Alimenta la esperanza: Uruguay pisó fuerte en su debut mundialista
Con un golazo de Rodrigo Amaral, venció a Italia en un partido en que tuvo pasajes de gran nivel.
La Sub 20 se sacó de encima al que promete ser el escollo más duro de la fase de grupos. Le ganó 1-0 a Italia, subcampeón de Europa, con un golazo de Rodrigo Amaral (quien, al igual que Facundo Waller, terminó lesionado) cuando peor la pasaba. Uruguay jugó un primer tiempo magistral y se desinfló en el segundo, pero obtuvo una victoria merecida y demostró que, con la calidad de jugadores que tiene, puede darle pelea a quien sea en el Mundial que se está desarrollando en Corea del Sur.
Ilusionante
Lo hecho por Uruguay en el primer tiempo es digno de aplausos. Es cierto que no se fue al vestuario en ventaja, pero es innegable que no solo dominó el trámite y la pelota, sino que demostró varias de las virtudes que alimentan la ilusión de todos.
La Celeste tuvo varios puntos altos, cruciales en el andamiaje del equipo. Uno de ellos fue Federico Valverde. El “Pajarito” se situó apenas delante de la defensa (posición en que está jugando en Real Madrid), agarró la batuta y dirigió a la orquesta. Eterna primera opción de pase y artífice de todas las salidas limpias desde el fondo, su trabajo fue indispensable para el gran rendimiento de los “pibes” de Coito en la primera mitad.
Uruguay pasó casi todo el tiempo instalado en campo rival. Lo hizo gracias a la intensa presión, que logró ahogar a Italia y limitar sus opciones de gol. Como si lo hecho por Valverde no fuera suficiente, el resto de los volantes hizo también un gran trabajo. La dupla Rodrigo BentancurFacundo Waller (quien salió lesionado a mediados del episodio) aportó mucho.
Especialmente destacado fue lo de Nicolás De La Cruz, principal carta ofensiva oriental. No dudó en hacerse cargo de la pelota, y casi sin excepciones tomó buenas decisiones, acertando el momento de pasarla y de apostar a una maniobra individual, en las que brindó varias pinceladas de talento.
Las chances no escasearon. Tiros libres de De La Cruz y Valverde, un bombazo de Schiappacasse que se topó con una gran respuesta de Andrea Zaccagno y una pelota definida por Ardaiz que terminó en un rebote que De La Cruz estuvo a punto de transformar en gol fueron algunas de ellas.
Ninguna fue más clara como el penal que advirtieron los árbitros asistentes de video, quienes le avisaron al árbitro que se había comido un penal contra Joaquín Ardaiz. Las repeticiones demostraron que era cierto. Sin embargo, Zaccagno volvió a agigantarse e impidió que De La Cruz lo cambiara por gol.
La defensa celeste, en tanto, no tuvo demasiados problemas. Es cierto que el juego aéreo generó alguna preocupación aislada, especialmente por culpa del corpulento Andrea Favilli, pero el hecho de que Italia limitara su ofensiva a ese camino y a los remates de media distancia, le facilitaron la vida a Uruguay, que se fue al entretiempo sabiéndose infinitamente superior y lamentando no haberlo podido traducir en el marcador.
Un clásico
Como ha pasado y pasará hasta el fin de los tiempos, Uruguay marcó cuando peor la pasaba ante Italia, que salió al segundo tiempo con otra cara y modificó drásticamente el libreto del partido.
Los subcampeones de Europa desempeñaron el papel que hasta entonces había interpretado Uruguay. Marcó intensamente, sabiendo imprescindible la intensificación de la defensa para controlar a los celestes, y multiplicó su insistencia mediante el juego aéreo.
La pelota fue casi exclusivamente de Italia, que tomó nota de lo sucedido en el primer tiempo y volvió a Uruguay un equipo inofensivo.
Es innegable que el equipo de Coito extrañó mucho a Waller, que al irse lesionado fue reemplazado por Carlos Benavidez, de diferentes características y que inevitablemente cambió la postura de Uruguay, pero no fue esta la razón principal del decaimiento futbolístico de Uruguay. Los motivos los trajo bajo el brazo Italia, cuya anotación parecía inminente.
Recién a 20’ del final la Sub 20 tuvo una chance clara, apegándose a otra inmortal receta nacional: el bombazo desde el fondo buscando que el delantero se las arregle como pueda. Un pase largo encontró a Schiappacasse, que casi sin esfuerzo logró quedar mano a mano y dar vida a un remate cruzado que se fue junto al palo.
Tras el aviso llegó la siempre valiosa pelota quieta para sacar de los apuros a Uruguay. Va, lo que en realidad salió a flote fue la magnífica pegada de Rodrigo Amaral, que remató un tiro libre con un misil teledirigido que se metió en el ángulo. Ni Benji Price en su mejor día habría sido capaz de atajarla.
El delantero apareció para rescatar a Uruguay en la primera pelota que tocó. Es que hasta entonces le había costado muchísimo entrar en juego, pues el dominio ejercido por Italia mantenía a los atacantes orientales a kilómetros de la acción.
La anotación trastocó el trámite, pues le dio más aire a Uruguay, que vio como sus problemas empezaban a disiparse. Recuperó parte de la posesión perdida, pasó más tiempo en el campo rival (alejando así el peligro del suyo) y la calma le volvió al cuerpo. Solamente fue interrumpida por Paolo Ghiglione, quien cerró una buena pieza colectiva con un bombazo que no selló el empate por cuestión de centímetros.
El pitazo del juez dio rienda suelta a la alegría uruguaya, que ya es cosa del pasado, pues Japón aparece en el horizonte.