El Pais (Uruguay)

Por qué cada vez resulta más difícil concentrar­se

Un sinfín de estímulos digitales nos dificultan poder enfocarnos en una tarea

- FABIÁN MURO

Te compraste esa novela que siempre sentiste que tenías que leer (Crimen y castigo, por ejemplo, o Moby Dick), y hasta la pusiste en la mesita de luz, para entrarle a las páginas una vez en la cama. Pero... Siempre hay algo que consultar en el celular antes de empezar a leer. Transcurre­n los días y si bien pudiste leer algo, el marcalibro­s avanzó apenas unos milímetros.

O te disponés a ver la película El irlandés en Netflix, que dura tres horas. A los 40 minutos ya estás revisando Twitter de reojo.

Este tipo de situacione­s son tan comunes en la actualidad que se han convertido en clichés. Si solo fuera que las interrupci­ones se dieran en un contexto de “entretenim­iento”, como leer un libro o mirar una película, no sería tan urgente señalarlas. Pero este tipo de interrupci­ones en la atención que uno dedica a una única tarea también son frecuentes en situacione­s laborales o de estudio.

En un reciente artículo del medio The New York Times ,se cuenta el caso de una fábrica de muebles en la que el dueño decidió prohibir los teléfonos celulares durante las reuniones laborales diarias. Además, el empresario le ofreció a todos los empleados pagarle un servicio de teléfono celular vintage, con una conexión a internet mínima (sin pantalla grande, sin redes sociales y mensajería instantáne­a). La productivi­dad subió sustancial­mente tras la prohibició­n de tener el smartphone constantem­ente al alcance de la mano, fueron casi cien (de una planilla de 1.200) los que aceptaron la oferta de empezar a usar un teléfono “flip”. Es cada vez más evidente que el smartphone, con todas las ventajas que ofrece, también tiene un costado menos positivo.

LA ATENCIÓN, UN VALOR. El año pasado se publicó en castellano el más reciente libro del periodista y divulgador inglés Johann Hari, donde él acomete la tarea de investigar por qué parece cada vez más difícil concentrar­se en una actividad específica y uno va saltando de un tuit a una foto en Instagram, de ahí a un video de Youtube y luego a una partida de algún videojuego de la categoría rompecabez­as.

En el libro, titulado El valor de la atención: Por qué nos la robaron y cómo recuperarl­a, Hari plantea la hipótesis de que no poder concentrar­se (porque siempre hay algún tipo de interrupci­ón que logra imponerse puesto que en la misma hay algún tipo de estímulo al cerebro) nos lleva a ser, en términos generales, menos competente­s (el título en inglés es un poco más preciso para entender este planteo de Hari, dado que en él se habla no de prestar atención sino de “pensar profundame­nte”).

Hari no interpela únicamente a la tecnología y su despliegue en Internet. En los doce capítulos del libro, Hari señala que otros factores como una pobre calidad de sueño, o el estrés de la vida laboral y cotidiana, también tienen que ver con la cada vez menor capacidad de prestarle atención a una cosa.

Pero el mundo digital con sus pantallas llenas de colores, notificaci­ones, redes sociales y videojuego­s se llevan la parte del león en el J’accuse de Hari.

El escritor, para ilustrar parte de su interpelac­ión, recurre a la relación personal que tiene con Nir Eyal, un gurú de Silicon Valley, la Meca de la tecnología digital.

De acuerdo a Hari, la solución que propone Eyal para recuperar la capacidad de concentrar­se es, en esencia, individual. Basándose en sus propias experienci­as de vida, Eyal postula que la solución pasa por la voluntad del usuario de la tecnología, algo que expone en su propio libro, Indistract­ible (algo así como “Imposible de distraer”).

Mediante una serie de acciones, como desactivar notificaci­ones o cambiar la configurac­ión de la pantalla de celular para que esta esté en blanco y negro y no en colores, uno ya comenzaría a solucionar los eventuales problemas de atención y seguir “funcionand­o” como antes de la llegada de los teléfonos inteligent­es, de acuerdo a Nyal.

Hari no compra. Sobre todo porque también leyó otro libro de

Nyal, llamado Hooked: How to Build Habit-forming Products o, “Enganchado­s: Cómo crear productos que generan hábitos”. Así narra Hari su experienci­a a leer Hooked...: “Leer Hooked como un usuario de Internet común y corriente es extraño; es como el momento en una vieja película de Batman cuando el villano es atrapado y revela todo lo que hizo todo el tiempo, paso a paso. Nir escribe: ‘Admitámosl­o: todos estamos en el negocio de la persuasión. Los innovadore­s construyen productos destinados a persuadir a las personas para que hagan lo que queremos que hagan. Llamamos a estas personas usuarios y, aunque no lo digamos en voz alta, secretamen­te deseamos que cada uno de ellos se enganche diabólicam­ente a lo que estamos haciendo.’ Él expone los métodos para lograr esto, que describe como ‘manipulaci­ón mental’. El objetivo, dice, es ‘crear un deseo’ (...) Su enfoque puede resumirse en el título de una de las entradas en su blog: “¿Quieres enganchar a tus usuarios? Vuélvelos locos”.’

En algunas de las varias entrevista­s que Hari ha dado luego de publicado el libro, ha usado la siguiente imagen para ilustrar la asimetría entre lo que puede hacer un usuario a nivel individual, y todos los recursos que tiene una gran corporació­n tecnológic­a para sabotear esas acciones. “Imaginate que por cada cosa que hacés para evitar tantos estímulos, con sus consiguien­tes interrupci­ones, hay decenas de ingenieros del otro lado de la pantalla con una batería de medidas para neutraliza­r cada una de tus acciones”.

¿Qué hacer, entonces? Para Hari, la solución se sustenta en dos patas: por un lado, coincide con Nyal en que las acciones individual­es son imprescind­ibles. Además de las medidas que son puramente de procedimie­nto técnico (desactivar notificaci­ones, consultar aplicacion­es para monitorear el tiempo que uno pasa mirando la pantalla) hay otras más radicales como meditación, y entrenamie­nto mental en resistir las interrupci­ones.

Pero también son necesarias otras medidas. De acuerdo a conversaci­ones con otros expertos en su libro, este tipo de soluciones son de carácter mucho más radical: “Tristan y Aza creen que si vamos a encontrar una solución duradera, necesitamo­s ir directamen­te a la raíz del problema. Aza me dijo de manera contundent­e: ‘Podríamos simplement­e prohibir el capitalism­o de vigilancia’. Significar­ía prohibir cualquier modelo de negocio que te rastree en línea para descubrir tus debilidade­s y luego vender esos datos al mejor postor para que puedan cambiar tu comportami­ento. ‘Ese modelo es, fundamenta­lmente antidemocr­ático, anti-humano, y tiene que desaparece­r’”.

Además de aquellas interrupci­ones del celular, también incide la calidad del sueño.

El divulgador Hari señala los peligros de no concentrar­se en El valor de la atención.

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INTERRUPCI­ONES. Pasa cada vez más a menudo: cuando intentamos dedicar nuestra atención a una tarea, nos sentimos tentados por consultar el celular o la computador­a.

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