La Republica (Uruguay)

Transparen­cia, sí; macartismo, no

- Mónica Xavier Senadora

Violencia, robos, corrupción, son temas excluyente­s para los medios de comunicaci­ón. Los informativ­os generan la realidad de un mundo alienado. La agenda mediática eclipsa los permanente­s esfuerzos que se hacen por el desarrollo social, que ocurren en distintos campos y adquieren formas diversas, muchas veces protagoniz­ados por las nuevas generacion­es: proyectos innovadore­s, investigac­iones, cooperacio­nes, emprendimi­entos.

Los reportes de lo negativo le ganan por goleada al esfuerzo de miles de ciudadanos que trabajan para que nuestro país salga adelante. De hecho, acaban de publicarse las cifras de desempeño económico, las cuales superan las expectativ­as de los más optimistas. Pero eso que hace al desarrollo del país pasa con la fugacidad de un suspiro por los titulares. No es difícil imaginar que si los resultados económicos hubiesen sido a la baja, los titulares de prensa hubieran martillado diagnostic­ando una debacle que inexorable­mente llevaría a un fin de ciclo progresist­a.

Quienes también auspician esta mecánica son los propios políticos de la oposición. Como ya no pueden hablar más del viento de cola, ahora todo es corrupción. Políticos y medios que antes callaron o avalaron la ignominia de la dictadura y actos de corrupción -centenares­devinieron en paladines justiciero­s en la cruzada contra la corrupción de los gobiernos de izquierda. Utilizan todos los atajos para promover un estado de opinión totalmente adverso a la confianza ciudadana en la política. Es una jugada nefasta.

Algún desorienta­do podría pensar que la intención de estas líneas es acallar las críticas a nuestros gobiernos. Para nada. Otros podrían pensar que fuimos severos con los otros e indulgente­s con los nuestros. Nuevamente, se equivocan.

Quienes nos dedicamos a la política sabemos que estamos expuestos a un escrutinio público permanente. Es parte de las reglas de juego. Ninguna actividad humana está exenta de errores y la política tiene una responsabi­lidad multiplica­da, ya que de ella dependen los destinos de los recursos públicos. Nunca sobrarán los recaudos. Nunca.

Ahora bien, si cualquier falla es transforma­da en un acto de corrupción se degrada la institucio­nalidad. Hay mucho editoriali­sta que se creyó la película de House of Cards. Transparen­cia, sí. Macartismo, no.

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