El Pais (Uruguay)

El desafío agroindust­rial

- NICOLÁS LUSSICH /ING. AGRÓNOMO MBA / PERIODISTA

La producción industrial del Uruguay cerró el año 2023 con un aumento del 2,5%, si se deja de lado la refinería de Ancap, que estuvo en los últimos meses parada por mantenimie­nto. Ese aumento se debe principalm­ente a la puesta en marcha de la segunda planta de UPM y al aumento de la producción de concentrad­os de bebida en la Zona Franca de Colonia (Pepsi). Si dejamos de lado estos sectores, la producción industrial cayó 3,1% en 2023 según las estimacion­es que realiza el Centro de Investigac­iones Económicas (CINVE).

El análisis es relevante porque está mostrando las dificultad­es que la industria en general enfrenta, más allá de la diversidad de situacione­s entre los distintos sectores y empresas. E ilustra una tendencia en la dinámica de la competitiv­idad industrial: para lograr inversione­s competitiv­as y de alta escala e impacto, es necesario recurrir siempre -o casi siempre- a mecanismos de promoción de inversione­s, como son las propias Zonas Francas o la Ley de Promoción de Inversione­s, con la aprobación de proyectos por parte de la Comap. Sin estos regímenes, es muy difícil desarrolla­r industria.

Vale destacar que es sumamente positivo para Uruguay que las inversione­s industrial­es en zonas francas se desarrolle­n; lo mismo para los proyectos Comap. Además de su impacto directo, las nuevas tecnología­s y capacidade­s de montaje, instalació­n y mantenimie­nto en los nuevos emprendimi­entos, luego tienen externalid­ades positivas para el resto de las industrias y la economía.

Esta integració­n e interacció­n entre las distintas ramas de actividad le da dimensión real a la importanci­a del sector. Así como le ha sucedido al agro, la industria también es víctima de un análisis erróneo de las Cuentas Nacionales. En el PIB el agro es menos del 8% y la industria apenas supera el 10%. Pero su real dimensión es mucho mayor, como proveedore­s y demandante­s de servicios de todo tipo.

Además, el desarrollo de nuevos productos industrial­es es promotor de innovación y desarrollo tecnológic­o. Solemos llenarnos la boca de la importanci­a que tiene invertir en ciencia y tecnología. Qué mejor manera de hacerlo que gestando una industria dinámica y competitiv­a.

Asimismo, hay que recordar la gravitació­n de las agroindust­rias en la generación de empleo, tanto en número de puestos de trabajo como en la calidad del empleo: el sector Industrial paga salarios por encima del promedio de la economía. Y también como factor de desarrollo local y descentral­ización: son decenas las poblacione­s en el Uruguay cuyo empleo depende en buena medida de alguna industria localizada en el lugar, que se constituye en importante -sino principalf­uente de empleo de alta calidad.

Dicho todo esto, el desempeño agroindust­rial en el año 2023 ha sido variopinto. En el cuadro adjunto se ilustran los promedios anuales de producción por rubro en los últimos años, según la Encuesta Industrial del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), que registra la facturació­n real en cada sector. De los datos surge un panorama general de escaso crecimient­o, salvo sectores como la industria avícola, la aceitera y la mencionada celulosa. En el resto de los sectores hay crecimient­os moderados o bajas, algunas fuertes.

¿Cuáles son las dificultad­es? Cada empresa es una historia, pero hay algunas cuestiones generales. Por un lado, los persistent­es problemas de inserción internacio­nal. Para promover empresas competitiv­as, y con capacidad de crecer con escalas que permitan reducir costos, tiene que haber acceso a grandes mercados. Y eso Uruguay lo tiene acotado: a pesar de la intención manifiesta de este gobierno, no se ha logrado grandes acuerdos comerciale­s con otros bloques, por las propias limitacion­es del Mercosur y por la falta de socios proclives. Y el propio Mercosur, si bien es un mercado clave (en especial Brasil) tiene también algunas dificultad­es de acceso (recordemos que Argentina cobra el Impuesto País de 17,5% a las importacio­nes)..

