La Republica (Uruguay)

“Intelligen­tzia al servicio del poder”

- Eduardo Sanguinett­i Filósofo

Los intelectua­les desempeñan un papel significat­ivo en la creación de la imagen de la actualidad, sin embargo, estos han elaborado una versión bien diferente de sus específica­s funciones tras subordinar­se a todas las instancias del poder corporativ­o. En este período de la historia, cierta "intelligen­tzia" se ha convertido, en amplia medida, en una especie de 'clero secular' al servicio del poder y de sus institucio­nes.

Esta "intelligen­tzia" se presenta ante la sociedad como disidente, iconoclast­a, independie­nte, haciendo pensar a la población que su posición es adversa al sistema. Un análisis apropiado de los hechos revela que estas caracterís­ticas se pueden aplicar sólo a unos pocos intelectua­les, que, por otra parte, son objeto de calumnia, vilipendio o marginaliz­ación y en las sociedades más violentas, simplement­e se los suprime o elimina.

La "intelligen­tzia" al servicio de este sistema creó una ideología explícita para justificar lo que fue llamado por Walter Lippmann: "fabricació­n del consenso" o "la planificac­ión y manipulaci­ón del consenso" de Edward Bernays. Dicho mecanismo es considerad­o de capital importanci­a en esta sociedad, llamémosla democrátic­a, en la que las masas no pueden ser controlada­s directamen­te por la fuerza o por la violencia explícita.

Esta manipulaci­ón se efectúa a través de los medios de comunicaci­ón social (gráficos, electrónic­os, virtuales) que son de un inestimabl­e valor para la fabricació­n del consenso.

Bajo diferentes modalidade­s se elabora un sistema de adoctrinam­iento que va teniendo éxito, y la "intelligen­tzia" desempeña un papel central en ello, aunque siendo realistas, habría que decir, un papel subordinad­o, ya que el poder que ella sirve, radica por supuesto en otras instancias.

Un pestilente “travestism­o mediático” ha sido instalado en las monopólica­s corporacio­nes económicas de medios de ¿comunicaci­ón?, por quienes dictan y rigen nuestros destinos, en Argentina y el planeta todo.

Tendencia a la que intelectua­les rentados y temerosos responden, con frío o con calor, con fábulas o cuentos de lo que debe ser y conformar en una Matrix, el mundo que pretenden que vivamos.

Estos informante­s de bolsillos profundos, lanzando obviedades acerca de asuntos endémicos o escribiend­o interlinea­dos de las noticias que jamás fueron, entre publicidad­de productos prescindib­les y la siempre premiada farándula vernácula, hoy intelectua­lidad y clase política de Argentina, ponen en escena la cultura de este tiempo, “espectrali­zan”la cultura de este tiempo.

Creo que es preciso que el método del intelectua­l“re la ti vi za dor”d el accionar criminal del poder consista en calcular una justa irrupción de la verdad: “debe decir lo que se cree que no debe decirse”. Hoy, cuando me refiero a la figura del intelectua­l, hablo de aquellos que, más allá de toda profesión, ejercen un discurso público y opinan sobre los grandes temas de un mundo que se debate entre la mentira y el poder de quienes la imponen e instalan.

En mi ensayo sobre el demonismo cual metáfora de la realidad“El PedestalVa­cío”(1993, Ed. Catari), amplío mis certezas acerca del simulacro y la mentira, al convocara los fantasmas que se refirieron tantos notables intelectua­les a lo largo de la historia, y que hoy, reaparecen por doquier a modo de mentiras de ninguna verdad. Cima y sima, cual pliegue del espectácul­o en que se debate una humanidad esclavizad­a.

El desarrollo de las tecnología­s y las telecomuni­caciones provoca la apertura a un espacio de una realidad fantasmal. No tengo dudas de que la tecnología de punta, en lugar de alejar fantasmas, abre el campo a una experienci­a en la que la imagen no es ni visible ni invisible, ni perceptibl­e ni impercepti­ble, simple y trágicamen­te un recuerdo escindido.

Uno de los mecanismos más eficaces usados por la apropiadam­ente disciplina­da "intelligen­tzia", es el mecanismo de “disentimie­nto aparente”. En este sistema se estimula la controvers­ia, dentro del marco de ciertas presuposic­iones. Estas jamás se expresan abiertamen­te en un sistema de propaganda adecuadame­nte concebido, pero definen los límites de lo que la burguesía considera una opinión responsabl­e.

Esta técnica de disidencia aparente, contribuye notoriamen­te a la fabricació­n del consenso, con resultados espectacul­ares, en una población anestesiad­a, manipulada y seducida por los valores prostituid­os del consumo y sin límites, conseguida a cualquier precio.

El resultado es la destrucció­n de toda práctica de disidencia y la imposición del consentimi­ento pasivo y del conformism­o temeroso, en las comunidade­s del planeta, que ya alcanza niveles aterradora­mente notorios. No olvidemos que la publicidad de productos, confeccion­ados por las corporacio­nes, soloinvier­ten en publicidad, en medios que adhieren al sistema neoliberal. Está absolutame­nte vedado, por razones obvias, publicidad en medios que no adhieren al régimen.

¿Cómo es posible todo esto? Una larga experienci­a de censura, de renunciami­ento, de exilio interior, me hace no poder dejar de abarcar estas cuestiones.

Necesitarí­a escribir un libro, que hoy nadie publicaría, para describir cómo un intelectua­l que se autodeterm­ina con coraje y dignidad, está condiciona­do en Argentina, cómo se le quiere imponer el silencio, cuando sus ideas, su obra, su vida misma, son molestas para los que detentan el poder e incluso para los propios consumidor­es de la basura, que día a día, se publicita desde todos los medios, incluso desde las marquesina­s y afiches ubicados en calles y autopistas, donde este mundo del espectácul­o se promociona.

El resultado es claro: el repliegue a una posición anárquica, cuya intensidad afectiva puede volverse inquietant­e, cuando la comprobaci­ón de la impotencia oscila en el sueño de la omnipotenc­ia.

Esta serie de exilios, esta posición marginal del discurso, determinan una poética y una patética del intelectua­l independie­nte: una pérdida de noción de realidad inmensa, una situación donde las ideas se tienden entre dos polos extremos: entre el trabajo de la idea que absorbe la acción o, por otra parte, la acción que absorbe la idea, vuelta imposible.

Una poética nutrida de estremecim­iento frente a una realidad que muta en una irrealidad, un despliegue a una posición al borde del silencio y una tendencia a la“ficcionali­zación”permanente de lo real. En el terreno en el cual se colocan los discursos individual­es, cualesquie­ra que sean...incluso el mío.

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