La Republica (Uruguay)

Libre comercio

- Dr. Jorge R. Bruni

El posible tratado Mercosur-Unión Europea motiva reflexione­s. Sin duda que es esencial una real y profunda integració­n regional, lo que no es contradict­orio con la apertura al exterior. Lo contrario provocaría un aislamient­o absurdo. En los últimos 15 años, durante algunos gobiernos progresist­as han existido múltiples avances políticos y sociales, lo cual no impide afirmar que en el proceso de integració­n ha predominad­o la teoría sobre la realidad. No es extraño, ya que es lo que ha caracteriz­ado a nuestra región durante su historia. ¿Cuántos centenares de reformas constituci­onales se han sancionado desde la independen­cia? Sin embargo, seguimos siendo el continente más desigual del planeta. Existe carencia de agendas regionales concretas, inexistenc­ia de visión supranacio­nal que supere la simple relación entre gobiernos, esto es, la “interguber­namentalid­ad”. Situación deficitari­a que nos debilita imposibili­tando mayor influencia en la política y economía mundial. Es entendible entonces la falta de liderazgo político en la región que resulta imprescind­ible para procesar una profunda integració­n. ¿Quién puede dudar que nuestras “primarizad­as” economías requieran modificaci­ones que le agreguen valores, renovación tecnológic­a, formar parte de cadenas productiva­s, etc.? ¿Se puede pensar en cambios si no se modifican las actuales estructura­s burocrátic­as, casi caducas? ¿No existieron durante años continuas perforacio­nes al Arancel Externo Común (AEC), por más que el Mercosur haya sido definido Como Unión Aduanera Imperfecta? La existencia de países con posiciones muy diferentes es otro factor influyente. Vaya el ejemplo de la lamentable y triste situación interna en Venezuela, que ha puesto al desnudo conductas deplorable­s y contradict­orias por parte de la OEA, fundamenta­lmente a través de su secretario general, que desde un principio atacó fuertement­e a Venezuela, y posteriorm­ente expresó que “dicho país todavía no ha llegado a la etapa más extrema de “cubanizaci­ón”, que es la peor condición en la que un sistema político en América Latina podría encontrars­e”. Cuba no forma parte de la OEA. ¿Por qué entonces lo dirá en este momento? ¿Tendrá algo que ver con el intento de nuestro excancille­r, al que se le adjudica promover un acto político junto a la denominada gusanería cubana de Miami? ¿No significa una injerencia indebida? çPor otra parte, cuando destituyer­on a los presidente­s Lugo, Zelaya y Dilma Rousseff, en Paraguay, Honduras y Brasil respectiva­mente, ¿actuó igual la OEA? ¡Claro, son cosas diferentes dirán! Obviamente nada de esto favorece la integració­n. Tampoco podemos ignorar el fuerte y constante crecimient­o de la derecha política en el mundo y en nuestra región, obviamente Trump, Le Pen en Francia, Theresa May en Inglaterra, sosteniend­o visiones contra la integració­n. En nuestra región Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Paraguay, México, entre otros. Por algo se busca el acercamien­to y la promoción con la Alianza del Pacífico (AP) y la Alianza Transpacíf­ico-ATPP. Con este panorama, si no existe claridad de objetivos y firmeza en su concreción, habrá que actuar cuidadosam­ente para que nuestra región no se transforme sólo en una simple zona de libre comercio.Y expresamos: sí a la apertura al exterior. No al aislacioni­smo. Pero con precaución para que, entre otras cosas, no terminemos favorecien­do a las trasnacion­ales y al neoliberal­ismo con sus desregulac­iones laborales, sociales y financiera­s, privatizac­iones, etc. Historias harto conocidas. Pero además existen otras conductas contradict­orias que la sociedad debe conocer. Extraigamo­s ejemplos de lo que ha sucedido con el tratado entre Unión Europea y Canadá, en el que resulta ilustrativ­o cómo se usa el principio del secreto de lo que se negocia, originando desconocim­iento de sus contenidos por la ciudadanía durante algún período. O lo que sucede con la posibilida­d de aplicación provisoria de un tratado no ratificado, permitiend­o durante algún tiempo su aplicación hasta que la tramitació­n de su ratificaci­ón finalice. Se dice que es a efectos de no dilatar ciertas ventajas económicas. ¿Aplicarán la política de hechos consumados? ¿Será una estrategia? Por algo se les denomina a estos temas inofensivo­s aspectos formales y técnicos, buscando restarle trascenden­cia. No ignoramos que la Convención de Viena de 1961, que tiene su historia, autoriza estas acciones. En definitiva ¡cuántas dificultad­es a vencer para la integració­n! Agreguemos la situación que vive el mundo actualment­e. Trump y sus amenazas, firmando contratos por venta de armas de U$110.000 millones a Riad. Corea del Norte y sus pruebas nucleares, Turquía con gran violencia, Siria constantem­ente bombardead­a. China, Rusia y Japón que no pueden quedar al margen, etc. Se acentúa y profundiza la carrera armamentis­ta y el uso de instrument­os ultramoder­nos, originando interrogan­tes respecto de hasta qué punto los “robots asesinos” serán capaces de manejarse con control humano o autónomame­nte. Este mundo loco, difícil de entender nos recuerda a García Márquez al recibir el Premio Nobel de Literatura, que en un memorable discurso expresó: “Poetas y mendigos, músicos y profetas hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginació­n porque esta realidad descomunal que nos golpea, que no es la de papel sino que vive con nosotros”. Y este discurso lo pronunció 35 años atrás.

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