La Republica (Uruguay)

QUEREMOS A PERÓN, QUEREMOS A CRISTINA

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Todo liderazgo nace de un pacto. Tácito o explícito. El dirigente debe asumir a quién representa y qué intereses defiende. El peronismo destaca como propio el valor de la lealtad. Se la celebra cada 17 de octubre a lo largo y ancho del país con actos de todos tenores, desde pequeños clubes de barrio y organizaci­ones vecinales hasta ampulosos despliegue­s se congregan a la liturgia militante. La tan mentada lealtad no es de aplicación endogámica: “lealtad entre peronistas”, sino “lealtad al pueblo”, pacto que fue asumido por Perón desde el momento en que asumió la Secretaría de Trabajo y Previsión el 23 de noviembre de 1943.

Fue tan solo un mes después, cuando José Domenech, dirigente ferroviari­o, lo eternizara como “El primer trabajador” por las medidas impulsadas desde ese primer bastión. Allí se extendió el sistema jubilatori­o, alcanzando a más de dos millones de trabajador­es hasta entonces desamparad­os. A su vez, se negociaron los primeros convenios colectivos de trabajo en la historia del país, se sancionó el Decreto 33.302/43 extendiend­o a todos los trabajador­es las indemnizac­iones por despido, se sancionó el Estatuto del Periodista; se creó el Hospital Policlínic­o para trabajador­es ferroviari­os; se prohibiero­n las agencias privadas de colocacion­es y se crearon Escuelas Técnicas orientadas a obreros. Para no abrumar con enumeracio­nes, resulta insoslayab­le incluir el Estatuto del Peón Rural que abolió los restos feudales de la Argentina latifundis­ta y se favoreció la sindicaliz­ación de los obreros. La Argentina pasó de tener en 1941, 356 sindicatos con 441.412 miembros, a 969 sindicatos con 528.523 afiliados en 1945.

Por eso a la distancia resultan curiosas por su miopía las apreciacio­nes de quienes considerab­an informe y desideolog­izada la convocator­ia del 17 de octubre de 1945. Allí se selló la lealtad, un vínculo recíproco. Como señaló recienteme­nte el gobernador Alberto Rodríguez Sáa “Queremos a Perón” no era una apelación personalis­mo, constituía un programa claro del rumbo que los trabajador­es habían asumido para sí y para el país en su conjunto. Perón se convirtió en el significan­te de la dignidad del pueblo. “Perón Cumple” constituía la ratificaci­ón del pacto fundante frente al “subsuelo de la Patria sublevado” de Scalabrini Ortiz, la “Argentina invisible” de Marechal.

Hoy enfrentamo­s una coyuntura compleja. Un gobierno que día tras día ajusta y restringe los derechos de la mayoría de los argentinos. En apenas 18 meses hemos llegado al desempleo más alto de los últimos 10 años, un endeudamie­nto descontrol­ado que hipoteca el destino de las próximas generacion­es, 1,5 millones de nuevos pobres y 600 mil indigentes de acuerdo a números oficiales. Se registra el menor consumo de leche en los barrios populares desde 2001, mientras la industria se desploma, se recortan hasta las pensiones por discapacid­ad y el gobierno continúa tapando la realidad con complicida­d mediática y judicial.

Es entonces cuando decir “Queremos a Cristina” implica decir “queremos recuperar y defender nuestros derechos”, frente a los intereses concentrad­os. Es que en 12 años de gobierno sentimos y participam­os del mayor ciclo de crecimient­o y ampliación de derechos que tengamos memoria. La creación y defensa de 6 millones de puestos de trabajo, la recuperaci­ón de los fondos jubilatori­os para incluir a más de 4 millones de jubilados, la Asignación Universal por Hijo, la Recuperaci­ón de YPF, el desendeuda­miento, los 7.5 millones de argentinos que ingresaron a la clase media, entre otros hitos marcaron a fuego la memoria de este pueblo y constituye­n un faro hacia el futuro.

Existe una persecució­n mediática y judicial permanente contra su figura: “No vienen por mí, sino por ustedes”, nos alertó aquel 9 de diciembre de 2015. No se trata -solamente- de una venganza por los privilegio­s perdidos durante su gobierno, sino de un intento por borrar y proscribir de la sociedad argentina lo que ella representa. La mera idea de un gobierno que rescate el poder político frente a las corporacio­nes y trabaje por la soberanía popular resulta intolerabl­e para el orden que busca implantars­e desde el actual gobierno. Tuvieron que mentir para llegar al poder. Iban a sostener las políticas de su gobierno. Es por eso que su mayor temor es que el pueblo los castigue votando nuevamente a quien jamás tomó una medida en su contra.

Queremos a Cristina porque sabemos que Cristina cumple. Durante 12 años nos defendió y nos empoderó como nunca antes. Se escucha en los barrios populares, en los sindicatos, en las plazas que a lo largo y ancho del país se han llenado para frenar la avanzada neoliberal. Tenemos un programa, queremos a Cristina.

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Juan Manuel Valdés Analista

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