La Republica (Uruguay)

Nadal ganó su 16° Grand Slam

Suma 10 Roland Garros, 2 Wimbledon, un Abierto de Australia y 3 US Open.

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Rafael Nadal vuelve a reinar en Nueva York cuatro años después y alza su tercer título del US Open y decimosext­o “Grand Slam” tras superar la resistenci­a de Kevin Anderson por El gigante sudafrican­o de 2,03 metros, el tenista más alto en plantarse en una final dentro de los cuatro grandes escenarios del deporte de la raqueta, se presentaba en la ronda decisiva con un 83 por ciento de puntos ganados con el primer saque en los seis partidos disputados en las pistas de Flushing Meadows.

A la hora de la verdad, Anderson, el primer jugador de su país en luchar por la corona desde que Cliff Drysdale cediera con otro español, Manolo Santana, en la edición de 1965, se arrugó ante la dimensión del escenario y la grandeza del oponente. Hincó la rodilla por 6-3, 6-3 y 6-4. Rafa terminó la final a lo grande, con un saque-volea que hubiera firmado el mismísimo Boris Becker.

Anderson se sacó los nervios del estreno en una final importante con dos servicios directos en el primer juego que se fueron a los 217 kilómetros por hora. El sudafrican­o, como era de esperar, rehusaba los intercambi­os y le pegaba a todo. Nadal, obligado a restar pegado a la valla, sumaba en positivo cada vez que había peloteos.

En el tercer asalto, el manacorí dispuso de pelota de ‘break’ pero estrelló una derecha a la red. Kevin resoplaba porque tuvo que salvar una segunda opción de rotura. Habían pasado 20 minutos y el resultado seguía 1-1. A Rafa siempre le había impresiona­do la mirada de Tiger Woods al patear. Esa mirada estaba en su palco animándole como ya hizo en las semifinale­s con Juan Martín Del Potro. Su amistad empezó por la multinacio­nal Nike, que les viste a ambos.

Siempre está ahí

Desde hace doce años, desde ese 2005 en el que asombró al mundo con 19 primaveras en Roland Garros, Rafa Nadal comenzó una carrera contra todo. Contra las previsione­s de que solo era un jugador de tierra. Contra los augurios de que su físico no aguantaría una carrera larga. Contra Roger Federer, que ya había ganado cuatro“grandes” entonces... En lucha frente a la predicción de que no volvería arriba después de dos campañas sin alzar un Grand Slam, triunfó en junio en París.Y otra vez, un 10 de setiembre de 2017 y con 31 años, firmó su 16º Grand Slam. Diez Roland Garros, dos Wimbledon, un Abierto de Australia y tres US Open después de talar al gigante Kevin Anderson: 6-3, 6-3 y 6-4 en 2h:27.

Nadal sí estaba, presto a volver a conquistar NuevaYork tras sus triunfos en 2010 y 2013, mientras Andy Murray, Novak Djokovic y Stanislas Wawrinka curaban en casa lesiones y ordenaban su mente frente a la resurrecci­ón del español y de un Roger Federer que cayó frente a Juan Martín del Potro en cuartos antes de que Nadal laminara al argentino.

Kevin Anderson, favorecido por las ausencias por su lado del cuadro, se plantó en la final de un Grand Slam desde el número 32º del mundo (sube al 15º), apoyado en su saque (más de 5.400 aces acredita en su carrera) y su 2,03 de altura. Pero, compañero de quinta de Nadal, solo luce en su palmarés los torneos de Winston-Salem, Delray Beach y Johanesbur­go. Tenía ante sí una tarea titánica.

Porque enfrente se encontró un titán, sí. Al número uno, que ha sostenido su posición en Queens y se marcha con 1.820 puntos más. En el primer parcial, Nadal se aculó casi en el fondo para descifrar los saques y sometió a una tortura al sudafrican­o. A la quinta bola de break, rompió para 4-3.Y después para 6-3. Anderson, que sólo había cedido cinco veces su servicio en todo el US Open, ya tenía dos mordiscos en 58 minutos. En el segundo parcial, el español fue elevando más su nivel. Rápido de piernas, contundent­e con el drive, agresivo. Fue diluyendo a Anderson. Bastaron 38 minutos. Y 50 en el tercero. Acabó con solo 11 errores no forzados y no cedió ni una bola de break. La diferencia fue mucha.

En el puerta de entrada del National Tennis Center, donde el balear cerró el círculo del Grand Slam conquistan­do los cuatro en 2010, se puede leer una frase de una estrofa de New York, New York, de Frank Sinatra: “Quiero despertarm­e en la ciudad que nunca duerme siendo el rey de la colina, el número uno. Si lo puedo hacer aquí, lo podré hacer en cualquier sitio”. Nadal lo hizo aquí. No ganaba un torneo en pista rápida desde hace casi cuatro años, en Doha 2014.Y lo puede seguir haciendo en cualquier sitio. Dieciséis veces grande ya.

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