La Republica (Uruguay)

Mujeres organizada­s para proteger sus derechos humanos

- Lindsay Roth y Jeanette Bowles

En países donde el uso de drogas es todavía considerad­o un delito, las organizaci­ones dirigidas por pares lograron avances a nivel local para reducir el nivel de estigma y proveer una plataforma para las mujeres afectadas, trabajando juntas y apoyandose entre sí para proteger sus derechos.

El Proyecto SAFE en Filadelfia, Pennsylvan­ia, Estados Unidos, es una organizaci­ón con base comunitari­a de reducción de daños, dirigida por voluntaria­s y formada en 2004 por mujeres involucrad­as en el trabajo sexual y con experienci­a en el uso de drogas, quienes sentían que sus necesidade­s no eran atendidas ni por los proveedore­s de servicios

ni por las agencias gubernamen­tales. Facilita recursos y materiales para reducir los riesgos relacionad­os con el VIH y otras patologías de transmisió­n sanguínea, y para promover el bienestar; mantiene diálogo con las autoridade­s locales, ejerce presión y organiza peticiones contra proyectos de ley que podrían marginar aún más a las personas a quienes representa.

El trabajo sexual y el consumo de sustancias no son necesariam­ente comportami­entos concurrent­es, pero son criminaliz­ados de manera muy similar. En particular, las mujeres en situación de calle experiment­an acoso por parte de las autoridade­s encargadas de hacer cumplir la ley, impidiendo que accedan a servicios y a material higiénico como condones, tampones y equipo de inyección limpio.

Los servicios directos de SAFE incluyen: un equipo de vinculació­n con la comunidad; otro de aprovision­amiento que hace visitas semanales a casas o galerías de servicio; un programa de distribuci­ón secundaria dirigido por una educadora entre pares; un servicio de referencia que actúa como asistente social informal y provee servicios sociales, legales y médicos a las mujeres; un programa de distribuci­ón de “Alerta de Malas Citas ( listado de reportes de casos de abuso sexual experiment­ado por clientas de SAFE y que es distribuid­o a otras mujeres).

También provee educación comunitari­a sobe derechos humanos de las trabajador­as sexuales y personas que consumen drogas y sobre reducción de daños, así como entrenamie­nto en materia de reducción de daños a proveedore­s de servicios locales.

Quienes se benefician de SAFE, tienen acceso a los servicios en un contexto de confidenci­alidad y anonimidad, lo que ha contribuid­o a desarrolla­r un clima de confianza con la comunidad.

En 2015, aproximada­mente, un 26% de las participan­tes tenían más de 35 años, un 41% entre 25 y 35 y el 28% menos de 25 años. Se estima que aproximada­mente el 97% eran mujeres, el 2% hombres y el 1% transgéner­o.

El Proyecto SAFE no encaja dentro de las misiones de muchos de los donantes tradiciona­les en los Estados Unidos que se enfocan en el trabajo sexual y el uso de drogas. El financiami­ento desde el gobierno no está disponible para ninguna organizaci­ón que trabaja en contra de la descrimina­lización del trabajo sexual o del uso de drogas. Como resultado, está en gran parte financiado por fundacione­s con objetivos relacionad­os al VIH, especialme­nte AIDS United. También obtiene fondos considerab­les a través de eventos de recolecció­n a nivel local, charlas y donantes individual­es.

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