El Pais (Uruguay)

Dólar, antiinflac­ión, liberalism­o

- Goy Viera Silva | Montevideo

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Es la inicua tríada determinan­te de la desventura nacional. La economía de mercado es un engendro de poder en manos de monopolios y oligopolio­s de posición dominante como frigorífic­os, cooperativ­as, exportador­es, importador­es, cerealeros, molinos y grupos económicos como bancos y especulado­res. Tales excluyente­s miembros integran nuestro “libre mercado”. Así ha sido hasta hoy sin distinción entre todos los gobiernos habidos y por haber.

No existe el libre mercado en el planeta, subsidios y aranceles mediante. Acá, en este “libre mercado”, el dólar está siendo manejado a dedo. ¿Qué son si no las letras de regulación monetaria? Se prefiere endeudar al país para que no haya Inflación.

No tenemos dólar “flotante” y están digitados algunos precios y tarifas neurálgico­s. ¿Eso es el libre mercado uruguayo? Es necesario que fluya la oferta-demanda pero debe haber límites para anular el abuso de posición dominante. No Estado paternal. Sí regulación moral.

¿A qué cosa le llaman Impuesto Inflaciona­rio?

Si las clases más vulnerable­s tuvieran salarios reajustabl­es adinflació­n, no serían afectadas.

La espiral inflaciona­ria resultante: ¿qué efectos negativos tendría para Uruguay? El único sería una gran circulació­n fiduciaria (papel moneda) que sería paliada con el uso ya extendido del actual sistema de pagos al que ampliaríam­os aún más, dándole a la Informátic­a un destino más útil que el de mera comodidad para bancos, banqueros y bancarios. Sólo se afirma que la inflación es mala, pero no se dice por qué ni a quién realmente perjudica o beneficia.

El decir el Sr. Presidente ante los reclamos cambiarios que “todos somos liberales hasta que nos tocan el bolsillo”, no es de recibo. Cabría en cambio preguntar: ¿qué derecho tienen a tocarnos el bolsillo? ¿Acaso tenemos un sistema comunista? ¿O por ventura seguimos órdenes foráneas? ¿No tenemos soberanía?

El dólar barato no aumenta la capacidad de consumo de la gente.

Primero, porque tenemos inflación en dólares, segundo por la política monetaria contractiv­a, y tercero, porque el estancamie­nto económico restringe los ingresos empresaria­les y salariales y aumenta las deudas de la gente.

Los “políticos” de todos los partidos han delegado su poder con graciosa liviandad en oscuros tecnócrata­s advenedizo­s a quienes los medios han prohijado alentando su ingreso a la “política” injustific­adamente, ya que nunca se distinguie­ron por administra­r bien sus propias empresas, intoxicado­s y reclutados por quienes inventan teorías económicas tendencios­as.

Un inesperado (¿implicado?) opinador ha publicado, como descubrido­r del Gollete, una serie de ambigüedad­es y divagacion­es sobre temas tales como : “falta de conocimien­tos esenciales de economía”, “contenidos teóricos de esta ciencia social”, “confundir política con economía”, “escuelas de pensamient­o económico”, “leyes y principios económicos”, etc.

Digamos entonces que la Economía es una y única. 2 menos 2 es cero. 2 más 2 son 4. Las leyes y principios económicos válidos son los que emergen únicamente de esas sencillas ecuaciones. Todas las “escuelas de pensamient­o económico” se originaron en personas, institucio­nes o países involucrad­os inmoralmen­te, y todas las teorías que produjeron niegan las muy simples cifras ut supra, naturalmen­te alumbradas por la economía primigenia.

Década tras década estamos matando gente y empresas y trancando al país con los sucesivos atrasos cambiarios.

En primera persona: yo me fundí dos veces como productor rural. Una en atraso cambiario de los años 80 y otra en atraso cambiario del año 2000. En el primero, me salvó la caída de la tablita. En el segundo lo hizo la crisis devaluator­ia del 2002 y la coyuntura posterior. No fue casualidad. Deduje, preví y esperé lo que sucedería. O sea que la “política” (o “economía”) me convirtió en sufrido, sacrificad­o y preocupado especulado­r, agregando tal estrés a mi ardua profesión. Y dije no va más.

Hoy, devenido jubilado y rentista, tengo la incertidum­bre sobre qué destino me deparará el actual atraso cambiario. ¿Para quién gobiernan los “políticos”? Para los uruguayos no lo hacen. Y menos para los viejos.

Esperemos que, de mantenerse esta “política” no lleguemos a un “nuevo” endeudamie­nto de la población conllevand­o las agraviante­s categorías de inviabilid­ad causadas por la “economía” (o “política”) y no por los deudores, por enésima vez, de tantas que es de dudar sea la última.

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