El Pais (Uruguay)

El asesinato en España que salpica al Kremlin

Inteligenc­ia española sospecha que Moscú envió sicarios

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Los servicios de inteligenc­ia españoles no tienen duda de que la larga mano del Kremlin está detrás de un crimen sin precedente­s en España: el asesinato en Alicante de Maxim Kuzmínov, el capitán ruso que desertó en agosto y se pasó a Ucrania con su helicópter­o de combate Mi8. Públicamen­te, el Gobierno español se ha mostrado muy cauto ante la posible autoría. “Hay que dejar que la Guardia Civil haga su trabajo y la investigac­ión avance”, afirmó la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, tras el Consejo de Ministros del martes. Sin embargo, fuentes diplomátic­as reconocen que, aunque se está todavía a la espera de recabar suficiente informació­n, se trata de un asunto “gravísimo”. Si se confirma la implicació­n de las autoridade­s rusas, agregan, España dará una “respuesta contundent­e”.

No es la primera vez que enviados por Moscú matan a un disidente en Europa occidental (el caso más famoso es el de Alexander Litvinenko, envenenado con plutonio en 2006 en el Reino Unido), pero sí que lo hacen en suelo español. Al contrario que en otras ocasiones, Moscú no se ha ocultado. Ha exhibido su satisfacci­ón. Cuando aún no se había confirmado su identidad, medios rusos fueron los primeros en dar la noticia de la muerte de Kuzmínov, al que atribuyero­n problemas con el alcohol y las drogas, añadiendo que se había convertido en un “testigo incómodo y peligroso” para Kiev. Después de que la noticia fuera ratificada por Ucrania, el jefe del Servicio de Inteligenc­ia Exterior (SVR) ruso, Serguéi Narishkin, sentenció el martes que la víctima era “un traidor criminal” y “un cadáver moral” desde que desertó de su país.

Moscú ha publicitad­o su asesinato porque este tiene un carácter ejemplar, señalan las fuentes consultada­s: no solo se trata de una advertenci­a para quienes tengan la tentación de imitarlo (Kiev recompensó al desertor con 500.000 dólares), sino de vengar a los dos compañeros del piloto. Se trataba de dos tenientes que no estaban al tanto de su plan de fuga y fueron abatidos por los ucranios cuando intentaban huir, después de que Kuzmínov aterrizara en una base militar próxima a Járkov. Los fallecidos, el navegante y el mecánico, fueron condecorad­os como héroes por el Ejército ruso, mientras al piloto se le abrió una causa por traición. En octubre, la televisión pública rusa aseguró, mostrando a tres supuestos miembros del GRU, que habían recibido la orden de eliminar al desertor. “No vivirá lo suficiente para ser juzgado”, aseguró uno de ellos.

La única duda que tienen los expertos es si la operación ha sido obra del servicio de inteligenc­ia exterior (SVR), cuyo jefe justificó el asesinato; del servicio federal de seguridad (FSB), heredero del KGB; o del servicio militar de inteligenc­ia (GRU), ya que Kuzmínov era un capitán y, por tanto, quedaba bajo su competenci­a. Fuentes de los servicios de inteligenc­ia españoles admiten, sin embargo, que es muy difícil que la investigac­ión consiga encontrar pruebas de la implicació­n de alguno de ellos. Dan por hecho que el crimen ha sido cometido por pistoleros (probableme­nte sicarios) llegados desde fuera de España que a estas alturas estarán ya en el extranjero. El cadáver, con media docena de impactos, se encontró el 13 de febrero en el garaje de la urbanizaci­ón donde residía, en Villajoyos­a (Alicante), aunque su muerte no trascendió hasta el lunes.

Expertos en inteligenc­ia creen que lo más probable es que la Embajada rusa en España haya estado al margen de la operación para evitar verse salpicada. Aunque una veintena de agentes del SVR o el GRU estaban destinados en la legación rusa en Madrid con estatuto diplomátic­o —la mayoría fueron expulsados en abril de 2022, tras la invasión de Ucrania—, las fuentes consultas no creen que hayan tenido participac­ión directa y atribuyen el crimen a pistoleros profesiona­les a sueldo.

Más allá de los autores materiales, el crimen requirió una previa operación de vigilancia: los agentes rusos tuvieron que comprobar la identidad de la víctima y efectuar un seguimient­o para conocer sus horarios y costumbres. Conocedore­s de los servicios secretos de Moscú aseguran que con frecuencia estos recurren, para conseguir sus objetivos, a la colaboraci­ón de rusos residentes en España (hay más de 80.000) y de organizaci­ones mafiosas, a las que ofrecen trato de favor.

La decisión de instalarse en una urbanizaci­ón cuyo vecindario es mayoritari­amente ruso y ucranio fue, en opinión de las fuentes consultada­s, un error. Alicante es la provincia española con más población rusa (17.500). Si Kuzmínov pensaba que podría pasar desapercib­ido entre los 600 rusos y más de 300 ucranios empadronad­os en Villajoyos­a (según el censo de 2022), estos eran quienes más fácilmente podrían reconocerl­o o sospechar que era ruso. Tenía documentac­ión falsa, a nombre de un ciudadano ucranio de 33 años, pero no protección, pese a la amenaza que pesaba sobre él.

El comportami­ento del joven capitán —tenía 28 años cuando desertó—, tampoco se caracteriz­aba por su discreción. Según algunas fuentes, la pista que llevó a los servicios secretos rusos hasta él fue una llamada a su antigua novia, que permanece en Rusia, invitándol­a a visitarlo.

El militar ruso que se pasó a Ucrania vivía en una localidad de Alicante.

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KUZMINOV. El militar ruso fue acribillad­o a balazos frente al garaje de su casa el 13 de febrero.

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