Libre comercio
El posible tratado Mercosur-Unión Europea motiva reflexiones. Sin duda que es esencial una real y profunda integración regional, lo que no es contradictorio con la apertura al exterior. Lo contrario provocaría un aislamiento absurdo. En los últimos 15 años, durante algunos gobiernos progresistas han existido múltiples avances políticos y sociales, lo cual no impide afirmar que en el proceso de integración ha predominado la teoría sobre la realidad. No es extraño, ya que es lo que ha caracterizado a nuestra región durante su historia. ¿Cuántos centenares de reformas constitucionales se han sancionado desde la independencia? Sin embargo, seguimos siendo el continente más desigual del planeta. Existe carencia de agendas regionales concretas, inexistencia de visión supranacional que supere la simple relación entre gobiernos, esto es, la “intergubernamentalidad”. Situación deficitaria que nos debilita imposibilitando mayor influencia en la política y economía mundial. Es entendible entonces la falta de liderazgo político en la región que resulta imprescindible para procesar una profunda integración. ¿Quién puede dudar que nuestras “primarizadas” economías requieran modificaciones que le agreguen valores, renovación tecnológica, formar parte de cadenas productivas, etc.? ¿Se puede pensar en cambios si no se modifican las actuales estructuras burocráticas, casi caducas? ¿No existieron durante años continuas perforaciones al Arancel Externo Común (AEC), por más que el Mercosur haya sido definido Como Unión Aduanera Imperfecta? La existencia de países con posiciones muy diferentes es otro factor influyente. Vaya el ejemplo de la lamentable y triste situación interna en Venezuela, que ha puesto al desnudo conductas deplorables y contradictorias por parte de la OEA, fundamentalmente a través de su secretario general, que desde un principio atacó fuertemente a Venezuela, y posteriormente expresó que “dicho país todavía no ha llegado a la etapa más extrema de “cubanización”, que es la peor condición en la que un sistema político en América Latina podría encontrarse”. Cuba no forma parte de la OEA. ¿Por qué entonces lo dirá en este momento? ¿Tendrá algo que ver con el intento de nuestro excanciller, al que se le adjudica promover un acto político junto a la denominada gusanería cubana de Miami? ¿No significa una injerencia indebida? çPor otra parte, cuando destituyeron a los presidentes Lugo, Zelaya y Dilma Rousseff, en Paraguay, Honduras y Brasil respectivamente, ¿actuó igual la OEA? ¡Claro, son cosas diferentes dirán! Obviamente nada de esto favorece la integración. Tampoco podemos ignorar el fuerte y constante crecimiento de la derecha política en el mundo y en nuestra región, obviamente Trump, Le Pen en Francia, Theresa May en Inglaterra, sosteniendo visiones contra la integración. En nuestra región Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Paraguay, México, entre otros. Por algo se busca el acercamiento y la promoción con la Alianza del Pacífico (AP) y la Alianza Transpacífico-ATPP. Con este panorama, si no existe claridad de objetivos y firmeza en su concreción, habrá que actuar cuidadosamente para que nuestra región no se transforme sólo en una simple zona de libre comercio.Y expresamos: sí a la apertura al exterior. No al aislacionismo. Pero con precaución para que, entre otras cosas, no terminemos favoreciendo a las trasnacionales y al neoliberalismo con sus desregulaciones laborales, sociales y financieras, privatizaciones, etc. Historias harto conocidas. Pero además existen otras conductas contradictorias que la sociedad debe conocer. Extraigamos ejemplos de lo que ha sucedido con el tratado entre Unión Europea y Canadá, en el que resulta ilustrativo cómo se usa el principio del secreto de lo que se negocia, originando desconocimiento de sus contenidos por la ciudadanía durante algún período. O lo que sucede con la posibilidad de aplicación provisoria de un tratado no ratificado, permitiendo durante algún tiempo su aplicación hasta que la tramitación de su ratificación finalice. Se dice que es a efectos de no dilatar ciertas ventajas económicas. ¿Aplicarán la política de hechos consumados? ¿Será una estrategia? Por algo se les denomina a estos temas inofensivos aspectos formales y técnicos, buscando restarle trascendencia. No ignoramos que la Convención de Viena de 1961, que tiene su historia, autoriza estas acciones. En definitiva ¡cuántas dificultades a vencer para la integración! Agreguemos la situación que vive el mundo actualmente. Trump y sus amenazas, firmando contratos por venta de armas de U$110.000 millones a Riad. Corea del Norte y sus pruebas nucleares, Turquía con gran violencia, Siria constantemente bombardeada. China, Rusia y Japón que no pueden quedar al margen, etc. Se acentúa y profundiza la carrera armamentista y el uso de instrumentos ultramodernos, originando interrogantes respecto de hasta qué punto los “robots asesinos” serán capaces de manejarse con control humano o autónomamente. Este mundo loco, difícil de entender nos recuerda a García Márquez al recibir el Premio Nobel de Literatura, que en un memorable discurso expresó: “Poetas y mendigos, músicos y profetas hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación porque esta realidad descomunal que nos golpea, que no es la de papel sino que vive con nosotros”. Y este discurso lo pronunció 35 años atrás.