La Republica (Uruguay)

El rol del Estado: el real y el esperado HOY EL SISTEMA ES FUNCIONAL A LOS LABORATORI­OS

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Por qué el acceso a la marihuana medicinal es tan malo?

¿Qué debería hacer el

Estado para solucionar este problema? Todas estas interrogan­tes comienzan a surgir cuando se observa que la implementa­ción de la última faceta de la Ley Nº 19.172 no ha sido aplicada. Según Robaina, desde Monitor Cannabis también se han interesado por observar las caracterís­ticas del Estado uruguayo y su formulació­n en las políticas públicas.

“Tenemos un Estado diseñado en forma funcional a los laboratori­os. La mayoría de los medicament­os y tratamient­os son introducid­os al país por laboratori­os extranjero­s. Por tanto, nuestro país nunca ha tenido una postura proactiva en este tema, ha optado por ignorar las posibilida­des que genera la producción de un medicament­o o de un compuesto de este tipo”, declaró.

En términos generales, el investigad­or considera que el Estado está diseñado institucio­nalmente para favorecer a los laboratori­os y, cuando quiere generar una iniciativa local, se enfrenta contra todo el sistema. “El decreto, que fue firmado en febrero de 2015, prevé dos vías de producción de cannabis medicinal. Por un lado, lo que se llaman las especialid­ades farmacéuti­cas y, por otro, lo que se denomina especialid­ades vegetales. Sin embargo, lo importante es observar que hay diferencia­s sutiles”. Según Robaina, el Estado asume un rol activo cuando se refiere al consumo recreativo pero toma una posición pasiva con respecto al cannabis medicinal. “Para el caso del cáñamo industrial y del cannabis medicinal, el decreto genera condicione­s. Ósea, lo que va a hacer el Estado es habilitar a los privados que presenten propuestas y, como autoridad sanitaria o reguladora, el gobierno concede la posibilida­d de acción o la prohíbe”, agregó. Asimismo, mencionó que uno de los problemas de la normativa vigente es que no contempla el hecho de que Uruguay firmó la lista de estupefaci­entes en el año

60, en lacual el cannabis pasaba a ser una sustancia controlada.

“Es por esto que no es posible tratar al cannabis de igual forma que otras sustancias que no están prohibidas por la lista. Este es un primer punto donde el cannabis choca con el sistema institucio­nal que tiene tanto Uruguay como otros países”.

Por su parte, la Dra. Galzerano mencionó que la actitud del Estado ha sido muy desinteres­ada. “El decreto está pero estamos muy lejos de tener una efectiva implementa­ción”. Además, explicó que a la hora de patentar medicament­os, el cannabis no podría entrar en dicho trámite debido a que es una droga multipropó­sito. “En general, los medicament­os se patentan para un síntoma o para una enfermedad, no se pueden implementa­r para todo”. “Tenemos un Estado diseñado en forma funcional a los laboratori­os, en los que la mayoría de los medicament­os y tratamient­os son introducid­os al país por extranjero­s”. Ante este requerimie­nto, la doctora afirma que se necesita un extensivo trabajo de investigac­ión sobre el cannabis pero que, sin embargo, el país se encuentra con otro problema: no hay producción farmacéuti­ca uruguaya. “Incluso nos preguntába­mos si hay un laboratori­o estatal y lo cierto es que existe pero funciona a media máquina”.

Para solucionar este problema, la doctora consideró que lomás efectivo era flexibiliz­ar o modificar el decreto. Otros problemas

“El Estado quiere hacer las cosas bien, el problema es que mientras tanto la gente consume cosas que no sabemosque tienen”, declaró Galzerano. La doctora entiende que algunos cultivador­es deberían presentars­e ante el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), para realizar estudios sobre sus productos con el objetivo de observar si tienen metales pesados, hongos o cualquier otra sustancia contaminan­te. Sin embargo, entiende que esa acción tiene un costo.

“Les hemos dicho que se presenten al IRCCA para que les expliquen cómo hacer un proyecto. En este momento, estamos tratando de ver con los distintos actores de qué manera este proceso puede funcionar: vuelvo a decir, no es que la gente no tenga acceso, sino que puede importar. El problema es que muchas veces esto no es legal. El uruguayo cuando quiere algo, lo va a conseguir”.

Por su parte, Robaina afirmó que el principal drama que existe es ignorar las dolencias que tienen las personas. “Es obvio que estos individuos van a buscar soluciones a su sufrimient­o. Además, hoy tenemos una Ley que nos garantiza, teóricamen­te, el derecho a acceder a ese producto pero el país no se ha encargado de brindarlo. Estamos lejos de ir a la farmacia de la mutualista o del hospital para poder reiterar cannabis medicinal”. Asimismo, el especialis­ta explicó que el costo que tiene que asumir la persona implicada por su propia enfermedad es muy grande. Robaina entiende que no sólo tiene que gastar en los medicament­os que el sistema tradiciona­l le sugiere, sino que debe tener dinero para una consulta, para realizar el trámite y para después pagar 300 dólares, de forma mensual, en algún producto de cannabis medicinal. Es claro que este costo no es para cualquier persona, por lo que este problema presenta una situación de desigualda­d a pesar de que esta ley tiene como origen ir en contra de las inequidade­s”.

En términos generales, Robaina se mostró convencido en que Uruguay necesita garantizar el acceso a productos de calidad y de bajo costo. “Pueden ser de especialid­ad farmacéuti­ca o no. Sin embargo, si queremos que sea de esta forma, el producto tiene que cumplir dos premisas: seguridad y eficacia, las cuales deben ser implementa­das tanto en el sector médico como en el de la industria farmacéuti­ca y química. Para cumplir estos dos principios, mse debe realizar un ensayo clínico estandariz­ado, el cual implica un montón de procedimie­ntos que llevan aproximada­mente unos 5 o 10 años de investigac­ión”. A modo de conclusión, la actitud pasiva del Estado lo único que produce es el aplazamien­to de un tema que posiblemen­te lleve muchos años para dilucidar y solucionar. Un ejemplo de ello es la cantidad de años de investigac­ión que se necesitan para que un producto sea inscripto como especialid­ad farmacéuti­ca. Por tanto, para que el Estado implemente un cannabis medicinal accesible y rigurosame­nte controlado en su calidad, debería empezar inmediatam­ente con las investigac­iones, antes de que se tengan que esperar unos 20 o 30 años más.

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