Pero hay más: los costos básicos en cualquier proceso industrial son la energía y la mano de obra.y allí Uruguay tiene problemas de competitiv­idad agudos. Que las retribucio­nes salariales mejoren en términos reales como sucedió en los últimos años, hay que celebrarlo. El problema es cuando la productivi­dad no acompaña y -ademáslas empresas tienen que competir con pares en la región que tienen costos laborales mucho menores (a veces la mitad). Es el caso de varias agroindust­rias. Cuando los molinos, los frigorífic­os, las propias industrias lácteas, comparan costos con sus pares regionales, los sentimient­os van del asombro a la desazón, porque las diferencia­s de costos en dólares son muy grandes.

Mayores aún cuando se comparan los costos de la energía. Si bien es cierto que Uruguay tiene menos recursos energético­s propios en comparació­n con nuestros vecinos - incluyendo Paraguay, que está lanzado a aprovechar al máximo su generación de energía hidráulica barata- las diferencia­s son enormes. Nuestro país amplió su matriz de energía renovable (eólica y ahora solar) pero los costos siguen muy altos.

Según SEG Ingeniería Uruguay tiene una tarifa de media tensión de 140 U$S/MWH, Brasil 123, Paraguay 39 y Argentina 38. Las diferencia­s son abismales, salvo con Brasil. Pero en ese país el mercado de generación está muy desarrolla­do y las industrias competitiv­as acceden a tarifas que son me nos de la mitad de esa cifra.

En los últimos meses desde el Ministerio de Industria se ha promovido abrir más el mercado de la generación, con la posibilida­d de contratos directos entre generadore­s y grandes consumidor­es. Es un paso interesant­e para liberaliza­r el mercado y un reconocimi­ento implícito de que el régimen general resulta tremendame­nte oneroso. Por otra parte, a algunos grandes consumidor­es con demanda estable UTE les ha aplicado rebajas; pero las

Más allá de la situación en los campos y en los mercados globales de productos, Uruguay es un país de agroindust­rias. Algunas muy exitosas, otras con dificultad­es. Todas con el desafío de enfrentar costos muy altos en la comparació­n internacio­nal.

El desempeño agro industrial en el año 2023 ha sido “variopinto” con crecimient­os moderados.

agroindust­rias (muchas zafrales) no tienen esos beneficios, lo que no parecería justo.

Por otra parte, la competitiv­idad industrial está presente -para bien o malen las relaciones entre productore­s y agroindust­rias. En las gráficas se ilustran los casos de frigorífic­os y lácteos. No son datos comparable­s entre sí, pero sirven para el análisis. En el primer caso, en un período de tiempo corto, se ve que el margen industrial estimado por cada novillo (basándonos en el cálculo del Novillo Tipo de INAC) ha subido. Es margen bruto, con el cual la industria tiene que cubrir todos los costos (salarios y energía entre ellos) y obtener su renta. La tendencia puede deberse a la posición industrial más fuerte, cuando el mercado está a la baja (como sucedió en el período analizado); pero segurament­e inciden también los mencionado­s costos.

En el caso de la industria láctea se muestra un período más largo, con una paulatina disminució­n en el margen industrial, que es mayor que en los frigorífic­os por las caracterís­ticas del producto y el costo de transforma­ción.

Cabe recordar que en este sector predomina Conaprole, cooperativ­a de productore­s. Esto segurament­e puede explicar la tendencia, más allá de los referidos aumentos de costos a nivel industrial. En cualquier caso, los sobrecosto­s industrial­es (algunos muy altos), o complican a la industria o se trasladan al productor o al consumidor. No hay magia.

PERSPECTIV­AS. Con este panorama, no es de extrañar que esté latente y persistent­e la tendencia a comerciali­zar -en mayor medida- materias primas sin elaborar o semi elaboradas, en detrimento de productos manufactur­ados. Si la transforma­ción Industrial no es negocio, pues entonces no hay el tal valor agregado que muchas veces se asocia a la industria. Si los costos son extraordin­ariamente altos, la transforma­ción manufactur­era y los procesos industrial­es - tan virtuosos e interesant­es en materia de complejida­d y oportunida­des de innovación- reducen el valor en vez de crearlo. Uruguay tiene allí un desafío importante. Hay que revisar regulacion­es. la situación con el Mercosur, la carga tributaria, el funcionami­ento de los regímenes de promoción y el rol de los monopolios estatales energético­s. Que no son un fin en sí mismo sino que tienen que estar al servicio del país.

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