Los 75 años de uno de los “magos” del cine alemán
El realismo llevado a su máxima y conflictiva expresión.
Werner Herzog ha triunfado en los últimos años en Hollywood. Aparte de directores alemanes orientados más bien a lo comercial como Roland Emmerich, Herzog pudo convertirse, en Estados Unidos, en el realizador alemán más exitoso – al menos desde la perspectiva artística. Y el pasado martes 5 de septiembre, festejó su cumpleaños 75. Herzog trabajó en los últimos años junto con superestrellas como Eva Mendes, Nicole Kidman, Nicolas Cage, Willem Dafoe y Christian Bale. El hecho de que el director pudiera realizar estos proyectos millonarios con los grandes de Hollywood, sin tener que arrodillarse al sistema tradicional de la industria filmatográfica estadounidense, pertenece a los secretos de éxito de Herzog. De todos modos, el nombre Werner Herzog tiene una reputación magnífica, se ha vuelto una marca. Incluso si no todo lo que Herzog filmó en los últimos años fue oro.
Este éxito cabe de alguna forma en su carrera pavimentada de sorpresas. Herzog, junto con Rainer Werner Fassbinder, Wim Wenders y Volker Schlöndorff, es el director más conocido de la generación del Nuevo cine alemán. Esta comenzó, en los años 60, a revolucionar el decrépito y artísticamente pobre cine alemán. El director se volvió conocido para un mayor público a través de su trabajo en conjunto con el excéntrico actor Klaus Kinski. Con él grabó 5 películas, entre ellas el remake de la saga de vampiros "Nosferatu" y la adaptación de Georg Büchner "Woyzeck" (ambas de 1979). Con Kinski viajó a Sudamérica para grabar "Aguirre, la cólera de dios" (1972) y "Fitzcarraldo", y contó desde ahí historias de conquistadores, soldados y colonialistas al borde de la demencia.
Legendarios fueron también siempre los relatos de los que trabajaron en el rodaje. No sólo los fuertes conflictos con la estrella Klaus Kinski, sino también los accidentes y complicados retrasos, que marcaban el trabajo en el set, lograron estimular la fantasía de la crítica y del espectador. Para "Fitzcarraldo" se construyó una réplica de un barco histórico y se arrastró a mano por la cima de una montaña.
Esto fue también una expresión de su estilo en la dirección: Herzog nunca fue un hombre de estudios, sino un director que experimentaba sus temas in situ de forma excesiva. Después de la muerte de Kinski, la prensa se tornó inicialmente silenciosa con respecto a Herzog. En Alemania el interés por su trabajo se paralizó. Herzog aparecía poco en la percepción pública – también porque por algunos años tampoco filmó más largometrajes y se dedicó a la escenificación de ópera. En los noventas no pasó un año en el que el nativo de Múnich no hiciera al menos una película – sobre todo documentales sobre paisajes o sobre personajes grotescos. Herzog siempre tuvo la habilidad de dirigir su propia mirada a sucesos al borde de la sociedad y el mundo civilizado.
Las películas de Herzog de esta época fueron, sin embargo, todo menos clásicas, "realistas" documentaciones.Ya los títulos - "Las campanas del alma", "Ecos de un reino siniestro" o "Lecciones en la oscuridad" – indicaban lo que pretendía. Herzog viajaba por el globo y se llevaba sus cámaras para grabar debajo de la tierra, en cuevas, debajo del hielo eterno, sobre campos petrolíferos, en el desierto, en altas montañas. Eso le abrió nuevos espacios y panoramas – sobre personas y sobre nuestro mundo.