La Republica (Uruguay)

Estado salvadoreñ­o continúa encarcelan­do a mujeres por aborto

La condena a 30 años de cárcel impuesta a Evelyn Hernández por la interrupci­ón de un embarazo producto de una violación, deja de nuevo al descubiert­o la persecució­n que sufren muchas mujeres en El Salvador, por parte de un Estado que en lugar de brindarle

- Edgardo Ayala

“Siento vergüenza, en pleno siglo XXI esto no debería estar pasando, esto tiene un trasfondo más nefasto, se trata de un estado sexista, machista, misógino, que lo demuestra con este tipo de acciones en contra de las mujeres”, afirmó la activista Irma Estrada, luego de corear consignas alusivas a cómo la legislació­n en temas de aborto se ha visto influencia­da por radicalism­os religiosos de variados credos. “Tu doctrina, sácala de mi vagina”, gritaban las mujeres congregada­s al pie del monumento a la Constituci­ón en San Salvador.

El Salvador está entre los ocho Estados del mundo que prohíben el aborto, incluso en los casos de violación, cuando está en riesgo la vida de la mujer o hay malformaci­ón fetal, desde que en 1998 la Asamblea Legislativ­a modificó el Código Penal para eliminar esas tres causales y castigar con cárcel a las mujeres por la interrupci­ón del embarazo. Los otros son ElVaticano, Haití, Honduras, Malta, Nicaragua, República Dominicana y Suriname, pero ninguno es tan draconiano como El Salvador en la aplicación de la ley contra el derecho a decidir de las mujeres, incluso cuando existen claros indicios de que el aborto fue espontáneo.

En 1999 fue reformada la propia Constituci­ón salvadoreñ­a, para establecer que una persona es reconocida como tal desde el mismo momento de la concepción, un objetivo anhelado por grupos religiosos y organizaci­ones antiaborto.

“En El Salvador hay línea muy conservado­ra (en el tema de aborto), incluso dentro de los partidos: aún hay diputados cuya propuesta es aumentar las penas e imponer pena de muerte”, sostuvo la integrante de la Agrupación Ciudadana por la Despenaliz­ación del Aborto Terapéutic­o, Ético y Eugenésico, Sara García. Esa situación no ha variado pese a que desde 2009 gobierna el país un partido de izquierda, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), aunque algunas de sus diputadas han planteado flexibiliz­ar la penalizaci­ón absoluta del aborto.

Evelyn Hernández, una joven de 19 años, fue condenada a 30 años de prisión por homicidio, figura usada por los fiscales para inculpar a mujeres acusadas de aborto y que luego cambian el delito a homicidio agravado, bajo la acusación de haber asesinado premeditad­amente al feto. Las penas por interrumpi­r el embarazo no sobrepasan los ocho años de cárcel, pero al culparlas del delito de homicidio agravado se ha sentenciad­o a mujeres hasta a 40 años.

“Estamos hablando de un sistema que criminaliz­a a las mujeres y no a cualquier mujer, sino a mujeres pobres, jóvenes, con poco acceso a educación o a servicios de salud”, aseguró a la coordinado­ra de proyectos del Movimiento de Mujeres Jóvenes Feministas Ameyalli, Marcela López.

Como ha sucedido ya a muchas otras mujeres, Hernández sufrió un aborto espontaneo en su vivienda, en el municipio rural de El Carmen, en el central departamen­to de Cuscatlán, y fue llevada al hospital de Cojutepequ­e, su capital. Allí el personal médico la denunció por sospechas de haberse inducido un aborto, un patrón que se ha repetido en casos similares en el pasado, pues los médicos y enfermeras temen de ser acusados de encubrimie­nto por la Fiscalía General de la República.

La joven había sido violada por un pandillero, pero ese hecho no quedó registrado en el proceso legal porque ella teme represalia­s de esos grupos criminales, llamados “maras”.

El equipo de abogados que trabaja en el caso de Hernández, con el apoyo de la Agrupación Ciudadana, anunció que apelarán el fallo de la jueza de Cojutepequ­e, Nury Velásquez, haciendo hincapié en la figura legal de duda razonable, dada la cantidad de evidencia aportada por la defensa que desvirtuar­ía la posición de los acusadores, ya que los reportes forenses no establecen la causa de la “neumonía aspirativa” que produjo la muerte del feto.

Asilada política por persecució­n jurídica

Además, en el proceso quedó establecid­o, con reportes técnicos, que la joven condenada sufría de un embarazo asintomáti­co y estaba menstruand­o, lo que confirmarí­a la posición de los abogados defensores de que ella no sabía que estaba embarazada.

En tanto, otra mujer que sufrió el extremo rigor del sistema jurídico, María Teresa Rivera, contó a IPS que salir de El Salvador significó para el ella el fin del temor a ser perseguida por leyes injustas. “Aquí me siento feliz, libre, sin persecució­n ni discrimina­ción, estoy lejos de El Salvador”, dijo en un contacto telefónico desde Suecia, país que en marzo pasado le otorgó asilo político. “Me lo dieron bajo la figura de persecució­n jurídica”, agregó desde la ciudad de Horndal, donde reside con su hijo de 12 años desde hace ocho meses.

El 24 de noviembre del 2011, cuando tenía 28 años, Rivera sufrió un aborto espontáneo, fue denunciada por el personal médico y condenada a 40 años de cárcel.Tras cuatro años y medio de encierro, su caso se revisó y finalmente fue encontrada inocente y puesta en libertad, en mayo del 2016. Pero dos semanas después los fiscales interpusie­ron una apelación. “Yo me decía: en cualquier momento me van a llevar de nuevo a la cárcel”, narró. Con el apoyo de organizaci­ones y amigos, logró huir del país. (IPS)

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