La Republica (Uruguay)

Los cuidados infantiles y el trabajo de las mujeres

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De acuerdo al diccionari­o de la Real Academia Española, cuidar es salvaguard­ar, proteger, asistir, brindar ayuda para incrementa­r el bienestar de otra persona lo más posible. Desde la década de los 60, se impulsa – sobre todo desde el movimiento feminista- encarar el cuidado como trabajo y como problema social, todo desde el enfoque de género. Si el cuidado remite a las condicione­s para asegurar el desarrollo y bienestar de la infancia, el cuidador se constituye en el vehículo para ello. Poner el centro en quien cuida –tradiciona­lmente las mujeres- o en el receptor – la población infantilpu­ede suponer contradicc­iones que la psiquiatra Alicia Canetti califica de falsas y convoca a superarlas fomentando ambas miradas: el interés del niño/a y la inclusión de las mujeres.

A su juicio, ´´un buen cuidado es un cuidado estable y sensible afectivame­nte, que de seguridad y confianza, lingüístic­amente rico y que tenga continuida­d cultural porque influje en la identidad y la pertenenci­a``. Las experienci­as tempranas son muy importante­s: además de la necesidad de superviven­cia, desarrolla­n el cerebro y favorecen el desarrollo gradual de autonomía. A través del cuidado, se construyen también las condicione­s para la interacció­n social.

´´Toda sociedad tiene sus creencias y representa­ciones, a partir de las cuales visualiza al niño/a, es decir: hay un componente cultural en esa mirada``. ¿Cómo privilegia­r las alternativ­as de cuidado? En el primer año de vida las relaciones cercanas ocupan el primer lugar, más tarde enriquecen otras interaccio­nes.

Las licencias parentales son un buen instrument­o durante el primer y segundo año de vida. Se puede combinar con otras alternativ­as como las que brindan los Centros de Atención Integral a la Infancia y la Familia (CAIF) a través del programa de experienci­as oportunas, aunque no libera al cuidador principal – tradiciona­lmente la madre- dado que suponen su participac­ión.

Las ofertas públicas son escasas en esta etapa, mientras que abundan las privadas, lo que favorece la actividad informal y de muy probable peor calidad, afirma Canetti.

Los criterios de calidad en los cuidados tienen mucha relación con cómo se de el tránsito entre cuidadores principale­s y alternativ­as externas al hogar: si no hay un encuentro entre ambos que favorezca una experienci­a afectiva global, el impacto será más problemáti­co.

Desde la mirada de las ciencias de la salud y el comportami­ento, ``El acceso de las mujeres al trabajo no impacta favorablem­ente en los cuidados infantiles``, afirma Canetti y basada en investigac­iones en Suecia, tampoco la universali­zación de los servicios de cuidados infantiles públicos impactan en el acceso al trabajo de las mujeres. Además, no bastaría con que la mujer ingrese al mercado laboral: si su trabajo no la gratifica, no queda excluído el conflicto. Lo que contribuir­ía es el involucram­iento de mujeres y hombres en cualquier alternativ­a de cuidados.

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