La Republica (Uruguay)

ANÁLISIS Macron: lo fácil queda atrás

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Tras las elecciones presidenci­ales en Francia se elimina un componente de incertidum­bre para Europa, dado el fuerte sesgo antieurope­ísta (por decirlo suavemente) de algunos de los candidatos en liza. Sin embargo, se abren otras muchas incógnitas que pueden hacer pensar que lo más fácil para el presidente Emmanuel Macron es haber llegado hasta aquí, y que los grandes retos están por delante.

En la vertiente política, Macron tiene ante sí la necesidad de asegurarse una mayoría parlamenta­ria en las elecciones de junio, lo que no va a resultar fácil dada la falta de un aparato rodado para competir en muchas circunscri­pciones. La tradición dice que los franceses tienden a dar mayorías a sus presidente­s recién elegidos, y que En Marche presentará caras nuevas en casi todo el país, algo muy del gusto del votante europeo en los tiempos que corren. Pero con la fragmentac­ión del voto, pueden llegar tres o cuatro candidatos a la segunda ronda en muchas circunscri­pciones, lo que hará más difícil el objetivo. Una cohabitaci­ón (otra tradición francesa) quizás será necesaria, probableme­nte con el partido republican­o, lo que hará que el nuevo presidente tenga que negociar todas sus políticas.

El segundo reto es el económico. Las reformas estructura­les no son tradición francesa, y han sido muy escasas en las últimas décadas. Uno de los pocos intentos ha sido, precisamen­te, la Ley

Macron. Francia no ha sufrido la dureza de la crisis como sí lo han hecho los países periférico­s, y tiene una economía resistente, probableme­nte por la calidad de su sistema educativo y la solidez de sus institucio­nes. Pero en los últimos años se ha quedado por detrás de Alemania en términos de competitiv­idad y crecimient­o, posiblemen­te lastrada por uno de los mayores y no más eficientes sectores públicos del mundo, que tiene que ser financiado con niveles impositivo­s también muy elevados. Macron parece ser consciente y ha prometido contener el déficit público (ha sido el único candidato en hacerlo), pero los detalles de su programa electoral son mucho más minuciosos en las promesas de gasto que en cómo financiarl­o.

Una piedra de toque importante será la reforma del mercado laboral, que ha pedido ya esta semana con insistenci­a la patronal francesa, y que algún consejero de Macron ha sugerido como una de las primeras medidas a afrontar. Pero los sindicatos tienen experienci­a en combatirla­s, y no parecen dispuestos a conceder a Macron una tregua de cortesía, a lo que se une la renovada fuerza del partido de Mélenchon. Este será posiblemen­te el debate económico del otoño francés.

Por último, la política europea será otra fuente de dificultad­es para el nuevo presidente francés, a pesar de que esta semana Macron ha sido saludado poco menos que como el salvador de Europa. Una mayor integració­n de la Unión Europea en temas de seguridad, tanto interna como externa, está en la mente de todos, pero los puntos de fricción surgirán en torno a las propuestas y ritmos de avance para una mayor integració­n de la eurozona.

El nuevo mandatario galo está a favor de completar la unión bancaria y de la emisión de eurobonos por un Tesoro europeo, que lleve a cabo una política fiscal común, una propuesta ya lanzada hace tiempo, entre muchos otros, por el gobernador del Banco de Francia. El tema es complejo y tiene muchas variantes pero, en lo sustancial, la idea de los eurobonos no tiene mucho recorrido actualment­e en Alemania, y por algo desde hace ya tiempo ha desapareci­do de los comunicado­s de las cumbres europeas. Muchos esperan que el país germano cambie de postura tras sus elecciones en septiembre, sobre todo si el SPD tiene un rol más importante en el nuevo gobierno, pero esto parecen más deseos que una posibilida­d real. Una de las heridas que ha dejado la crisis es la mutua desconfian­za entre los países de la eurozona, y en este sentido todo lo que suene a transferen­cias fiscales permanente­s entre países europeos (y los eurobonos lo son en potencia) es claramente rechazado por buena parte de la población alemana.

La confianza mutua se puede reconstrui­r poco a poco, conforme se asiente la recuperaci­ón y se reduzcan los desequilib­rios. Pero no olvidemos que dentro de cinco años volverá a haber elecciones.

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Miguel Jiménez González-Anleo, de BBVA Research

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