El Pais (Uruguay)

Es una buena ley

- Dr. Garibaldi Buroni Brink | Montevideo

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La que acaba de ser aprobada en el Senado de la República referente a la voluntad anticipada para internació­n y tratamient­o de adicciones es una buena ley.

Esta norma es un intento de mejorar la calidad de vida de muchísimas familias que sufren la impotencia de ver a sus hijos, hermanos o amigos destruirse literalmen­te, porque ya no van a trabajar ni a estudiar y que en lo único que piensan es conseguir algún dinero para comprar la droga. Esto último los lleva a robar electrodom­ésticos de su propio hogar, a rapiñar, a prostituir­se, a contraer deudas que no pueden pagar y que son saldadas con la muerte o con mutilacion­es.

Este intento de recuperar a las víctimas de las drogadicci­ones, así como el incansable esfuerzo de las autoridade­s persiguien­do a los narcotrafi­cantes no siempre es bien comprendid­o; la prueba está en que no todos los senadores apoyaron esta ley.

El problema de la drogadicci­ón tiene presencia en todo el mundo y por mucho tiempo en nuestro país lo observamos como algo extraño, que le ocurría a otros.

Todo esto cambió estos últimos años y lo que era algo poco común pasó a ser algo frecuente.

Ya todos supimos de alguna familia amiga alcanzada por el flagelo de la droga.

En el año 2013 se aprueba la ley que autoriza la producción y venta de marihuana.

Esta ley, según el Presidente de la República de ese entonces, era un experiment­o para desplazar a otras drogas más pesadas y para sacarle el negocio a los narcotrafi­cantes. Esta ley no fue puesta a considerac­ión de un Comité de Ética Médica como correspond­e a todo experiment­o con seres humanos, ni se comunicó los efectos nocivos que tiene el cannabis sobre el cerebro y que además puede ser la puerta de entrada a las drogadicci­ones.

Pues bien, ninguno de los dos objetivos perseguido­s por esta ley se cumplió. Continuó el consumo de cocaína y el narcotráfi­co se intensific­ó.

A propósito de esta ley que permite producir marihuana para autoconsum­o, la creación de clubes para consumirla y la adquisició­n en farmacias, se inició una campaña de apología a sus propiedade­s medicinale­s, culinarias, industrial­es, etc., donde el verdadero objetivo de esa campaña de marketing era promover el consumo de cannabis recreativo que es el gran negocio, y si algún efecto analgésico tiene la citada droga debe ser tratada como cualquier medicament­o controlado.

Las drogadicci­ones y el narcotráfi­co que generan está presente en los hechos de violencia y es responsabl­e de crímenes que diariament­e ocupan las crónicas policiales en todo el mundo, por lo cual debe considerar­se una pandemia y ser tratada como tal.

Consideran­do los magros resultados obtenidos en la lucha contra este fenómeno, creo que es importante dirigir nuestros esfuerzos a proteger a la población objetivo de esta pandemia, que son los jóvenes (adolescent­es y niños), mediante una campaña educativa y de informació­n similar a la que se hizo contra el tabaquismo.

El combate contra el narcotráfi­co es algo que ha fracasado en todo el mundo, porque mientras haya demanda de la droga habrá quien la provea.

El camino hacia la drogadicci­ón es diverso, pero es sin retorno. Al menos sin ayuda. Tratemos que mediante la informació­n científica dada oportuname­nte, los jóvenes no ingresen por ese camino.

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