La Republica (Uruguay)

Los mártires estudianti­les

- William Marino Analista

El 14 de agosto estará grabado con letras en oro y brillantes, la lucha contra el autoritari­smo del gran poder económico, encaramado en lo más alto del gobierno uruguayo ejercido por el Partido Colorado. Su figura más saliente Jorge Pacheco Areco, que era el símbolo de la mano dura y el autoritari­smo contra el pueblo, cuyo gobierno aceptó que sus aparatos represores fueran adiestrado­s y asesorados por organismos represores de EEUU como la CIA, el FBI y la Escuela de la Américas, por aquel entonces ubicada en la zona del Canal de Panamá. Pero no era él solo, fue todo un sistema, en un mundo muy convulsion­ado y violento. Donde el FMI, el BIRF, la OEA, la CIA, los centros económicos mundiales, todos sacaban su tajada a costa de los pueblos delTercer Mundo, transfirie­ndo las riquezas de las más diversas manera hacia los países del primer mundo, que aun se creían los dueños y amos del mundo.

El mundo, en especial los pueblos de ese tercer mundo, habían ya comenzado su despertar; estaba muy presente aún la República Española, el asesinato por parte de la CIA de Gaitán en Colombia, el asesinato de Sandino, la invasión a Guatemala por parte de los Marines de EEUU en defensa de la United Fruit Company, el derrocamie­nto de Batista, hijo predilecto de EEUU, por parte de unos “12 barbudos”, ahí, en el patio delantero estadounid­ense. Pero estaba lo que nos imponía EEUU a los países de América Latina, desde gobiernos corruptos, con militares y policías estrenados para matar y asesinar a sus pueblos. No en vano a lo largo del siglo pasado solo en América Latina, es decir al sur del río Bravo, los muertos por asesinatos, desapareci­dos y torturados suman millones. Muchos aún se asombran y no quieren hablar de ello, pero es así.

El Uruguay no era ajeno a muchas cosas, las ventajas de la segunda guerra mundial y aún la de Corea, ya no rendían fruto. En 1959 gana el gobierno el Partido Nacional, en abril de 1960 firma una Carta de Intención con el FMI, que trajo como consecuenc­ia en las décadas del 60 y 70, inflación y desocupaci­ón que al rebelarse el trabajador, a su vez también trajo represión, violencia, tortura y muerte por parte de los aparatos represores del Estado. Es la época en que aparece la guerrilla urbana en Uruguay, y también los escuadrone­s de la muerte, integrados por civiles de la JUP, además de policías y militares, con vínculos al maestro en torturas, Dan Mitrione y la propia embajada americana, actuando con total impunidad, desde su oficina ubicada en el 2º piso de la Jefatura de Policía de Montevideo.

Líber Arce fue el primer estudiante asesinado, pero no el único; por solo nombrar algunos: Susana Pintos, Hugo de los Santos, Heber Nieto, Walter Medina, los y las jóvenes del liceo de Treinta y Tres, los ataques al liceo Bauzá por solo nombrar uno. Cuando matan a Hugo y Susana los heridos de bala suman más de 50 estudiante­s. Antes, las bandas armadas fascistas habían raptado y torturado a una joven estudiante, exiliada paraguaya, Soledad Barret. Es dentro de este contexto, tal vez mucho más grave de lo que yo digo, que en 1968 la lucha estudianti­l ocurre por boleto gratuito y mayor presupuest­o para la enseñanza, ya que el mismo no llegaba ni al 2% de Presupuest­o Nacional. El gobierno blanqui-colorado, bajo la batuta de Pacheco Areco, decreta las Medidas Prontas de Seguridad. La prohibició­n de manifestar, censuras y clausuras de diarios, revistas y audiciones de radio, era cosas de todos los días, incluso llegando a decretar la no importació­n de revistas y libros de otros países.

Líber Arce había nacido en 1940, vivía en la calle Chimborazo casi Gral. Flores, en el Cerrito de la Victoria. Estudiaba en la Facultad de Odontologí­a y trabajaba en el puesto que sus padres tenían en la feria, además de ser, un militante social y sindical, lo era también político, pues integraba la UJC. El recuerdo nos dice que era un compañero callado, siempre leyendo algún libro que lo hiciera más grande en sus actividade­s, políticas, sociales y/o sindicales. El mes de agosto venía mal, el ministro del Interior “ordenó allanar” varias Facultades, lo que se llevó a cabo la noche del 9. Después fue el caos, la destrucció­n de los materiales y el mobiliario en dichas casas de estudio, que se realizó durante los allanamien­tos, y dejó una sola idea: la meta era “destruir los centros de estudios”.

Las manifestac­iones relámpago se sucedían día tras día. El 12 de agosto, al mediodía, se realizó una marcha estudianti­l desde la Facultad de Odontologí­a a la Facultad de Veterinari­a. Al llegar a esta última se aproximó una“chanchita”, con varios policías, que bajan revolver en mano. Los estudiante­s trataron de refugiarse en la Facultad, los policías trataron de entrar pero los estudiante­s se “pararon de firme”. Es allí en la puerta misma de la Facultad que el suboficial Enrique Tegliachi descarga su revólver de reglamento sobre los estudiante­s y luego saca de entre sus ropas una pistola calibre 22, con la cual realiza varios disparos más. A Líber una bala le secciona la arteria femoral a la altura de la ingle. La Policía no deja sacar al herido, dos horas casi se demora en llegar al Hospital de Clínicas, muy cerca de allí. A pesar de todos los esfuerzos que realizan los médicos, murió el 14 de agosto. El policía asesino fue juzgado y remitido por homicidio, aunque nunca se supo si realmente fue a la cárcel.

El entierro de Líber Arce, fue el más grande de la historia, más de 250.000 personas acompañaro­n el féretro a su última morada.

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