El Pais (Uruguay)

Policía mata a un jubilado por $ 40 mil en San Antonio

Víctima y asesino se conocían desde hace años

- EDUARDO BARRENECHE

■■ La localidad de San Antonio (Canelones) quedó conmovida luego de conocer detalles del crimen del jubilado rural Carlos Cuadro (70) a manos de un policía de la zona con el propósito de robarle $ 40.000. La última vez que Cuadro fue visto con vida fue el viernes 5 cuando concurrió a un comercio a comprar una garrafa de gas.

Más de 50 personas participar­on en la búsqueda por la zona. Las pistas apuntaron hacia un policía que vive en San Antonio, ya que utilizó la tarjeta de débito de Cuadro para retirar dinero en dos ocasiones. En el fondo de la casa del agente, hoy formalizad­o, la Policía encontró un trozo del cadáver. El policía confesó que el resto lo tiró en volquetas.

Carlos Cuadro era un jubilado rural. Como todo hombre de campo, se acostaba muy temprano y se levantaba a las 5 de la mañana, antes de que saliera el sol. Tras desayunar, comenzaba a trabajar en una enorme quinta que tenía al costado de su casa.

Con 70 años, Cuadro vivía en forma frugal en una pequeña casa con techo de dos aguas ubicada en José Pedro Varela y Rogelio Martínez, en el pueblo San Antonio (Canelones). Al fondo había un galpón para guardar herramient­as y cajones.

La quinta —de unos 50 metros de largo y cuarenta de ancho y una decena de canteros— producía más de lo que el hombre consumía. El resto de la producción Cuadro la vendía a la provisión y frutería “Yanet” ubicada en San Antonio.

Rara vez Cuadro pagó allí por mercadería. Le daba y sobraba lo que le generaba la quinta. Y de luz gastaba apenas $ 1.000. No hace mucho, según los vecinos, Cuadro comenzó a cobrar una pequeña jubilación.

Era un hombre fornido. En el fondo de su quinta tenía un aljibe algo desvencija­do. De allí sacaba agua en viejos baldes de 10 litros que, en el pasado, habían contenido pinturas. Con esos baldes, Cuadro regaba todos los canteros de la enorme quinta. Esa tarea le demandaba varias horas de trabajo.

Como hombre de campo, Cuadro era una persona de pocas palabras. Saludaba cortésment­e a sus vecinos e intercambi­aba algunas palabras amables. Nada más.

En el pueblo y en zonas adyacentes tenía a varios familiares a quienes trataba también con cordialida­d. Sin embargo, no era de usar el teléfono.

“Era un hombre ameno, bien educado. Vendía verduras acá. No era una persona nerviosa ni con malas costumbres. Se llevaba bien con todo el mundo”, dijo un comerciant­e de San Antonio a El País, quien prefirió no ser identifica­do porque cree que en el crimen de Cuadro participar­on más personas que hoy viven en el pueblo. Otros vecinos opinan lo mismo.

La muerte de Cuadro a golpes a manos de un efectivo policial tiene conmovido a San Antonio desde hace días.

Un vecino de la víctima dijo a El País que el agente imputado utilizó sus habilidade­s como policía para reducir a la víctima. “Cuadro era una persona que medía más de un 1.80 y pesaba unos 90 kilos. No es posible que una persona sola lo pudiera colocar dentro de su auto y trasladarl­o a otro lugar”, dijo el vecino.

Celeste, otra vecina, explicó el sentir del pequeño pueblo canario donde nada pasa y de un día para otro se dio una especie de catástrofe. “Acá todos nos conocemos. No sabemos lo más íntimo pero sí quién es quién. No salimos del asombro porque el policía lo mató a palos y luego tiró los trazos del cuerpo en una volqueta cerca del cementerio”, relató.

Ubicado sobre la ruta 33, el pueblo canario de San Antonio y sus alrededore­s tiene apenas unos 3.000 habitantes.

LAVADERO. El viernes 5 fue la última vez que se lo vio con vida a Cuadro. Temprano, a eso de las 8 de la mañana, el hombre de 70 años ingresó y saludo en forma amable a Yanet y a su empleada.

El jubilado le dijo que se le había acabado el gas y preguntó si el sábado hacían entregas de garrafas. Aprovechan­do la ocasión, Yanet le trasmitió a Cuadro que necesitaba comprarle dos o tres cajones de hortalizas.

El martes de mañana, Yanet cargó la garrafa en su camioneta y circuló las pocas cuadras que la separaban de la casa de Cuadro. Golpeó en forma insistente y nadie atendió. Yanet vio en el galpón que estaban los tres cajones con las verduras que había pedido a Cuadro días atrás. También observó que el panadero, que viene de San Bautista, un pueblo cercano, y reparte pan a varias personas de San Antonio, le había dejado el pan y que Cuadro no lo había levantado. Le extrañó que Carlos no estuviera en su casa, pero de todos modos se subió a su camioneta y regresó a su comercio.

Dos días más tarde, el domingo 7, el panadero regresó a

El policía imputado llevó su auto a Los Cerrillos a que le cambien el tapizado.

la casa de Cuadro. Vio que el pan que había dejado seguía en el lugar. Como hacía muchos años que repartía en el pueblo, conocía dónde vivía una sobrina del jubilado y se contactó con ella.

La sobrina, desesperad­a, comenzó a llamar a todos los conocidos del pueblo preguntand­o si alguien sabía el paradero de su tío. Poco después, unas 50 personas rastrillar­on el pueblo y los alrededore­s durante varios días en vano.

Sin embargo, la Policía dio con el homicida porque cometió varios errores. Para no olvidarse de la contraseña de su tarjeta, Cuadro la tenía pegada en su plástico. El agente hoy formalizad­o por el crimen retiró $ 30.000 de un banco de San Antonio y luego $ 10.000 en un local de cobranzas. Poco después, llevó su auto a Los Cerrillos para que le cambiaran su tapizado. El objetivo de esa medida era eliminar cualquier rastro de sangre de la víctima.

En uno de los rastrillaj­es en búsqueda de pruebas, la Policía encontró en el fondo de la casa del efectivo policial investigad­o una tapa de cemento recienteme­nte colocada. Los policías levantaron la tapa y allí encontraro­n la pelvis de Cuadro.

Al ser indagado el efectivo, confesó que cortó otros trozos del cuerpo y los tiró en volquetas dentro de bolsas de residuos. El viernes 19 y el sábado 20, policías realizaron rastrillaj­es sin éxito en el vertedero de Cañada Grande, un lugar donde llegan decenas de camiones con residuos de varias partes de Canelones.

Lo que no sabía el asesino era que Cuadro tenía guardado en su casa $ 150.000 dentro de un zapado, según relataron los vecinos.

 ?? ?? QUINTERO. La propiedad del jubilado Carlos Cuadro, donde había una quinta cuya producción consumía y el resto la vendía a comercio.
QUINTERO. La propiedad del jubilado Carlos Cuadro, donde había una quinta cuya producción consumía y el resto la vendía a comercio.

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