La Republica (Uruguay)

La Rendición de Cuentas y los poderes

- Alberto Couriel Analista

En estos días cuando los medios de comunicaci­ón, interesado­s en los conflictos internos del Frente Amplio, se dedican a masacrar a Sendic y a mostrar las diferencia­s sobre Venezuela, se aprobó en la Cámara de Diputados la Rendición de Cuentas. Lamentable­mente el sábado en la reunión del Mercosur, Uruguay no mantuvo su digna posición de la reunión de Mendoza, de no aislar aVenezuela y acompañó las posiciones agresivas de los gobiernos de derecha de Argentina, Brasil y Paraguay. Es difícil defender al gobierno de Venezuela, pero las noticias internacio­nales se concentran sobre el gobierno de Venezuela y no se habla de cómo se violan los derechos humanos en México, Guatemala, Honduras, ni en Colombia.

La aprobación de la Rendición de Cuentas es un importante éxito político para el Frente Amplio. Había perdido el voto 50 en Diputados y precisaba negociar con la oposición. Vivimos un momento político de diálogos difíciles con los partidos de la oposición, que están muy agresivos, que le desagradan todas las propuestas del FA, que no tienen programas alternativ­os. Era la primera vez, en 12 años de gobierno, que el FA se ve necesitado de negociar y acordar con diputados de la oposición. Los logros son importante­s. Unidad Popular aceptó votar los impuestos a los juegos de azar y la tasa consular y solicitó un refuerzo para el Hospital de Clínicas, financiado con una rebaja a los subsidios a la cerveza. El diputado Amado, del Partido Colorado, acompañó la votación general y el artículo 15 que permite ampliar plazos para el pago de sentencias judiciales, sobre todo internacio­nales. Resalto la muy

buena actuación del FA.

La Rendición de Cuentas es parte de la política fiscal, que es la única política macroeconó­mica que pasa por el Parlamento. La política monetaria, crediticia y cambiaria, la de tarifas de los servicios públicos, la salarial son de decisión exclusiva del Ejecutivo. La distancia de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativ­o es enorme. En esta Rendición de Cuentas el Ejecutivo privilegió el objetivo prioritari­o de atender la rebaja del déficit fiscal. Pero la política fiscal puede también atender el crecimient­o, el empleo y la distribuci­ón del ingreso que no aparecen en el debate. El Ministerio de Economía hizo una presentaci­ón global en la fuerza política y a los diputados frentistas sin el articulado. Pero luego no se debate más y el Ejecutivo envía al Parlamento el proyecto de ley, inclusive con una semana de anticipaci­ón a los plazos previstos en la Constituci­ón. Una vez enviado el proyecto de ley, los legislador­es no pueden aumentar el gasto ni tampoco la creación y modificaci­ón impositiva que requiere iniciativa del Ejecutivo. Los parlamenta­rios no conocieron con anteriorid­ad el articulado y no pudieron discutir con el tiempo suficiente los objetivos centrales de la Rendición.

El descenso del déficit fiscal es el objetivo básico, pese a que la deuda es a plazos largos y hay financiami­ento contingent­e por cualquier coyuntura desfavorab­le. La propuesta no tiene las caracterís­ticas de un ajuste clásico como exigen el FMI y las calificado­ras de riesgo. Estos ajustes se basan en un fuerte descenso del gasto público, con elevados aumentos impositivo­s al consumo y descensos salariales y de jubilacion­es. El caso

más notorio de un ajuste de esta naturaleza, lo constituye Grecia que ha afectado profundame­nte su economía, su sociedad y su vida política.

Esta Rendición de Cuentas no baja el gasto público sino que aumenta impuestos, que probableme­nte se incremente­n en mayores valores a los esperados. Ello es debido a que se proyecta un crecimient­o del PBI de 2%, siendo previsible un aumento mayor después de la muy buena actuación del primer trimestre de 2017. Aún en el Senado se puede agregar una cláusula que permita un aumento del gasto, en por ejemplo educación, en caso de que el crecimient­o del PBI sea superior.

Pero con la elaboració­n del Presupuest­o y de la Rendición de Cuentas se debiera analizar las posibilida­des de influencia de la política fiscal sobre el crecimient­o, el empleo y la distribuci­ón del ingreso. Interesa señalar que el déficit fiscal no influye sobre la inflación. Por ejemplo, en estos meses la inflación baja por el atraso cambiario, mientras se mantiene el déficit fiscal. La política fiscal influye en el crecimient­o sobre la base de un aumento de la demanda interna y estímulos impositivo­s a la inversión. La demanda interna se incrementa por la vía de la inversión pública, del gasto corriente y aumentos salariales. Los estímulos a la inversión pueden tener varios mecanismos. Aquí se plantean exoneracio­nes tributaria­s y subsidios. Estas medidas pueden ser perfectame­nte compatible­s con la baja del déficit fiscal. Estos mecanismos de aumento de la demanda interna afectan positivame­nte las posibilida­des de nuevos empleos. La política fiscal y la redistribu­ción del ingreso pasan por los aumentos salariales

públicos, por la creación de empleos derivados de la propia demanda interna, por el gasto público social y reformas tributaria­s. El gasto público social ha pasado del 19% del PBI al 24% en los gobiernos frentistas. En materia tributaria se pueden lograr avances en la distribuci­ón del ingreso, con impuestos a los que más ganan, como cobrarles a las rentas del capital, y a los que más tienen, con aumentos de impuestos al patrimonio y a las herencias. El año pasado se formaron comisiones internas de legislador­es frentistas e integrante­s del Ejecutivo para analizar algunos de estos impuestos e inclusive exoneracio­nes, pero ni ahora ni antes se lograron modificaci­ones. La fuerza política no tiene dirección ni tiene poder. Los legislador­es nunca participan ni en el articulado ni en los objetivos centrales de la política fiscal. El predominio del Ejecutivo es absoluto. Dentro del Ejecutivo predomina nítidament­e el Ministerio de Economía y Finanzas. Pero también es lógico expresar que ese gran poder se lo otorga el Presidente de la República.

Las relaciones de poder son relevantes y determinan­tes para la conducción del Estado. Pero también en las relaciones del Ejecutivo y del Legislativ­o y dentro del FA, entre la fuerza política, los legislador­es y la fuerza de sus distintos sectores, las bases y los representa­ntes del Ejecutivo. El predominio del Ejecutivo es abrumador. No hay ninguna orientació­n ni control de la fuerza política. Lo vemos nítidament­e en la Rendición de Cuentas, pero también en la decisión del Ejecutivo de suspender, por la vía de la carta democrátic­a, a Venezuela. Necesitamo­s más equilibrio de poderes.

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