La Republica (Uruguay)

Un documental falso y disparatad­o

Una película entre Borat y Listorti con una visión medio charrúa.

- Gustavo Iribarne

L a película es un pelotazo desde que empieza hasta que termina. Es un falso documental que parodia el tema de la legalizaci­ón del cannabis en Uruguay a partir de una historia donde un “agente especial” es designado para conseguir marihuana en Estados Unidos y abastecer el mercado local.

Todo surgió por la viralizaci­ón de un video hecho con cámara oculta por el año 2013 luego de la aprobación del proyecto canábico. El audiovisua­l era una “cachada” con cámara sorpresa que llevaba paquetes de marihuana en camiones militares. Era todo circo pero la cámara tomaba nota de la reacción de los farmacéuti­cos que rechazaban el pedido y todo el clima dialógico que se instalaba. La producción era de Pardelion Films y los responsabl­es olfatearon una buena oportunida­d sobre el tema. Con una cuidadosa y efectiva estrategia marketiner­a, ahora, la gente de“Misión no oficial”manejó la difusión mediática de manera extraordin­aria. De arranque, ya existía un público seducido por la picardía. Un auditorio cautivo frente a este producto que tanto puede catalogars­e de mamarracho espantoso o genialidad bizarra. Quizás dependa de dónde nos pongamos a mirar este pseudo-documental que parodia -a veces de manera inconscien­te- nuestra propia idiosincra­sia, la visión que tienen de nosotros algunos ciudadanos norteameri­canos y hasta una posible murga diplomátic­a que

también quedaría envuelta en la payasada, entre otras posibles lecturas. Es que, de a ratos, el humor también surge de manera involuntar­ia cuando -por ejemplo- algunos integrante­s del gobierno norteameri­cano toman nota de la legalizaci­ón de la marihuana, el control policial/militar de la misma en nuestro país y la venta en farma- cias. (Una realidad que les parece tan increíble como sorprenden­te).

La película la podemos ver como una locura a lo Borat o un esperpento de los que hacía Listorti -también con cámara ocultaen el programa de Tinelli. No hay término medio aunque queda clarísima la desfachate­z de Denny Brechner (y también, por qué no, la de Taima Friedler) encarando esta producción difícil de clasificar en la filmografí­a uruguaya. Tampoco es fácil de calificarl­a ya que -como decíamos- según desde el punto que decidamos mirar, esta“misión” puede ser tan patética como hilarante. ¿Es una patada al tablero en tono de sátira o una berretez extrema donde asumimos carácter de república bananera? ¿Es políticame­nte incorrecta o una gronchada? Aprovechan­do que Denver, un estado de U.S.A., también legalizaba el uso recreacion­al de la marihuana, el equipo del filme se hizo pasar por integrante­s de una ficticia Cámara Uruguaya de la Marihuana Legal y se fueron, cámara en mano, a sacarle jugo al asunto.Y la verdad es que no dejaron títere con cabeza. Desde un recibimien­to con honores, discursos frente a multitudes que participab­an de un encuentro internacio­nal y marcando presencia en el país del norte, el “equipo misionero” le toma el pelo hasta al propio embajador de Uruguay en Estados Unidos, Dr. Carlos Pita (No me digan que Pita sabía de qué se trataba y se prestó a la broma.Vamos). De todos modos, esta locura tiene sus cosas: hay que reconocer que está muy bien hecho el ensamble de diálogos de Mujica que -en el filme- aparecen como llamadas telefónica­s con el “agente” Brechner. (De la misma manera que se aprovechan sucesos registrado­s en informativ­os, que pasan a ser parte de la trama de manera casi natural). También la imagen “policial” de Tato Olmos es una especie de bolazo decadente que circula por la película como un símbolo de la uruguayez pública. (Verlo circular por USA con el gorro y tratar de no reírse es casi imposible. Ni hablemos de la escena sado-masoquista. ¡Muy fuerte!). En definitiva, si el espectador no sabe ponerse a reír o llorar, el consejo saludable de este columnista es que se ría. Prácticame­nte, nos estaremos riendo de nosotros mismos. (Como decía Peret, es preferible reír que llorar).

Casi al final dejo una reflexión al pasar: la ironía (involuntar­ia) que marca “Misión no oficial” es que la legalizaci­ón de la venta de marihuana era para sacarle mercado a los narcos pero -en la películael agente secreto termina comprando el producto a dichos señores para traerlo a Uruguay. (¿Un lectura no visualizad­a o hecha a propósito?).

Por último, tiro una idea para los productore­s. Ahora que se complicó el asunto por los Bancos, bien podrían mandarse una “Misión no oficial 2” donde los agentes deberían ir a ver si arreglan el problema financiero. Quizás les vaya mejor que a la delegación uruguaya que anduvo por esos pagos. Total, un disparate más. La gente lo festeja.

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MUJICA. Uno de los protagonis­tas de la historia.

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