La Republica (Uruguay)

El Papa oró por la reconcilia­ción y la paz entre los colombiano­s

Beatificó a dos sacerdotes muy asociados al conflicto armado que finalizó tras la firma de la paz.

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El papa Francisco agradeció el viernes a las autoridade­s y jefes castrenses sus esfuerzos para lograr la paz al tiempo que rezó por las víctimas antes de partir a una zona de Colombia que estuvo asediada por los rebeldes, donde oró por los afectados por el largo conflicto armado y les pedirá que superen su dolor perdonando a sus antiguos agresores.

En una ceremonia en una sección militar del aeropuerto internacio­nal de Bogotá, Francisco valoró lo que hacen por la paz, poniendo en juego la vida, y eso es lo que hizo Jesús. Nos pacificó con el Padre, puso en juego su vida y la entregó. Esto los hermana más a ustedes con Jesús”. Luego rezó una oración por los caídos y heridos en la guerra.

El momento más observado de su visita a la ciudad central de Villavicen­cio fue lo que elVaticano describió como una “gran reunión de oración por la reconcilia­ción nacional”. Fue un encuentro muy emotivo para Francisco, que ha hecho de la reconcilia­ción el tema central de su viaje de cinco días a Colombia. El pontífice prometió el año pasado visitar el país cuando se firmó el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC).

El papa salió poco después de las 07:00 hora local (1200 GMT) de la Nunciatura Apostólica rumbo a la terminal aérea para abordar el avión a Villavicen­cio, donde también tiene beatificó a dos sacerdotes católicos asesinados durante la violencia política y guerriller­a en el país.

Miles de víctimas de toda clase acudieron al acto: soldados que sufrieron mutilacion­es cuando retiraban minas terrestres, madres que vieron a sus hijos reclutados a la fuerza por los rebeldes para no volver jamás y campesinos expulsados de sus tierras por grupos paramilita­res de derecha.

También antiguos rebeldes, en un reflejo de lo recientes que son las heridas del conflicto y lo sensible que resulta cualquier aparición pública de los exguerrill­eros, aún detestados por amplios sectores de la población.

Entre los asistentes estuvo Lucrecia Valencia, que perdió a su esposo y a su hijo, además del brazo derecho y la pierna izquierda, cuando buscaban leña cerca de su casa. Su pueblo pasó años castigado por la violencia y ella dijo que quiere que el mundo sepa que la paz en Colombia es frágil.

Valencia señaló que es probable que la mina terrestre que trastocó su vida en 2009 fuera colocada por otro grupo rebelde, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que sigue activo en muchas partes del país.

“Estamos hartos de esa gente”, dijo la mujer, de 40 años. “Yo soy una mujer de buen corazón, no tengo nada que reclamar. Solo quisiera decirles que no queremos más guerra”.

Presidiend­o el evento hubo una estatua mutilada de Cristo rescatada de una iglesia bombardead­a hace 15 años, quizá el más poderoso recordator­io de la violencia política que dejó más de 250.000 muertos y millones de desplazado­s. Varios residentes de la empobrecid­a ciudad de Bojayá viajaron durante días en bote, avión y autobús para llevar la modesta escultura de yeso a Villavicen­cio para que el papa pueda bendecirla.

La estatua procede de una iglesia destruida por un mortero de las FARC donde 300 personas se habían refugiado durante tres días de combates entre rebeldes, ejército y paramilita­res. Al menos 79 personas murieron y 100 resultaron heridas en el ataque de 2002.

Hoy la pequeña localidad es un modelo de reconcilia­ción que votó por abrumadora mayoría a favor del plan de paz del presidente Juan Manuel Santos e incluso dio el poco habitual paso de dar la bienvenida a las FARC, cuyos líderes han visitado dos veces la población para pedir perdón y desarrolla­r proyectos en beneficio de la comunidad.

Antes, en una misa en Villavicen­cio, Francisco beatificó a dos sacerdotes muy asociados al conflicto colombiano.

El reverendo Pedro Ramírez fue asesinado en los turbulento­s días tras el asesinato en 1948 del líder izquierdis­ta Jorge Eliécer Gaitán, un asesinato que marcó el inicio del descenso de Colombia en la violencia política, que terminó

llevando a que campesinos pobres excluidos por un sistema político dirigido por élites se volcaran a las armas.

Los sacerdotes en la localidad de Armero, en el centro de Colombia, dijeron que Ramírez fue sacado a rastras de la iglesia, desnudado y atacado con machetes por una turba de seguidores enfurecido­s de Gaitán que lo acusaron de proteger a sus enemigos terratenie­ntes conservado­res.

El obispo Jesús Jaramillo, por su parte, murió en 1989 en la ciudad oriental de Arauca baleado por rebeldes del ELN, con los que chocó por motivos teológicos. El ELN fue fundado por sacerdotes y estudiante­s de seminario inspirados en la teología de la liberación -que buscaba identifica­r a la Iglesia con los pobres y excluidosy vieron en el conservado­r pero carismátic­o Jaramillo un posible rival en la influencia sobre los campesinos y trabajador­es de la región.

Villavicen­cio es también un lugar elegido para reflexiona­r sobre otra de las preocupaci­ones del papa durante su estancia en Colombia: el medioambie­nte.

Situada al borde del bosque amazónico, la zona antes rural se vio transforma­da por un auge económico cuando el declive del conflicto y un aumento en los precios de las materias primas atrajeron el interés de empresas petroleras y multinacio­nales agrícolas a zonas antes vedadas. Con la paz se espera que la transforma­ción de terrenos se intensifiq­ue, poniendo aún más presión sobre el delicado entorno colombiano, uno de los más diversos del mundo y que tiene más especies de aves que ningún otro país.

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