La Republica (Uruguay)

El cambio de Sendic y la tormenta perfecta

Por primera vez, se mostró dispuesto a dar batalla.

- Gustavo Carabajal

Raúl Sendic cambió el chip. Resolvió tomar el control de su compleja situación para ser el directo protagonis­ta de su destino, para bien o para mal. Hasta aquí escuchaba demasiado a los que lo rodean, que le marcaban una estrategia que no resultó. La idea de “dejar pasar”, confiaba demasiado en que el paso del tiempo fuera diluyendo la neblina, y el buen clima reaparecie­ra al final del camino. Pero no sucedió.

Lejos de ello, la presión fue creciendo.

El planteo inicial tenía sustento en el apoyo que el hijo del “Bebe” conserva en los sectores más populares del frenteampl­ismo, y quedó demostrado en el último acto por el aniversari­o de la fuerza política. Sendic, principal orador, fue aclamado por la gente. Allí, los defensores de la teoría del “ya pasará” reforzaron su doctrina.

Pero se equivocaro­n, porque esa porción de población no incide en la tan manipulada “opinión pública”, que crece como bola de nieve a fuerza de titulares negativos y comentario­s socarrones en los medios. Ese es otro grupo, el “políticame­nte correcto”, que sigue el patrón dominante sin cuestionar nada y se suma a la inmensa ola de las redes sociales. (“Si todos dicen que algo está mal, debe estar mal, y yo me sumo”).

Para colmo, los que osaban desafiarlo­s, se quedaban sin argumentos, ante el silencio del principal protagonis­ta que solamente esperaba que pase la tormenta.

Por fin advirtió que los pronóstico­s no son alentadore­s. Un frente de nubes oscuras se presenta dominante y se cierra en torno a su figura. A las noticias de los diarios se suman los libros de ocasión y ahora también las grietas dentro de su propio sector, que lo dejan cada vez más solo.

Los que esperan su caída, doblan la apuesta y van por todo. Lo ven débil y aislado. Comienzan a sacar las banderas de la renuncia y sutilmente empiezan a flamearlas en los medios y en las redes sociales, buscando crear una nueva tendencia de opinión. Si hasta aquí les fue bien por ese camino, “¿por qué fallaría ahora?”, piensan.

Pero esta vez Sendic reaccionó. Siguió su propio instinto y pateó el tablero con un discurso mucho más duro. Por primera vez, se mostró dispuesto a dar batalla. Es un cambio importante en su estrategia. Hoy sabe que depende de sí mismo, que nadie más saldrá en su ayuda. Necesitará tomar decisiones inteligent­es y mostrar una firmeza que hasta aquí no logró, incluso en su propio entorno. Aún así, habrá que ver si le alcanza el tiempo para evitar la tormenta perfecta que le preparan en un laboratori­o.

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