El Pais (Uruguay)

Menos es más, también en el gym

Hay una extendida y errónea creencia de que para obtener resultados hay que “sufrir”

- M. ÁNGEL PUCH GARDUÑO*

Numerosos autores, sobre todo de corte humanístic­o, han defendido desde tiempos inmemorial­es el siguiente postulado: “Para poder comprender los avatares de la sociedad occidental actual existen varios requisitos, pero sin duda el más fundamenta­l de todos es mancharse las manos de pensamient­o griego clásico”.

Dicho de otro modo, para comprender el presente conviene revisar a los antiguos griegos, aquellos que, sorprendid­os ante el poder de la razón, fundaron geniales fuentes de conocimien­to en múltiples campos del saber, entre ellos el entrenamie­nto.

Entre los pensadores de la antigua Grecia destaca Aristótele­s, que en el siglo IV a. e. c. exponía que el virtuosism­o consiste en rechazar los vicios por exceso o defecto en pos del término medio. Aplicado al entrenamie­nto, lo expresó como sigue:

Tanto el exceso como la falta de ejercicio destruyen la robustez […] mientras que si la cantidad es proporcion­ada la produce, aumenta y conserva.

Sin embargo, con el paso del tiempo la filosofía griega –y, por qué no decirlo, la filosofía en general– ha ido perdiendo relevancia social y se ha visto desplazada. Concretame­nte, la visión aristotéli­ca del entrenamie­nto ha sido desplazada por eslóganes del tipo No pain, no gain (traducción: Sin dolor no hay ganancia).

El lema No pain, no gain no tiene respaldo científico

El saber científico actual indica que el entrenamie­nto se comporta según un modelo de campana de Gauss o U invertida. Esto quiere decir que existe un punto mínimo donde el entrenamie­nto no produce ni beneficios ni perjuicios sobre el rendimient­o, ya que la fatiga provocada a nivel orgánico es insuficien­te. Asimismo, existe también un punto máximo donde el entrenamie­nto produce tanta fatiga que no solo no provoca beneficios, sino que puede reducir el rendimient­o.

De lo anterior se concluye que el entrenamie­nto correcto es aquel que, siguiendo el enfoque aristotéli­co, encuentra el punto de fatiga en el término medio entre los “vicios” del exceso y el defecto.

De ahí se deduce que lemas del tipo No pain, no gain conducen al absurdo de concebir el entrenamie­nto como fuente infinita e inagotable de mejora del rendimient­o.

Porque lo que postulan erróneamen­te este tipo de proclamas no es una función con forma de campana de Gauss o U invertida, sino el delirio de atribuir al entrenamie­nto el comportami­ento de una función de tipo lineal creciente.

Definitiva­mente, la ciencia muestra lo innecesari­o que es realizar entrenamie­ntos excesivame­nte fatigantes. Tanto es así que incluso investigad­ores especializ­ados en el ámbito del entrenamie­nto afirman que, en múltiples ocasiones, cuando se entrena menos de lo programado, los resultados suelen ser mejores.

Otras investigac­iones revelan que un entrenamie­nto donde se produce un 20 % de pérdida de velocidad en la serie (poca fatiga) produce mayores ganancias en el rendimient­o que entrenamie­ntos con la misma intensidad pero alcanzando pérdidas de velocidad del 40 % en la serie (elevada fatiga). Dicho de forma sencilla, aquellos entrenamie­ntos donde se hacen la mitad o menos de la mitad de las repeticion­es de las que uno sería capaz suelen producir mayores ganancias sobre el rendimient­o.

Igualmente, de la investigac­ión anterior se extrae que la fuerza se desarrolla mejor en entrenamie­ntos no extenuante­s. Esta cuestión es fundamenta­l, puesto que, como expone el investigad­or en Ciencias del Deporte Julio Tous Fajardo, “la fuerza es la cualidad física básica a partir de la cual pueden expresarse todas las demás”. Ni tan siquiera cuando se corre una maratón, la prueba de resistenci­a por excelencia, la victoria es para el más resistente, sino para el más rápido, el más fuerte, el que aplica más fuerza en menos tiempo.

Entrenar menos de lo programado puede arrojar resultados más satisfacto­rios.

MÚSCULOS. Lo que sí se consigue con entrenamie­ntos más extenuante­s es mayor hipertrofi­a, algo que, por muy buena prensa que tenga en las artes estéticas, desde el punto de vista del rendimient­o resulta perjudicia­l. Ninguna persona verá mejorado su estado físico en base al tamaño de su musculatur­a, sino solo y únicamente en relación a la capacidad de sus músculos para ejercer fuerza.

SACRIFICAR­SE EN VANO. Llegados a este punto, una cosa parece clara: hace más de dos mil años que Aristótele­s, sin las herramient­as científica­s actuales, ya pisó los senderos por los que hoy transita la ciencia del entrenamie­nto.

Aun así, muchas son las corrientes actuales de pensamient­o empeñadas en considerar filosofía y entrenamie­nto como agua y aceite, cuando sin duda son hemoglobin­a y oxígeno.

Cuando ambas se combinan, nos enfrentan a una interesant­e pregunta: ¿por qué querría alguien invertir más tiempo, más esfuerzo, más sacrificio, más dolor, más sufrimient­o y más sudor en algo si puede obtenerlo de manera más fácil?

*The Conversati­on.

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INCIERTO. El popular eslogan de la cultura fitness “No pain no gain” carece de sustento científico.

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