Dos discursos, dos idiosincracias
Nicolás Etcheverry Estrázulas | Montevideo
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Muchos en las últimas semanas pudimos ver o escuchar (o ambas cosas) los discursos de los Presidentes Lacalle Pou y Milei. Como es habitual, los receptores de las palabras que ambos emitieron las recibieron con su carga de preconceptos, de pre-simpatía o pre-antipatía, de ideología, principios y convicciones que cada uno tiene. Por eso resulta complejo y difícil decir algo acerca de esos discursos que esté despojado de esas cargas.
Sin embargo, trataremos de hacer algo para que el análisis sea lo más objetivo y aliviado de esas cargas posible. En tal sentido, podríamos ver algunas similitudes como diferencias:
A) El espacio de emisión fue análogo; ante el Parlamento del Gobierno de cada país, pero los tiempos de su emisión fueron diferentes. El de Lacalle fue cuando está por finalizar su gestión (queda menos de un año) mientras que el de Milei se lanza a los pocos meses de su arribo al gobierno.
B) Las formas de emisión fueron diferentes: si bien ambos aportaron datos y cifras, el primero fue más coloquial, espontáneo, flexible y hasta con buen humor, abierto a la interacción con el público presente, mientras que el segundo fue más leído, mucho más agresivo en materia de asignación de culpas y responsabilidades, y rígido en su lenguaje corporal, pues pocos gestos flexibilizaron sus palabras.
Quizás una explicación para estas diferencias se encuentre precisamente en el ámbito temporal que antes mencionamos. Uno está dando cuentas de lo recibido y del estado del país luego de años de gestión kirchnerista, mientras que el otro está dando cuentas de lo realizado hasta el momento luego de cuatro años en los que a los factores externos (pandemia, conflictos internacionales gravísimos, sequía, etc.) se sumaron factores internos tales como la necesidad de negociar acuerdos para sacar adelante reformas como la de la previsión social, la seguridad ciudadana o la educación, las trabas y críticas permanentes y encarnizadas que son habituales en la oposición a un gobierno que no tuvo mayorías absolutas en el Parlamento, así como también los errores u omisiones – de gestión y/o de comunicación - que puede haber cometido el oficialismo durante estos años.
Y no podemos olvidar otro aspecto: Milei es un recién llegado a la política (se siente fuera de la casta) mientras que Lacalle se fue criando y nutriendo de la política y su entorno desde la infancia.
C) Sin embargo, es en un tercer aspecto que deseo detenerme y resaltar las mayores diferencias: el nivel o grado de comportamiento del público receptor de ambos discursos. Los integrantes y asistentes al Parlamento uruguayo dieron una muestra de respeto, de silencio durante casi una hora, de atenta observancia institucional ante lo que se estaba emitiendo, de reiterados aplausos emitidos con sobriedad cada tanto, o de un tolerante no aplauso, un silencio gestual, cuando algunos de los presentes discrepaban con algunos de los puntos esgrimidos por el Presidente.
En el caso argentino, las manifestaciones del público presente fueron muy distintas; por momentos se parecieron más a una hinchada futbolera, a un grupo de fans de una estrella del cine o simpatizantes de un ídolo de la canción. Por momentos dio la sensación de que el Parlamento se transformaba en un estadio o escenario de un gran show, un espectáculo televisivo. Un recinto de emotividades y consignas cantadas con entusiasmo y a pleno pulmón.
En lo personal, puedo comprender la actitud de los argentinos, sobre todo luego de todo lo que viene ocurriendo y han sufrido desde hace años; pero sin dudas prefiero la nuestra.
A fin de cuentas, refleja una idiosincrasia diferente. Por algo muchos nos admiran y se han mudado para aquí.