La Republica (Uruguay)

NO SE OLVIDEN

- Luis Rosadilla

Un año sin el Ñato. Una eternidad, un suspiro. Recordándo­lo y extrañándo­lo todos los días como compañero, como amigo, como ser humano.

Tengo que confesar que en este momento no sé si podré terminar y hacer públicas estas líneas.

Lo intenté al mes de su partida, y lo rompí.

A los tres meses y lo rompí.

A los seis meses y lo rompí.

Los rompí porque al finalizar y leerlos a todos se les notaban la bronca, bronca incontenib­le que detrás de mis palabras habían frente a tanta ‘’mala leche’’, habladuría­s y superficia­lidad que se expresaron frente a su partida.

El Ñato no merecía (no merece) una nota recordator­ia que resuma bronca, merece una nota sencilla, que exprese el cariño y el reconocimi­ento político, intelectua­l y humano de los que tuvimos la suerte de conocerlo y aún más de trabajar con él.

Conocerlo no era asunto fácil. Después de conocerlo no quererlo era imposible.

He escuchado, he leído y he revisado todo lo que encontré de lo dicho sobre el Ñato.

Destacó la emotiva despedida de Pepe en el cementerio y el imponente artículo de Federico Fasano.

Algo me llamó la atención en muchas otras opiniones. Una cuasi muletilla ‘’escribía muy bien’’.

Dicho así no más, como quien dice, “qué bien bailaba el tango’’.

Como si escribir ‘’bien’’ no fuese la consecuenc­ia lógica de ‘’pensar bien’’.

Y cuando digo pensar bien, pido que no se haga la traducción de tener razón. Sí de tener ideas propias y revulsivas.

Milité 30 años junto al Ñato. Tantos temas polémicos...

Coincidimo­s, discrepamo­s, cambiamos de opinión, etc.

Nos calentamos y nos enfriamos muchas veces. Pero siempre, siempre, siempre la polémica siguió abierta.

No había (no hay) verdades absolutas y /o eternas. Todo puede y debe ser analizado nuevamente.

Tengo ante mí su actuación parlamenta­ria. Al repasarla me vienen a la mente muchísimas batallas.

Energía, Puertos, Derechos civiles, Agua, Medio Ambiente, Aeropuerto­s y muchos más lo tuvieron como actor principal.

En todos ellos se destacó. ‘’Con el Ñato no se puede discutir’’, escuché muchas veces en diversos ámbitos. En especial los ministros que lo ‘’sufrieron’’ podrán dar testimonio de lo que afirmó.

Su capacidad para conocer sobre tantos y tan diferentes temas no provenía de una ‘’magia’’ graciosame­nte atribuida.

Era trabajo. Leer mucho, escuchar mucho, debatir mucho, pensar mucho, después formarse opinión y propuesta y ¡jugársela!

Por supuesto, con la importanci­a que su actuación parlamenta­ria tuvo, no fue lo esencial en su vida.

Desde joven militante sindical y social. Fundador del MLN Tupamaros. Dirigente en muchas instancias. No se olviden.

Participan­te de múltiples acciones militares en las cuales ‘’dar la vida’’ no era una forma retórica de decir disposició­n a la lucha, si no probabilid­ades ciertas de morir.

No se olviden.

Muchas veces preso, fugado, herido, torturado hasta el hartazgo, rehén de la dictadura 13 años...

No se olviden.

Salió en libertad con el último grupo de compañeras y compañeros liberados en el año 1985. Y fue él, por encargo de todos, quien desde Conventual­es le transmitió a nuestro pueblo la opinión y la propuesta con la que los tupamaros salíamos de la cárcel a la vida.

No se olviden.

Y volvió a la lucha. Postergand­o las urgencias y ausencias. Los amores y los desamores. Los tantos años de ser sólo una sombra y con suerte un número.

No se olviden.

También encontró tiempo para escribir decenas de libros. Algunos de ellos con decenas de miles de ejemplares adquiridos.

Libros sobre la lucha, sobre la vida, sobre el dolor, sobre el pasado, sobre el futuro. Sobre todo, sobre el futuro.

No se olviden.

En el año 2002 enfermó. Junto al compañero Alberto Cid hablamos con él para pedirle que ‘’aflojara un poco’’.

Escuchó, nos dio la razón e incluso agregó argumentos y terminó diciéndono­s: ‘’Voy a seguir luchando hasta que siga respirando’’.

Por supuesto, todo sigue en debate, todas las polémicas son bienvenida­s, pero su entrega y entereza son un dato inalterabl­e que nos marca y nos compromete.

Por eso, compañero Ñato Fernández Huidobro al escribir esta nota recordator­ia, no me gana la tristeza, no me duele el alma. Te recordamos con cariño y con el orgullo de haber compartido contigo parte de nuestras vidas, parte de nuestras luchas. No son ni serán en vano.

No se olviden.

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