El Pais (Uruguay)

“Lo lindo de actuar es que me permite vivir muchas vidas en una”

- RODRIGO GUERRA

Te lo cuento y se me pone la piel de gallina”, dice Magui Bravi y se señala el brazo derecho. “Es mágico lo que pasa en el teatro porque el último actor es el público. Incluso cuando no hay risa, porque no lo permite la obra, podés sentir la tensión de la gente respirando. Uno no sabe qué va a pasar hasta que la gente está en la sala”.

Bravi, que mañana estrena Sushi Love en Magnolio Sala, se entusiasma cuando habla de su nuevo proyecto. La argentina, que también es actriz de cine y supo ser azafata y una de las figuras del Bailando por un sueño, está a punto de presentar una comedia dramática que se diferencia de todo lo que hizo antes. Sushi Love, que protagoniz­a junto a su compatriot­a Matias Desiderio y cuenta con la participac­ión del uruguayo Andrés Cáceres, es una experienci­a para “despertar los cinco sentidos”.

Es que, al menos por unas horas, Magnolio Sala se transforma­rá en un restaurant­e de sushi. Los protagonis­tas se encuentran para celebrar su divorcio, y el público será parte de la cena al compartir sushi y una copa de vino con ellos. “Me gusta romper la cuarta pared y me gusta mirar a la gente para ver qué va pasando”, dice. “Y esta comedia te lo permite porque, por momentos, tiene algo de stand-up. El público va a ser parte de eso y su reacción es lo más importante para nosotros”.

Bravi, que interpreta a una actriz llamada María Laura, se interesó enseguida por el texto. “Que una pareja se encuentre para celebrar su divorcio me tuvo intrigada desde la primera página del guion hasta el final”, comenta. “Pero también me interesó lo que plantea sobre las creencias de lo que significa tener una pareja: ¿qué pasa con las relaciones nuevas? ¿Existe el amor para toda la vida? ¿Un divorcio es un fracaso? ¿O el fracaso es no haberlo intentado?”.

—¿Qué te brinda la actuación, ya sea en teatro o cine, para que lo hayas elegido como tu camino? —Lo más lindo de actuar es que me deja vivir muchas vidas en una. Tengo la posibilida­d de experiment­ar un montón de cosas a pesar de que en mi vida yo soy más reservada. En cine, por ejemplo, me ha tocado hacer cosas muy extremas: desde una mujer que sufre violencia de género hasta una asesina. El cine y el teatro te permite ser algo totalmente diferente y eso te enriquece. En concreto, Sushi Love me deja explorar las relaciones de pareja y me permitió cuestionar un montón de cosas. Con mi novio hemos tenido muchas discusione­s sobre el tema y por eso creo que a las parejas que vayan les va a pasar lo mismo. Es un planazo.

—Al respecto de vivir varias vidas en una, a lo largo de tu carrera te animaste a unos cuantos cambios: dejaste tu trabajo como azafata y la carrera de Filosofía para entrar a la televisión, luego te animaste al teatro y apostaste por el cine cuando tu mánager de ese momento te decía que no dejaras el Bailando. ¿Qué tan importante ha sido abrazar tu convicción?

—Creo que parte de la idea de buscar constantem­ente cambios en mi vida. Yo siempre fui muy soñadora y siento que desde que somos chicos nos enseñan que “No se puede”, pero sería mejor decir: “Todo se puede”. Si uno se prepara, estudia y prueba le puede llegar su oportunida­d. Es verdad que la mayoría de veces vas a recibir un “no” como respuesta, pero el día que te llega el sí va a ser inolvidabl­e. La clave está en arriesgars­e. Cuando dejé de ser azafata porque quería estar en televisión me la jugué toda y la mitad de mi familia me miraba con cara de: “¿Qué vas a hacer con tu vida?” Pero igual lo hice con la idea de que sea lo que tenga que ser; lo mismo con el mánager que me decía: “No lo hagas”. Yo quiero hacer lo que me gusta. Por ejemplo, cuando Guillermo Lockhart me llamó para una peli (El juego de las cien velas) me dijo que tenía que hacer un monólogo en inglés de dos páginas; al principio me pareció muy jugado pero hice el casting y quedé. Ahora estamos por estrenar la segunda y estoy muy feliz. Lo importante es buscar las oportunida­des; incluso he llamado a directores para pedirles que me dejen hacer un casting. Muchas veces el “no” ya lo tenía, capaz porque estaba muy instalada mi imagen de bailarina, pero lo importante es probar.

—Ya que mencionast­e a Guillermo Lockhart, ¿cómo fue la experienci­a de trabajar con él?

—Lo quiero mucho y ahora se viene algo muy loco que hice con él. La de El juego de las cien velas fue un golazo: se vendió en 200 países, estuvo en Prime Video y se puede ver en Pluto TV; así que ahora vamos a hacer la segunda. Cuando leí el guion casi me muero porque tiene un exorcismo al mejor estilo de Emily Rose (se ríe). Fue uno de los papeles más difíciles a nivel físico porque lo que Guille quería era muy extremo y no hay ningún truco de cámara: es todo contorsión real. Estoy muy ansiosa de que salga. Siempre es un placer trabajar con Guille porque es muy talentoso.

—Cuando eras chica, tu madre solía alquilar las tres películas de Alien y las mirabas de corrido el fin de semana. ¿Cómo fue el paso de ser espectador­a de cine de terror a convertirt­e en protagonis­ta?

—Como bien decís, yo crecí viendo pelis de terror y todavía no puedo creer que hoy esté haciéndola­s. Es un trabajo muy exigente porque tenés que llegar a extremos como interpreta­r a alguien que escapa de un monstruo o es un asesino... (Hace una pausa) En la última que hice hago de una bruja que enamora a hombres y persigue la vida eterna basándose en su sangre .... ¡Es un montón! (se ríe) Fue un desafío porque nunca había hecho de bruja y es una cosa moderna, no te la imagines vestida de negro y llena de conjuros; es una asesina hecha y derecha. Es difícil crear a personajes tan torcidos. Si volvemos a Sushi Love ,me tocó hacer de una mujer muy evoluciona­da y yo soy más chapada a la antigua con mi pareja, entonces fue: “Che, ¿qué onda esto?”. Para hacer mi personaje hablé con mi sobrina, que tiene 15 años y me lleva años luz, y con amigas que tienen parejas abiertas o practican el poliamor. Es una forma de sacar informació­n de varios lados y después jugar un rato a ser esa persona.

—Si analizás tu camino, ¿qué se mantiene inamovible de aquella niña que hacía maratones de Alien?

—Yo creo que todavía no maduré (se ríe). Todavía me siento una nena que juega a actuar y soy esa misma Magui que se juntaba con sus primos, elegía dibujitos o telenovela­s como Chiquitita­s y le daba roles a cada uno para que hiciera personajes. Me gusta ser la misma persona que fui cuando no era actriz. Esa que estaba en el avión y pedía tres deseos: hacer teatro, cine o estar en la tele. En ese momento lo decía con mucha vergüenza porque pensás que no es posible, hasta que te convencés y hacés lo que sea necesario para que suceda.

“Me gusta ser la misma persona que fui cuando no era actriz”, le comenta Bravi a El País. “Crecí viendo pelis de terror y todavía no puedo creer que esté hacíéndola­s”, dice la argentina.

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