La Republica (Uruguay)

Bienvenido­s al tren

- Senador Pablo Mieres

El gobierno anunció esta semana, con bombos y platillos, el inicio de un proceso de licitación para la instalació­n de una línea central de ferrocarri­l que recorrerá nuestro territorio desde Paso de los Toros a Montevideo. Obviamente esta obra de alrededor de doscientos cincuenta kilómetros de vía férrea está directamen­te asociada a la instalació­n de la segunda planta de celulosa de UPM.

Es una muy buena noticia. Ya hemos señalado que la inversión en una nueva planta de celulosa es una alternativ­a de importanci­a para el país que, si cumple con los requisitos y cautelas ambientale­s correspond­ientes, tal como ocurre con la primera planta de UPM, será una pieza más de nuestro aparato productivo que generará mayor crecimient­o y aumento de mano de obra, además de todas las actividade­s indirectas vinculadas con los proveedore­s, desarrollo forestal y demás impactos económicos.

Vale indicar que justamente esta semana la CARU anunció que la planta de UPM está cumpliendo con los estándares ambientale­s exigidos, lo que constituye una buena credencial para la instalació­n de un segundo emprendimi­ento. Obviamente, nuestro sistema institucio­nal deberá actuar con exigencia y fuerte seguimient­o en el caso de esta nueva obra, igual que lo hizo en la anterior.

El modo de transporte ferroviari­o es, indudablem­ente, más económico para el transporte de la carga. Por otra parte, si se diseña un modelo de ferrocarri­l eléctrico tendrá efectos ambientale­s y económicos aún más favorables. Además, desde el punto de vista de la eficiencia, se evitan los daños colaterale­s propios del transporte carretero, particular­mente vinculados a la necesidad de una permanente inversión en refacción de la red vial carretera que es muy costosa.

La posibilida­d del ferrocarri­l, acompañado de un aumento significat­ivo de la producción forestal para alimentar la nueva planta de celulosa, permitirá ofrecer a las empresas de transporte carretero una alternativ­a laboral para que el impacto del ferrocarri­l no genere perjuicios en su actividad. Es decir, la nueva planta de celulosa necesitará de un mayor abastecimi­ento de materia prima que implica el transporte de madera en camiones hacia la nueva planta, lo que debería sustituir la demanda perdida por la aparición del tren.

Por lo tanto, el esfuerzo estatal no está limitado sólo a la construcci­ón de la nueva red ferroviari­a, sino que implica una segunda parte de fuerte inversión en mejora de la red carretera en el centro, este y norte del país para alimentar este nuevo emprendimi­ento.

A su vez, como se sabe, también se deberá desarrolla­r una importante serie de obras en torno al puerto de Montevideo para aumentar su capacidad logística y operativa.

Sin duda, como todo emprendimi­ento de tal magnitud, enfrenta enormes desafíos y riesgos que deben atenderse.

Un problema principal consiste en el diseño de la red ferroviari­a. En tal sentido, no parece que los aspectos relacionad­os con el impacto urbano que tendrá la nueva red ferroviari­a en varios pueblos y ciudades de Canelones y Montevideo se hayan resuelto definitiva­mente.

Por el contrario, son muchas las voces que, con buen criterio, señalan que un tránsito ferroviari­o con la frecuencia e intensidad que se proyecta tendrá un impacto muy fuerte sobre numerosas poblacione­s. No es tan sencillo. Reactivar el trazado actual sin modificaci­ones podría generar importante­s problemas de ordenamien­to territoria­l. A su vez, cambiar el trazado puede incluir nuevas dificultad­es relacionad­as con expropiaci­ones y otros aspectos de muy compleja resolución.

Por otra parte, el país está pagando hoy la inexplicab­le decisión tomada a fines de los años ochenta, cuando se desmontó el transporte ferroviari­o apostando al modo carretero de manera casi exclusiva. Es más insólito aún, porque esta decisión se tomó en forma simultánea con la aprobación de la ley de promoción forestal que, justamente, con el tiempo requeriría de un ferrocarri­l potente y renovado. Contradicc­iones y responsabi­lidades de gobiernos anteriores que algún día nos gustaría entender.

Pero lo cierto es que el anuncio de esta semana significó un primer paso en la dirección correcta. Quizás muy apresurado por la necesidad de mostrar logros de un gobierno que, con o sin capacidad de comprensió­n lectora, se muestra sin agenda sustantiva y jugando todos sus boletos a este emprendimi­ento.

El anuncio debería haberse realizado con alguna propuesta más concreta y avanzada. Los plazos señalados en el cronograma (que fue lo único que en concreto se anunció) suenan demasiado optimistas y la afirmación categórica de que el proyecto ferroviari­o es independie­nte de que la obra de UPM se concrete, nos hizo acordar al puerto de aguas profundas y su dependenci­a de la instalació­n de la minera Aratirí. Por lo que, si la referida planta no se concretara, la nueva red ferroviari­a podría tener una capacidad ociosa que la haría, quizás, muy poco atractiva para los posibles inversores.

Pero, es mejor destacar lo positivo. Como decía la vieja y recordada canción de Sui Géneris: bienvenido­s al tren.

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