La política internacional del Frente Amplio
La situación internacional que se vive en la actualidad en el mundo desarrollado es bastante compleja, con rasgos de incertidumbre en los ámbitos políticos y económicos. Hay un gran descontento social, fruto de la profundización de las desigualdades sociales, los problemas del desempleo, con mucha influencia del progreso técnico y las innovaciones, y la estabilidad de los salarios reales. Los problemas migratorios en el mundo desarrollado multiplican los problemas. El descontento económico y social profundiza el descreimiento en los partidos políticos y está dando lugar a avances significativos a la derecha política, como lo marcan las elecciones de Francia, el Brexit y la propia elección de Trump en EEUU.
El descreimiento en los países desarrollados se traslada a nuestra región, y Macri gana en la Argentina, donde en realidad perdió el peronismo; la derecha gobierna en Brasil, con una especie de golpe de Estado para destituir a Dilma Rousseff; la derecha gana en Paraguay y puede ganar en Chile, a lo que se agrega una crisis muy profunda en Venezuela. Todo ello cambia el panorama regional con una política internacional más cercana a EEUU, dejando de lado postulados fundamentales para la integración regional.
Con este contexto internacional se tiene que mover la actual política internacional del tercer gobierno del FA. Mucha incertidumbre, mucha complejidad, difícil tener socios cercanos en la región. Pero a su vez, no se puede quedar aislado, siendo un país muy pequeño. El Uruguay debiera tener una estrategia de desarrollo que incluya las bases de la inserción económica internacional. Hoy vendemos recursos naturales con bajo valor agregado al mundo internacional. Sin acuerdos comerciales se han abierto alrededor de 170 mercados internacionales, donde se destacan los de China y Brasil. Pero a la región le vendemos productos industriales. La venta exclusiva de recursos naturales no resuelve los problemas del empleo, y por lo tanto tampoco la distribución del ingreso, ni la pobreza. Por lo tanto, es imprescindible participar en cadenas de valor donde se exporten bienes y servicios de alta y media tecnología, que es lo que predomina en el mundo actual del conocimiento. Esto es central para la política internacional. No estamos en desacuerdo con tratados comerciales. Queremos acuerdos que favorezcan esta nueva inserción internacional y que no me limiten el papel del Estado en la conducción económica, los estímulos y apoyos para avanzar hacia mayores niveles de igualdad. Limitar la acción del Estado, como ocurre en los tratados comerciales con países desarrollados, está en contradicción con las bases programáticas del FA. Para la nueva inserción internacional es indispensable avanzar en el proceso de integración regional, para ganar poder de negociación en futuros acuerdos y sobre todo, para garantizar nuestra participación en cadenas de valor regionales e internacionales para colocar rubros de alta y media tecnología. Por ello, no concordamos con declaraciones de altos exponentes del Poder Ejecutivo que critican al Mercosur como si fuera una institución enemiga. Por ejemplo, se culpa al Mercosur por la caída industrial de la década del 90, cuando la responsabilidad mayor de la misma surge del elevado atraso cambiario de la época. Por supuesto, que la integración regional y el Mercosur no pasan por su mejor momento pero es imprescindible revitalizar y dinamizar dichos procesos.
Es imprescindible profundizar los intercambios entre la fuerza política y el Poder Ejecutivo sobre la política internacional. Recientemente se negoció y se profundizó un Tratado comercial con Chile, en el que ni los parlamentarios ni la fuerza política pudo participar antes de acordarlo. Lo mismo ocurre con los acuerdos e intentos de futuros acuerdos entre Uruguay y China. Es muy difícil un TLC entre ambos, por la notable diferencia de poder de negociación, porque Argentina y Brasil no van a estar de acuerdo. China, la primera potencia comercial del mundo, ha generado una relación con los países de América del Sur donde compra recursos naturales con el mínimo valor agregado y nos vende bienes y servicios de alta y media tecnología. Para modificar esta situación es imprescindible una unidad regional que nos otorgue mayor poder de negociación. Pero lo relevante para este artículo, es que no existe ningún grado de participación en estos temas ni de la fuerza política ni de las bancadas parlamentarias.
En estos días surge el debate sobre la situación de Venezuela. Por un lado, no hay duda que con el liderazgo de EEUU, hay injerencia en los asuntos internos de dicho país. No podemos olvidar los principios de autodeterminación y no intervención. Sobre todo cuando se critica a Venezuela, y no lo hacen con los acontecimientos que afectan derechos humanos en México, Honduras o Guatemala, ni contra el golpe en Brasil. Uruguay no puede quedar pegado a la política internacional de gobiernos de derecha de Brasil, Argentina, México, Colombia y otros. Cabe destacar las definiciones del Poder Ejecutivo de Uruguay que no acompañó la última declaración de estos países, y que también se opuso a la aplicación de la carta democrática contra Venezuela. Los problemas de Venezuela los deben resolver los propios venezolanos bajo los principios democráticos de diálogo, negociación y acuerdos. Hay que ayudar a ello y no echar leña al fuego a una situación extremadamente tensa, seguramente con responsabilidad de acciones gubernamentales y de la oposición.
Entendemos relevante el diálogo e intercambio entre el Ejecutivo y la fuerza política antes de las decisiones finales, porque estos distintos temas son suficientemente importantes. La reunión del lunes 8 de mayo, entre el canciller y la fuerza política, representada por el Secretariado, fue muy buena. El canciller se mostró dispuesto a todo tipo de diálogo con la fuerza política y sentimos que va muy bien preparado a su próxima interpelación.