Lanús fue mucho más que Nacional, que igual se metió en octavos
El equipo de Lasarte, que casi no pateó al arco, perdió 1-0 pero entró entre los 16 mejores del continente.
El sensato fallo de Conmebol terminó siendo fundamental para Nacional. Si los puntos hubieran ido al Chapecoense y no a Lanús, el equipo de Martín Lasarte habría quedado eliminado de la Copa Libertadores. Porque poco pudo hacer ante el campeón argentino, que fue ampliamente superior y transformó al tricolor en un equipo sin capacidad ofensiva, al punto que prácticamente no pateó al arco.
La versión de los tricolores fue bastante pobre, sobre todo por el gran papel desempeñado por los“granates”, que controlaron el partido de principio a fin, haciendo desaparecer las virtudes de Nacional y agrandando las propias. El duelo en el mediocampo fue todo de Lanús, que se impuso con un golazo de Alejandro Silva y clasificó a la próxima ronda como primero del Grupo 7.
Inofensivo
Así fue el equipo de Martín Lasarte durante el primer tiempo. Lanús dominó todos los aspectos del juego, mostró pinceladas de la calidad que lo hizo merecedor de muchísimos halagos en el fútbol argentino y prácticamente no pasó problemas en defensa.
Tal fue así, que la única llegada peligrosa de Nacional la creó José Luis Gómez, central “granate” que intentó despejar un centro y casi se mete un golazo en contra. Esteban Andrada, que voló contra el palo, evitó que el potente cabezazo ingresara en su propio arco.
Los albos dispusieron de alguna otra tibia aproximación, como un remate de media distancia de Sebastián Fernández, pero no mucho más. Salta a la vista que fue un equipo tremendamente inofensivo, lo que inevitablemente conspiraba contra sus posibilidades de hacerse con la victoria.
En contrapartida, Lanús controlaba el partido sin esfuerzo aparente. La mecani- zación de los movimientos, producto de la repetición y la experiencia adquirida por un equipo que hace largo tiempo juega junto y, por ende, se conoce casi de memoria, permitía a los bonaerenses ejercer un dominio total.
El cabezazo de Nicolás Aguirre, que se topó con una magnífica respuesta de Conde, fue el primer aviso de Lanús. El reloj señalaba entonces 18’; poco después, perdió a una de sus piezas ofensivas más importantes, pues Lautaro Acosta, cuya velocidad y habilidad hacen un eterno motivo de problemas para las defensas rivales, salió lesionado tras una falta de Santiago Romero.
La calidad colectiva de Lanús alcanzó su cúspide a los 27’. La marca de los tricolores nada pudo hacer para cortar una genial jugada colectiva, plagada de toques, que terminó con José Sand tomándose todo el tiempo del mundo para girar y meter un pase que encontró a Alejandro Silva. El uruguayo se internó en el área y la picó por encima de Conde, trasladando al tanteador la manifiesta superioridad de los argentinos en el trámite.
El 1-0 despabiló un poco a Nacional, que adelantó sus líneas y aumentó su agresividad. Sin embargo, esto no estuvo ni cerca de ser suficiente para tomar las riendas del partido, que seguía siendo dominado por Lanús. El mediocampo tricolor no pesaba como debía, los delanteros estaban perdidos arriba y la defensa podía hacer poco cuando los argentinos pisaban el acelerador.
El primer tiempo se transformó en historia dejando en claro que Nacional estuvo a kilómetros de su mejor versión. Su adversario se lo impidió.
Posesión inútil
Nadie podía dudar que era necesario meter mano en el equipo. De hecho, Martín Lasarte se inclinó por hacer un cambio en el entretiempo, lo que rara vez sucede. Rodrigo Aguirre ingresó en lugar de Kevin Ramírez.
Sin embargo, era complicado que una variante surtiera efecto ante un equipo del nivel colectivo de Lanús, que a punto estuvo de ampliar la ventaja en el amanecer del segundo tiempo. José Sand quedó mano a mano tras un genial pase de Aguirre, pero Esteban Conde le ahogó el grito tapando la pelota con el pie.
Nacional no tenía espacios. La falta de lucidez seguía aquejándolo, y la creatividad brillaba por su ausencia. Los albos abusaban de las pelotas áreas para intentar poner en aprietos a Lanús, pero no lo consiguió.
La primera (y prácticamente la única) posibilidad que tuvo Nacional se produjo a raíz de un error de Diego Braghieri, que la perdió en una salida del fondo y le regaló la pelota a Hugo Silveira, cuyo remate desde el borde del área careció de precisión y potencia.
El ingreso de Martín Ligüera, a esa altura pedido por todo el Parque Central. Se produjo a poco más de veinte minutos del final. Nacional mejoró un poco en ofensiva, pero no tanto como para crear una ocasión clara de gol. El dominio de Lanús, incluso con mucho menos posesión de pelota que antes, seguía vivo.
Los tricolores empujaron, y a base de esfuerzo intentaron asediar al rival, lo que jamás lograron. El hecho de que haya dependido de un tiro de Alfonso Espino desde fuera del año, que se fue lejos del travesaño, es claro testimonio de ello.
Nada pudo cambiar el final de un partido en que hubo tantas diferencias futbolísticas entre los equipos. Nacional sabe que tiene mucho que mejorar, pero, pese a la derrota, se llevó un consuelo nada menor: es uno de los 16 mejores equipos del continente.