La meditación modifica el cerebro
Charla abierta en La Paloma procura difundir la importancia de cuidar el “capital cerebral”
Se está empezando a entender que el mayor tesoro que existe en la Tierra es nuestro cerebro”. La frase, clara y contundente, es de Marita Castelló, profesora agregada de investigación del Instituto Clemente Estable, que se especializa en el estudio y la divulgación de las neurociencias y hoy, en La Paloma, Rocha, brindará una charla sobre los efectos de la meditación en el cerebro.
“Con esto buscamos acercar las neurociencias a la gente, y acercar la conciencia sobre el cerebro y la necesidad de cuidarlo. Está por detrás un concepto, que es relativamente nuevo, y que estamos impulsando: el de “capital cerebral”. Esto busca que todos, a través de distintas acciones individuales, grupales, sociales, gubernamentales y no gubernamentales, tengamos un mejor cuidado de nuestro estilo de vida, invirtiendo en que nuestro cerebro esté mejor, se desarrolle más plenamente y que desarrolle mejores capacidades de las que cada uno, por su singularidad neurobiológica, pueda tener”, explicó la científica.
Justamente, la charla de hoy se centrará en dar respuesta a la pregunta de ¿Cómo cambia al cerebro la meditación? Como adelanto, Castelló dijo a El País que, si se transforma en un hábito, esta práctica “tiene efectos en el sistema nervioso”.
“Afecta en cómo respondemos a las situaciones que nos desequilibran en la vida, situaciones estresantes, ya sea algo puntual o algo que se extienda en el tiempo, lo que llamamos estrés psicosocial”, explicó.
Ante una situación de estrés, el organismo activa el modo alerta, pone en marcha el sistema simpático, que nos permite defendernos, atacar o huir si es necesario. Y una vez superada la situación, se activa el sistema parasimpático, que nos permitirá volver a la normalidad (homeostasis). Este circuito, no solo es normal, sino que es positivo y es el que nos permite sobrevivir ante hechos de peligro.
“Pero cuando el estrés se hace crónico, empieza a tener efectos que no son beneficiosos y se ha visto que la meditación es positiva en esos casos, porque disminuye la respuesta al estrés y ayuda a acelerar la recuperación frente a esa respuesta”, agregó la científica.
La meditación impacta en la forma en que podemos responder ante el estrés.
“Además, la meditación favorece que uno tenga más conciencia de lo que le pasa en el cuerpo -lo que se llama interocepción- y del sistema nervioso autónomo (que lo integran el simpático y el parasimpático). La meditación trabaja sobre las zonas del cerebro que permiten generar una mejor apreciación de lo que le pasa a uno mismo, y le permiten a la persona que genere los mecanismos de control”, explicó.
CAMBIOS EN EL CEREBRO. Castelló señaló además que se ha comprobado científicamente que “la meditación genera cambios físicos en el cerebro: por ejemplo, cambia la densidad de la materia gris, que es donde están las neuronas”.
“Genera cambios en la estructura del cerebro, que se ven por imagenología, y también en el funcionamiento”, indicó.
Cuando se activan, las neuronas cuando generan corrientes, que son medibles desde el exterior, y se ha visto que aumentan unas y no otras, explicó la especialista. Con la meditación profunda, por ejemplo, se comprobó que aumentan las ondas Theta, que tienen funciones clave a la hora de inducir la relajación, la creatividad y el aprendizaje.
MEDITACIÓN Y DOCENCIA. En los últimos años, Castelló trabaja como orientadora de la tesis de doctorado de Tamara Liberman, que se titula “Modulación de variables neurobiológicas y psicológicas en respuesta al entrenamiento en meditación Mindfulness y Autocompasión en docentes de Uruguay”.
Si bien el análisis de los datos no finalizó, la investigadora dijo que “ya se puede concluir que es bueno incorporar la meditación en el trabajo docente”. “Esperamos que a medida de que vayamos aportando más datos, surja evidencia para promover que se incluyan este tipo de técnicas en la formación inicial y continua”.