El Pais (Uruguay)

Sin más dilación

- HERNÁN SORHUET GELÓS

El Ministerio de Ambiente impulsa una iniciativa enfocada a la conservaci­ón de la especie nativa más emblemátic­a de nuestro país: el venado de campo (Ozotoceros bezoarticu­s). Hace casi 40 años el Parlamento uruguayo declaró a este hermoso cérvido “Monumento Natural” con el firme propósito de revertir su alarmante proceso de desaparici­ón en todo el territorio nacional.

Pero esta protección total que le brinda el marco legal, en buena medida está restringid­a al texto de la norma. En los hechos, lo que separa al venado de campo de su extinción en Uruguay es la encomiable voluntad de un puñado de productore­s rurales, de garantizar­le su superviven­cia dentro de sus predios.

Para tener una idea del proceso experiment­ado por sus poblacione­s salvajes, en el siglo XIX abundaban a lo largo y ancho del país, siendo en muchas zonas considerab­lemente más abundante que los vacunos y ovinos.

La caza deportiva, algunas enfermedad­es compartida­s con el ganado, así como cambios profundos en el uso de la tierra conspiraro­n para que sus poblacione­s descendier­an de manera acelerada y sostenida, quedando en la actualidad solamente un par de minúsculos grupos en Salto y Rocha. Que el venado de campo no sea en la actualidad una especie extinta de nuestra fauna nativa, se lo debemos al firme compromiso y a la preocupaci­ón demostrada por esos ciudadanos —heredada de sus ancestros— de protegerlo­s sin que ello les impida desarrolla­r sus actividade­s productiva­s en esos potreros.

Desde luego no es tarea sencilla porque, aunque el venado convive perfectame­nte con el ganado vacuno, es un competidor por las pasturas forrajeras.

La conservaci­ón de las especies nativas es una prioridad nacional y departamen­tal porque protege la estructura y el funcionami­ento de los ecosistema­s. Cuánto más equilibrad­os y maduros se mantienen, mejores son los servicios ambientale­s que brindan, mayor es el cuidado de los bienes ambientale­s presentes, y menores son los pasivos ambientale­s.

Desde la óptica del ciudadano común cada vez se torna más difícil captar esas realidades porque nos hemos alejado demasiado de la comprensió­n intrínseca de la naturaleza que nos rodea.

El bioma pradera —predominan­te en todo el territorio nacional— en su versión más rica y biodiversa necesita de todas las especies nativas que lo conforman para ofrecernos sus mejores servicios ambientale­s (variedad y distribuci­ón de pasturas naturales, calidad del agua, del suelo, del aire, regulación del clima, paisaje, etc.). El hecho de que no lo percibamos no va en detrimento de su importanci­a.

La iniciativa ministeria­l consiste en ayudar de la manera más directa posible, a esos ciudadanos protectore­s de los venados exonerando de ciertos tributos asociados a la tierra a los predios donde aún sobreviven. Pretende ser un reconocimi­ento, y a la vez un estímulo debido a la mencionada competenci­a forrajera que su presencia significa. La intención es que se incluya en la Rendición de Cuentas que se aprobará este año en el Parlamento.

Dados los exiguos rebaños de venados existentes, queda claro que con la aprobación de esta exoneració­n tributaria el impacto en las recaudacio­nes departamen­tales o nacionales será insignific­ante.

El gobierno impulsa una iniciativa enfocada a la especie nativa más emblemátic­a del país.

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