La perspectiva del yo junto a los otros
Somos un mundo de contradicciones. Quizás deberíamos observarnos más y ver nuestras propias incoherencias. Quemamos nuestra vida en inutilidades, no en ser agentes fundamentales del cambio social, tampoco en repensar la manera de estimular otros horizontes más armónicos o en ver el modo de crecer como seres pensantes, dispuestos a cohabitar, ya no solo estableciendo prioridades que nos pacifiquen, también instaurando alianzas que nos encaminen a una vida plena con justicia y libertad. Lo que resulta deplorable es la acción de muchos gobiernos, dispuestos a invertirlo todo en armas, aunque después la población sufra inseguridad, tanto en alimentos como en sanidad. Ojalá aprendamos a priorizar los derechos humanos, pues la
realidad muestra la existencia de abecedarios que son verdaderos caudales de incitación a la venganza.
Quizás tengamos que curarnos de este espíritu verdaderamente inhumano. No olvidemos que el número de personas que huyen de las atrocidades de sus análogos se acrecienta cada amanecer, y esto ha de servirnos de recordatorio.
Acontezca lo que acontezca, en ese mañana, hemos de aspirar a un mundo menos distinto al presente, donde cada ser humano pueda llevar una vida saludable, verdaderamente enriquecedora, independientemente de quién sea o dónde viva. En este sentido, creo que los Objetivos del Desarrollo Sostenible son una oportunidad única, cuando menos para mejorar esa perspectiva del yo junto
a los otros, ya que si es primordial situar la educación y la salud en el centro de la agenda global, también es esencial comprometer a los países a fortalecer las alianzas para obtener resultados esperanzadores, frente al diluvio de incertidumbres y las inseguridades de cada día. Precisamente, la falta de fondos es uno de los mayores desafíos que afrontan los 47 países menos desarrollados del mundo para implementar la Agenda.
En todo caso, tenemos que dejar de ser excluyentes, pues resulta paradójico, que digamos una cosa y hagamos la contraria. Necesitamos integrar sistemáticamente la migración y el cambio climático en los programas nacionales de desarrollo y reducción de la pobreza. Al presente, y tal vez
más que nunca, es necesario invertir en los medios de vida rurales, en oportunidades de empleo digno para los jóvenes y en planes de protección social para riesgos de desastre, a la vez de trabajar por no descartar a nadie. No podemos considerar a las personas según respondan o no a un criterio útil de inversión. Hemos de concienciarnos de que toda la humanidad, en su acervo, es activamente fructífera. Todos tenemos un lugar en esta vida y, como tal, debemos propiciar nuestra visión y compartirla con otras, hasta llegar a confluir todas. Algo muy útil para no perderse. Por eso, más que estar dentro del mercado, hay que estar dentro de las situaciones y ver la manera de solventar las injusticias que puedan producirse.