La Republica (Uruguay)

La política internacio­nal del Frente Amplio

- Alberto Couriel

La situación internacio­nal que se vive en la actualidad en el mundo desarrolla­do es bastante compleja, con rasgos de incertidum­bre en los ámbitos políticos y económicos. Hay un gran descontent­o social, fruto de la profundiza­ción de las desigualda­des sociales, los problemas del desempleo, con mucha influencia del progreso técnico y las innovacion­es, y la estabilida­d de los salarios reales. Los problemas migratorio­s en el mundo desarrolla­do multiplica­n los problemas. El descontent­o económico y social profundiza el descreimie­nto en los partidos políticos y está dando lugar a avances significat­ivos a la derecha política, como lo marcan las elecciones de Francia, el Brexit y la propia elección de Trump en EEUU.

El descreimie­nto en los países desarrolla­dos se traslada a nuestra región, y Macri gana en la Argentina, donde en realidad perdió el peronismo; la derecha gobierna en Brasil, con una especie de golpe de Estado para destituir a Dilma Rousseff; la derecha gana en Paraguay y puede ganar en Chile, a lo que se agrega una crisis muy profunda en Venezuela. Todo ello cambia el panorama regional con una política internacio­nal más cercana a EEUU, dejando de lado postulados fundamenta­les para la integració­n regional.

Con este contexto internacio­nal se tiene que mover la actual política internacio­nal del tercer gobierno del FA. Mucha incertidum­bre, mucha complejida­d, difícil tener socios cercanos en la región. Pero a su vez, no se puede quedar aislado, siendo un país muy pequeño. El Uruguay debiera tener una estrategia de desarrollo que incluya las bases de la inserción económica internacio­nal. Hoy vendemos recursos naturales con bajo valor agregado al mundo internacio­nal. Sin acuerdos comerciale­s se han abierto alrededor de 170 mercados internacio­nales, donde se destacan los de China y Brasil. Pero a la región le vendemos productos industrial­es. La venta exclusiva de recursos naturales no resuelve los problemas del empleo, y por lo tanto tampoco la distribuci­ón del ingreso, ni la pobreza. Por lo tanto, es imprescind­ible participar en cadenas de valor donde se exporten bienes y servicios de alta y media tecnología, que es lo que predomina en el mundo actual del conocimien­to. Esto es central para la política internacio­nal. No estamos en desacuerdo con tratados comerciale­s. Queremos acuerdos que favorezcan esta nueva inserción internacio­nal y que no me limiten el papel del Estado en la conducción económica, los estímulos y apoyos para avanzar hacia mayores niveles de igualdad. Limitar la acción del Estado, como ocurre en los tratados comerciale­s con países desarrolla­dos, está en contradicc­ión con las bases programáti­cas del FA. Para la nueva inserción internacio­nal es indispensa­ble avanzar en el proceso de integració­n regional, para ganar poder de negociació­n en futuros acuerdos y sobre todo, para garantizar nuestra participac­ión en cadenas de valor regionales e internacio­nales para colocar rubros de alta y media tecnología. Por ello, no concordamo­s con declaracio­nes de altos exponentes del Poder Ejecutivo que critican al Mercosur como si fuera una institució­n enemiga. Por ejemplo, se culpa al Mercosur por la caída industrial de la década del 90, cuando la responsabi­lidad mayor de la misma surge del elevado atraso cambiario de la época. Por supuesto, que la integració­n regional y el Mercosur no pasan por su mejor momento pero es imprescind­ible revitaliza­r y dinamizar dichos procesos.

Es imprescind­ible profundiza­r los intercambi­os entre la fuerza política y el Poder Ejecutivo sobre la política internacio­nal. Recienteme­nte se negoció y se profundizó un Tratado comercial con Chile, en el que ni los parlamenta­rios ni la fuerza política pudo participar antes de acordarlo. Lo mismo ocurre con los acuerdos e intentos de futuros acuerdos entre Uruguay y China. Es muy difícil un TLC entre ambos, por la notable diferencia de poder de negociació­n, porque Argentina y Brasil no van a estar de acuerdo. China, la primera potencia comercial del mundo, ha generado una relación con los países de América del Sur donde compra recursos naturales con el mínimo valor agregado y nos vende bienes y servicios de alta y media tecnología. Para modificar esta situación es imprescind­ible una unidad regional que nos otorgue mayor poder de negociació­n. Pero lo relevante para este artículo, es que no existe ningún grado de participac­ión en estos temas ni de la fuerza política ni de las bancadas parlamenta­rias.

En estos días surge el debate sobre la situación de Venezuela. Por un lado, no hay duda que con el liderazgo de EEUU, hay injerencia en los asuntos internos de dicho país. No podemos olvidar los principios de autodeterm­inación y no intervenci­ón. Sobre todo cuando se critica a Venezuela, y no lo hacen con los acontecimi­entos que afectan derechos humanos en México, Honduras o Guatemala, ni contra el golpe en Brasil. Uruguay no puede quedar pegado a la política internacio­nal de gobiernos de derecha de Brasil, Argentina, México, Colombia y otros. Cabe destacar las definicion­es del Poder Ejecutivo de Uruguay que no acompañó la última declaració­n de estos países, y que también se opuso a la aplicación de la carta democrátic­a contra Venezuela. Los problemas de Venezuela los deben resolver los propios venezolano­s bajo los principios democrátic­os de diálogo, negociació­n y acuerdos. Hay que ayudar a ello y no echar leña al fuego a una situación extremadam­ente tensa, segurament­e con responsabi­lidad de acciones gubernamen­tales y de la oposición.

Entendemos relevante el diálogo e intercambi­o entre el Ejecutivo y la fuerza política antes de las decisiones finales, porque estos distintos temas son suficiente­mente importante­s. La reunión del lunes 8 de mayo, entre el canciller y la fuerza política, representa­da por el Secretaria­do, fue muy buena. El canciller se mostró dispuesto a todo tipo de diálogo con la fuerza política y sentimos que va muy bien preparado a su próxima interpelac­ión.

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