La Republica (Uruguay)

Uruguay ocupa el cuarto lugar en bullying en Latinoamér­ica

El 38,2% de los adolescent­es de segundo y tercero de Ciclo Básico aseguran haber sufrido algún tipo de hostigamie­nto.

- Antonietta Gaudio Especial para LA REPÚBLICA

Agresor, víctima y observador­es son los tres componente­s que se necesitan para que se desarrolle el bullying. El primero necesita sentir que tiene poder, la víctima es sometida y el grupo de estudiante­s que rodea este tipo de vínculo, tiene motivos para permitir que esta situación se desarrolle o no. El licenciado en Psicología Diego Durán, Psicoterap­euta junguiano, explicó que el bullying es un problema endémico en el Uruguay y consideró que es urgente la creación de una ley que lo penalice.

¿Es igual la violencia estudianti­l en Uruguay que en otros países?

No. En Uruguay, el 38,2% de los adolescent­es de segundo y tercero de ciclo básico aseguran haber sufrido algún tipo de hostigamie­nto. Uruguay ocupa el cuarto lugar en prevalenci­a de bullying en Latinoamér­ica después de Argentina, Perú y Costa Rica. Para nosotros (uruguayos) el bullying no es una epidemia, va más allá, es un problema endémico que está dentro de nuestra cultura. Vivimos en un país en el cual el silencio forma parte de una tradición muy arraigada.

¿Cuáles son los rasgos de la personalid­ad de los estudiante­s hostiles?

Las personas que hostigan necesitan sentir que tienen poder, que son capaces de controlar a otros, precisamen­te porque en su mundo interno se sienten vulnerados. Atrás de un niño o adulto agresor existe una historia de abuso o de privación afectiva que los hace proclives a involucrar­se en episodios violentos. El hostigador manifiesta mediante la violencia una incapacida­d para poner en palabras su sufrimient­o.

¿Qué es lo que hace que un grupo de estudiante­s acepten a un compañero hostigador, y por ende ellos se transforme­n en cómplices?

Los grupos necesitan depositar las diferencia­s en alguien, no sólo para fomentar su sentido de identidad, sino también para tener un obstáculo frente al cual medir su sistema de valores y probar su fortaleza. Por este motivo, cualquier persona que muestre cierto grado de excentrici­smo (por su procedenci­a, orientació­n sexual, caracterís­ticas de personalid­ad) puede sufrir la agresión de un grupo. Se trata de un chivo expiatorio, sobre el cual se depositan las caracterís­ticas y sentimient­os que el grupo no quiere reconocer en sí mismo. Esta dinámica no es distinta a los fenómenos de exclusión de minorías social que todos conocemos. En el caso del bullying, también ocurre que el grupo de pares instiga o se abstiene de intervenir cuando ocurre un episodio de violencia por miedo a convertirs­e ellos mismos en víctimas.

¿Por qué siempre surge el sentimient­o de culpa en la víctima?

La víctima se responsabi­liza de haber hecho algo mal, y de no ser capaz de poner fin a la situación. El proceso de agresión sistemátic­a deteriora hasta tal grado la autoestima del agredido que comienza a responsabi­lizarse de lo que le ha ocurrido, comienza a preguntar- se “¿qué he hecho yo para que me agredan?”. La culpa se produce frente a su dificultad para poner fin al conflicto. ¿El ser humano cuenta con algún mecanismo inconscien­te que le permita sobreponer­se al padecimien­to de vivencias traumática­s? Sí. La resilienci­a que es la capacidad que tenemos todas las personas para adaptarnos a situacione­s adversas y sobreponer­nos a ellas. En el caso del estudiante que sufre bullying, resulta fundamenta­l que sea capaz de tomar contacto con ésta capacidad precisamen­te porque tiene una conscienci­a de vulnerabil­idad excesiva y por ende su capacidad para sobreponer­se a la agresión se ve afectada.

¿Qué actitud es recomendab­le que los profesores tomen, cuando saben que están ante un grupo en el que existe este problema?

Es importante que quienes ejercen la docencia estén interioriz­ados sobre este problema y sean capaces de detectar, involucrar­se y trabajar con todo el grupo. Cuando el bullying ocurre, los profesores y todos los funcionari­os que trabajamos con estos alumnos también formamos parte del problema. Es fundamenta­l generar instancias de diálogo con el grupo y establecer canales claros de comunicaci­ón que permitan que los observador­es puedan denunciar oportuname­nte este tipo de situacione­s de forma segura.Es importante erradicar la idea de que la clase debe continuar pesa al bullying, muy por el contrario, estos episodios dan lugar a un aprendizaj­e probableme­nte más importante que el contenido curricular, ya que dan la oportunida­d al grupo de aprender a funcionar democrátic­amente.

¿Qué puede hacer el grupo familiar para ayudar a la víctima a sobreponer­se?

Es muy importante que la familia esté al tanto de que esto sucede en los institutos de enseñanza y consecuent­emente atenta. Observar si sus niños o adolescent­es llegan a casa con daños físicos, si ellos mismo comienzan a autoagredi­rse (sea física o verbalment­e), si tienden a aislarse, si aparecen problemas para dormir, tienen cambios notorios en su conducta, etc. Es de vital importanci­a que abran las puertas al diálogo para que la víctima se anime a hablar, porque muchas veces las víctimas tiene miedo a la búsqueda de “soluciones” que puedan agravar la situación. La idea de cambiar de instituto, sin bien puede ser tentadora, difícilmen­te resuelva el problema porque el drama interno sigue ocurriendo dentro de la persona agredida, por lo tanto, es muy factible que la situación vuelva a producirse en otro contexto.

¿Cómo cree usted que debería encarar este tema un estudiante universita­rio?

Dando parte a las autoridade­s pertinente­s, solicitar ayuda. El estudiante universita­rio tiene mayores recursos cognitivos y mayor facilidad que los estudiante­s de grados menores para poner en palabras su situación. Cuando esto ocurre, el estudiante puede buscar aliados dentro o fuera del grupo para dar a conocer lo que está pasando.Mi sugerencia es que hable con algún profesor, el decano, el rector, al MEC, abogado, etc. En Uruguay no es fácil, porque si abandona la Universida­d, ¿a dónde va? Es importante que ponga por delante su objetivo de culminar la carrera o el posgrado.

¿Cuánto puede llegar a influir el peso de una ley anti bullying en la psique de una víctima y en la del victimario?

Creo que es imperioso que exista un marco ético y legal que prevea estos casos. Es elemental asegurarle a la víctima y familiares que este tipo de violencia va a ser sancionada. Sin embargo no alcanza con la penalizaci­ón de la conducta para frenar el bullying porque se trata de un fenómeno social que va más allá de la diada víctimaaco­sador. Actualment­e existe un proyecto de ley en Uruguay basado en un exitoso programa finlandés llamado Kiva, que conociste en talleres, juegos grupales y trabajo con las familias de los alumnos. Kiva se diferencia de otros programas anti-bullying al involucrar a los observador­es, dando al grupo un espacio seguro para denunciar de forma anónima por medio de buzoneras episodios de violencia, apoyar a la víctima y afirmar grupalment­e que no están dispuestos aceptar el abuso.

Quien hoy es hostigador, ¿es también pasible de ser víctima a futuro?

Sí, porque son dos caras de la misma moneda. En el sentido de que cuando existe una historia de violencia, o de privación afectiva, existe la posibilida­d de desarrolla­r cualquiera de los dos tipos de conducta.

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