Retomar y profundizar el progresismo
En las últimas décadas predominaron políticas progresistas en la mayor parte del continente. Hoy ya no es así. La derecha ha modificado la situación, salvo excepciones. El recientemente fallecido Marco Aurelio García, asesor de Lula en política exterior, expresaba que encuestas a personas y/o sectores que habían apoyado y fueran favorecidos por las políticas progresistas, no sólo en Brasil, arrojaban ciertas opiniones negativas hacia sectores de izquierda, y en algunos casos, positivas a la propia derecha política.
El Informe Latinobarómetro 2016 nos dice que el 28% de los ciudadanos se autodefine como de derecha, nueve puntos más que el 19% registrado en encuesta de 2011. Y el 20% y el 36% se ubican en la izquierda y centro político, respectivamente. Varias pueden ser las interpretaciones, y muchas las dudas respecto del futuro político de la región, máxime con lo que está pasando en el mundo actual.
El progresismo, que actuó moderadamente respetando la institucionalidad, ha ido retrocediendo ante la embestida del capitalismo concentrador y financiero. ¿Significa ello el fin de su ciclo positivo? De ninguna manera. Por otra parte ¿supo aprovechar su etapa de auge a efectos de avanzar y profundizar los cambios?
Creemos que le faltó fuerza ideológica y visión política estratégica, a efectos de profundizar los procesos que tiendan a un desarrollo global, económico, social y cultural.
El capitalismo actúa generalmente en democracia, al menos formal, aunque no siempre. Cuando surgen dificultades no vacila en utilizar la violencia. Uno de los tantos ejemplos fue en Honduras, y la forma como sacaron de su domicilio por la fuerza al presidente Zelaya, sin darle siquiera tiempo a vestirse. O realiza simulacros de democracia como sucedió cuando destituyeron a Dilma Rousseff en Brasil. ¡Qué razón tenía aquel conservador francés luchando contra el proletariado en el siglo XIX cuando expresaba“la legalidad nos mata”!
Tenemos por delante una verdadera batalla cultural, porque la cultura es condición, objetivo y herramienta pensando en el desarrollo del futuro de un país. Solo el crecimiento no asegura justicia social, libertad, solidaridad, aspectos esenciales de nuestros objetivos actuales y de futuro. Y si no procedemos de esta forma, terminaremos dominados por la cultura capitalista, financiera lucrativa, depredadora y antisolidaria. ¿Cuántas veces se han realizado plebiscitos planteando temas vinculados a nuestros principios y objetivos, y los resultados han sido negativos? ¡Si será cultural la batalla! Además ¿no existe un cierto distanciamiento entre la política, la intelectualidad, con la sociedad y su gente? Porque la construcción cultural política es colectiva y participativa, o deja de serlo. Lo contrario sería transformarse en autoritarismo excluyente, elitismo, etc. Además el resultado de las encuestas que mencionamos ¿no demuestran que existe descreimiento en la política y sus actores, más allá de que los gobiernos sean de derecha o izquierda, aplicando la más que lamentable, rechazable y falsa frase“son todos unos corruptos”?
Otro aspecto a considerar es la enorme distancia existente entre la teoría y la realidad. Somos el continente que mayor cantidad de reformas constitucionales ha sancionado a lo largo de la historia, sin embargo seguimos siendo la región más desigual del planeta. Obsérvese que una de las reivindicaciones más reiteradas es la necesidad de construir países democráticos en todos sus aspectos. ¡Si estarán arrimando leña al fuego de la desigualdad e injusticia la derecha conservadora! Cuán necesarias son las visiones estratégicas impulsando las modificaciones y profundizaciones que se entiendas necesarias en cuanto a contenidos, ritmos y protagonistas de los procesos de reforma, que sin duda tienen sus avances, dificultades, retrocesos.