentan, pero tampoco hay rastros humanos”, dice Paky.

Entre tanto, el Ejército sigue la búsqueda en otro sector de la selva, a la vez que los miembros de la comunidad indígena hacen la suya propia y el padre de los niños también los acompaña.

Estiman que el más pequeño, el de 11 meses, no será hallado con vida.

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AMAZONIA. Frutas comidas y huellas mantienen la esperanza.

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