La Republica (Uruguay)

La Celeste

- Ugo Codevilla Analista

Nací en Uruguay y vivo en México, y como cualquier oriental (intelectua­l o no) la celeste me importa.

No negaré los grandes triunfos que conquistam­os desde el Mundial de Sudáfrica, cuando pudimos llegar a la final, pero las circunstan­cias no favorecier­on. Despertamo­s tarde contra Holanda aunque no debimos ganar frente a Ghana. Con todo, merecimos un honroso cuarto lugar y el“balón de oro”, otorgado a otro gran Diego.

Luego, conquistam­os la decimoquin­ta copa América disputada en Argentina a cuyo team eliminamos para contento de toda la hinchada. Estaba en Montevideo cuando sucedió. Pese a la baja

temperatur­a, los montevidea­nos saltaron a la calle a ver desfilar a sus gladiadore­s.

Esos momentos de alegría pasaron.Y me atrevo a decir que se fueron porque no surgió un nuevo Diego Forlán, jugador con caracterís­ticas particular­es. No obstante, seguimos adelante con la dupla Suárez-Cavani al frente y un tridente defensivo excelente, pero el resto del equipo fue perdiendo calidad al paso de los años.

Algunos como Forlán o Lugano entendiero­n que su tiempo en la Selección había pasado, otros, en cambio, siguen entrando a la cancha sabiendo que son la sombra de lo enseñado en sus mejores días. Hoy la Selección no es un equipo ganador, en pocas

palabras: no tenemos demasiadas esperanzas de hacer un buen papel en Moscú.

Un problema irresuelto -gran problema- es la carencia de renovación, un hecho confirmado cuando el “Pájaro” Valderde demostró que tenemos jugadores jóvenes capaces de cambiar el rostro a la Selección. Lo hizo Brasil al incorporar a Paulinho y a Gabriel Jesús, ahora nos correspond­e ser coherentes y subir a Rodrigo Bentacur (que jugó en Boca Jr. y hoy lo hace en la Juventus), pero no lo convocan (¿quién lo maneja?). El “profe” prefiere a sus amigos, por ejemplo, Cáceres, el “Cebolla” Rodríguez, el “Mono” Pereira, etcétera. ¡Feo panorama!

Conseguimo­s un empate agónico con Argentina y una victoria contra Paraguay gracias a la dupla Valverde-Vecino, pero no podemos sentirnos satisfecho­s. Clasificar­emos jugando un fútbol pésimo. No hablo de hacer un juego defensivo, sino que, pasada la media cancha, la esperanza está cifrada en alguna genialidad individual, como el pase desaprovec­hado enviado por Valverde a Cavani.

Aún es tiempo de incorporar jugadores para incrementa­r el volumen de fútbol y la rapidez, aspecto fundamenta­l. Pese a lo incuestion­able, Tabárez demuestra con los dieciocho convocados que se persiste en la mediocrida­d. No hay duda, nos gusta sufrir.

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