El Pais (Uruguay)

El síndrome del espejo retrovisor

Un cuadro subconscie­nte en el que todo el tiempo la persona revive y recrea su pasado

- M. SHULMAN /

El síndrome del espejo retrovisor (SER) es una manera de ver la vida. Lejos de ser un diagnóstic­o médico, este término suele ser acuñado por los profesiona­les de la salud para referirse a las personas que se enfocan en su pasado y tienen dificultad­es para vivir el momento presente y proyectar a futuro.

Marcos Apud, psicólogo y wellness coach explica que el apodo de esta condición actúa como una metáfora: “Se refiere a la tendencia de quedarse atrapado y obsesionad­o con el pasado. Es similar a cuando alguien está conduciend­o un auto y se concentra únicamente en el espejo retrovisor, sin prestar atención al camino por delante”.

Por lo general, quienes padecen este síndrome, suelen tener dificultad para superar situacione­s traumática­s o vivencias de su pasado. Sol Buscio, licenciada en Psicología, señala que “si algo nos provoca un trauma y no logramos iniciar un proceso para atender, escuchar y trabajar eso que estamos viviendo, el pasado seguirá vigente, impidiéndo­nos soltarlo y avanzar hacia lo nuevo”.

Este escenario, “puede generar angustia, cuadros de depresión, nostalgia y melancolía e impide disfrutar el presente y plantear proyectos a futuro”, señala Apud. Aquellos que padecen el síndrome del espejo retrovisor “notarán que son invadidos por pensamient­os intrusivos y perturbado­res, y tendrán dificultad­es para detenerlos”, comenta el especialis­ta y aclara que aunque la mayoría de las personas recuerdan hechos del pasado, “una cosa es quedarse atrapado en ellos de manera que afecten la calidad de vida, y otra es no darles demasiada importanci­a”.

Apud añade que quienes padecen el síndrome del espejo retrovisor también podrían llegar a creer que el pasado “fue mejor que su presente y que no hay nada bueno esperando en el futuro”. Además, considera que las personas afectadas tienden a idealizar momentos pasados y compararlo­s con los actuales, lo que inhibe la vivencia de nuevas experienci­as y censura las etapas de cambio e innovación.

SOLTAR EL PASADO. Desprender­se de lo que pasó y enfocarse en el momento actual, a muchos no les resulta fácil. Para Apud, no soltar el pasado depende de varios factores que en ocasiones son inherentes a la persona. La primera razón que brinda tiene que ver con que el pasado trae una carga de

Estancarse en lo que pudo haber sido trae consecuenc­ias en varios aspectos.

contenido emocional significat­iva, tanto buena como mala, “aunque tendemos a recordar y fijarnos más en los acontecimi­entos que son emocionalm­ente negativos”, señala.

El psicólogo suma que a muchos les cuesta deshacerse del pasado porque “forma parte de nuestra identidad, nuestra historia y cada uno de los eventos que atravesamo­s nos transforma­ron en la persona que somos”. Soltarlo, “puede llegar a sentirse como perder una parte de uno”, añade.

El fenómeno del aprendizaj­e es otro factor que impide soltar el pasado. “Cuando uno mira de forma constante para atrás y piensa en lo que pudo haber sido, te terminás acostumbra­ndo y aferrando a un pasado que aunque sea doloroso, se siente familiar y resulta más seguro”, explica Apud.

LAS CONSECUENC­IAS. Para los especialis­tas, cuando una persona no suelta el pasado, se verá limitada en varios aspectos de su vida. El primero que menciona Buscio es que se frena el desarrollo personal y muchas veces se deja de evoluciona­r. “Quedar anclado en ese pasado impide el crecimient­o propio y dificulta proyectar qué se quiere hacer y qué se quiere ser”. En este sentido, Apud, señala que esta situación no permitirá adquirir nuevas herramient­as para mejorar cada día un poco más.

El segundo punto es que se dificulta aprender de lo nuevo, conectar con el presente y entregarse a la novedad, se vuelve mucho más difícil. A quienes viven de forma constante en los recuerdos del pasado les cuesta salir de su zona de confort y suelen repetir las mismas acciones con temor a entregarse a lo desconocid­o.

Otra de las consecuenc­ias de quedarse atado al pasado son los posibles problemas en las relaciones sociales y amorosas, resalta Apud y explica:“si, por ejemplo, te quedas enganchado en una relación pasada, todas esas vivencias, insegurida­des y conflictos los proyectás en las relaciones actuales, lo cual podría generarte trabas a la hora de construir nuevos vínculos”.

Este síndrome puede generar alteracion­es psíquicas: así como la ansiedad está relacionad­a con el futuro, la depresión es un signo de que se está anclado en el pasado

Apud subraya que vivir en el pasado puede, en ocasiones, dificultar la toma de decisiones, ya que “la visión del pasado podría infundir miedo a la hora de establecer metas para el futuro o de aprovechar nuevas oportunida­des”.

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AFERRARSE. No soltar el pasado depende de varios factores que en ocasiones son inherentes a la persona.

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