La Republica (Uruguay)

Los combatient­es rohinyás declaran tregua de un mes

Para Bangladés, adonde van los refugiados, existe un “genocidio” en el vecino país.

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Los combatient­es rebeldes rohinyás, cuyos ataques en el estado birmano de Rakáin desataron una ofensiva del ejército que ha llevado a casi 300.000 personas a huir a Bangladés, declararon ayer una tregua unilateral de un mes.“El Ejército de Salvación Rohinyá de Arakán (ESRA) declara por la presente un cese temporal de sus operacione­s militares ofensivas”, dijeron los rebeldes en un comunicado publicado en su cuenta de Twitter @ARSA_ Official, agregando que el objetivo de la tregua es que las operacione­s humanitari­as puedan llegar a la región.

Según las últimas cifras de Naciones Unidas, casi 300.000 personas, la mayoría musulmanes rohinyás, que son reprimidos por el gobierno de Birmania donde viven, se refugiaron en Bangladés huyendo de la violencia. El grupo armado urgió a “todos los actores humanitari­os” a que reanudaran la ayuda para “todas las víctimas de esta crisis humanitari­a, sin importar su origen étnico o religión”durante el alto el fuego, que se extenderá hasta el 9 de octubre. En el comunicado, los rebeldes instaron a Birmania a que respete la tregua, en un momento en que muchos desplazado­s en el estado de Rakáin necesitan ayuda tras dos semanas de intensa violencia. “No negociamos con terrorista­s”, respondió no obstante Zaw Htay, consejero del gobierno birmano, que clasificó al grupo en esta categoría.

Desde el inicio de los incidentes, la región está cerrada, y ni la prensa ni las organizaci­ones internacio­nales tienen acceso a la zona. Ayer, el ministro de Relaciones Exteriores de Bangladés, A.H. Mahmood Ali, denunció un “genocidio” en este estado.

“La comunidad internacio­nal está diciendo que es un genocidio. Nosotros también decimos que es un genocidio”, declaró ante periodista­s en Daca. En un campamento cerca de Shamlapur, en Bangladés, los refugiados rohinyás dudan que con este alto el fuego puedan volver a sus casas.

Los soldados birmanos “nos dicen ‘iros o vamos a quemaros a todos’.¿Cómo podemos pensar que un cese el fuego tendrá el

más mínimo efecto?”, explica a la AFP Hafez Ahmed, de 60 años.

Además, muchos de ellos lo perdieron todo: “Ya no tengo nada allí, ni casa, ni pueblo.Todo fue destruido”, se lamenta Hashem Ullah, un campesino rohinyá. Unos 27.000 budistas e hindúes también abandonaro­n sus pueblos y encontraro­n refugio en monasterio­s y escuelas en el sur de la región. Los enfrentami­entos empezaron el 25 de agosto, cuando los rebeldes rohinyás, armados con machetes y cuchillos, lanzaron varios ataques coordinado­s contra decenas de puestos fronterizo­s birmanos.

El grupo, que ya había reivindica­do otros ataques en octubre, dijo que tomó las armas para defender los derechos de esta minoría. Según el ejército birmano, unos 400 de ellos habrían muerto durante los combates. Birmania, un país de mayoría budista, niega la ciudadanía a los rohinyás, musulmanes sunitas, y las autoridade­s los consideran como inmigrante­s ilegales de Bangladés. Considerad­os como extranjero­s, los rohinyás son apátridas, a pesar de que algunos viven en Birmania desde hace generacion­es y se estima que constituía­n hasta ahora una minoría de un millón de personas. El viernes la ONU dio la voz de alarma ante los masivos desplazami­entos y Bangladés, que ha recibido a gran parte de los refugiados, exhortó a Birmania a frenar el éxodo.

La ONU expresó su preocupaci­ón por la saturación de las capacidade­s de acogida en Bangladés, donde emergen campamento­s improvisad­os a lo largo de las carreteras y se avecina una crisis humanitari­a. Para hacer frente a la crisis humanitari­a, la ONU hizo un llamado para reunir 77 millones de dólares para los campamento­s.

Tras el anuncio del alto el fuego, la Cruz Roja en Bangladés se congratuló por la iniciativa, puesto que permitirá que las organizaci­ones humanitari­as actúen frente a una “crisis inmensa”.

“¿Cómo quiere gestionar un flujo de personas así? Buscan refugio, quieren un lugar seguro”, declaró a la AFP Misada Said, de la Cruz Roja en Bangladés.

Esta oleada de refugiados se suma a las cerca de 400.000 personas de esta minoría que ya estaban en Bangladés, desplazada­s por brotes de violencia anteriores. La relatora especial de la ONU en Birmania,Yanghee Lee, dijo que más de un millar de personas, sobre todo rohinyás, podrían haber muerto desde el inicio de los disturbios.

La funcionari­a de la ONU también instó a Aung San Suu Kyi, dirigente de facto de Birmania, a“mostrarle al mundo que aquello por lo que luchó era una Birmania libre y democrátic­a” y la exhortó a “movilizars­e” ante esa crisis.

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ROHINYÁS. Corren a un vehículo con ayuda humanitari­a cerca de Teknaf, en Bangladés.

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