La Republica (Uruguay)

Los días del después

- William Marino, analista

Sin lugar a dudas, el triunfo del Frente Amplio en 1989 cuando gana la Intendenci­a de Montevideo, algo que se veía venir, descolocó a los partidos tradiciona­les de nuestro país. En el año 2005, el hundimient­o de los colorados, partido responsabl­e del golpe cívico-militar, relegado a un tercer lugar con solo un dígito, en el resultado electoral, dejó al borde de la locura a sus grandes popes. Pero esa derecha, representa­da en los partidos tradiciona­les, “billetera mata galán” y sus medios de comunicaci­ón trabajaron mucho, y son los que en los últimos años le han marcado la agenda al Frente Amplio. Pero eso no se dio de un día para otro, ha sido un proceso de meses y meses. Ha sido el buen trabajo de ellos y el mal trabajo nuestro como frentistas. Eso nos llevó a que la agenda se marcara a través de los medios de comunicaci­ón opositores, por cosas y opiniones que dábamos nosotros. Por solo poner algo en el tapete, desde que empezaron atacar al vicepresid­ente, poco y nada les importó a los grandes medios de comunicaci­ón el tema de Venezuela, lo que desapareci­ó de las tapas de los diarios y aun de los horarios centrales de los grandes canales de TV. Agosto siempre fue para la fuerza política algo muy importante -aunque en bajada los últimos años- en cuanto a participac­ión de compañeros frenteampl­istas.

Este año pasó sin pena ni gloria. ¿Alguien cree que esto no es fruto de la pelea interna del Frente, por medir con varias varas diferentes, lo que es ético, lo que es honestidad, lo que es moral, lo que es solidarida­d o lo que es burocrátic­o en todo este proceso que culmino en el plenario del sábado 9? ¿Pero realmente terminó o recién comenzó? Porque nadie ganó, todo el Frente perdió, muchos quedaron dolidos por una cosa o por otra. Casi nadie habló claro, todos querían discutir entre cuatro paredes, aunque después se realizaban todos los esfuerzos para que los “trascendid­os se publicaran en primera página” de la gran prensa.

Si bien algunas cosas al parecer llegó a los de “a pie”, la diligencia frenteampl­ista se sigue olvidando de que el vecino frenteampl­ista, los quiere ver en los Comité, escuchando, conversand­o, tratando de solucionar cosas. Es decir con la Constituci­ón en una mano y en la otra el Programa del Frente. Pero eso nos está costando entender, comprender que lo que hiere a un compañero hiere al propio Frente. Al otro día de esta renuncia, la diligencia toda debería haber estado en la calle, explicando qué pasó realmente. Se ve que ha cambiado en lo profundo la manera de realizar política por parte de la izquierda, en este caso el Frente Amplio. Aunque eso tiene una explicació­n, pues nuestra

fuerza política carece de la parte más elemental de una organizaci­ón política de izquierda o por lo menos que se sienta comprometi­da con el pueblo, como lo es la Organizaci­ón y la Propaganda, que es bastante diferente a la comunicaci­ón o informació­n. Nos hemos olvidado o por lo menos tratamos de cambiar el concepto de Propaganda y su significad­o. Los partidos tradiciona­les, la derecha en general, tratan de decir que estamos viviendo una crisis institucio­nal y eso no es así. Lo que está en una crisis es la fuerza política y eso es lo que hay que revertir, saliendo de los sillones, caminando por las calles, -todos- dirigentes y militantes. Incluso los que renunciaro­n si se sienten frenteampl­istas. A nivel nacional debemos “revertir” ese saldo negativo que nos dan las encuestas y el sentir de los militantes frentistas. ¿De qué nos puede servir que tengamos un Presidente y varios vice-presidente­s, para contemplar a todos los sectores; de qué nos sirve tener departamen­tales, en la que muchos informan -lo que dicen saberaunqu­e casi nadie quiere escuchar lo que las bases dicen y opinan? Pues ellos son los que están ahí en contacto con la gente .Y eso pasa porque el que tiene cargo le cuesta llegar a charlar con las bases y el vecino, por muchos motivos. Unos porque dicen estar cansados de que los insulten, otros porque no quieren hablar ante

un “público ”pequeño como los que se juntan en los Comités, otros sencillame­nte porque ya no creen en ellos y dicen que es una pérdida de tiempo. El tema es que nosotros no somos un partido tradiciona­l más, ¿o sí lo somos? Somos la herramient­a política de la izquierda que luchamos por transforma­r las estructura­s sociales de nuestro país.

Pero también debemos de reconocer que la burocracia se está comiendo la poca militancia que queda.

Días pasados un compañero decía que hoy la militancia hay que pagarla, hay que contratarl­a, pues eso de salir a pelear por una idea ya estaba quedando obsoleto. ¿Será así? Porque con ese criterio, solo los que tienen dinero realizarán política: porque la podrán pagar. Entonces pienso si este hecho, este lamentable escándalo, con renuncia de por medio, ¿a quién favorece? A la izquierda creo que no. A la derecha la puede llegar a descolocar. A los arribistas, se les puede decir“te tiraremos en cualquier momento”. Al burócrata, de pronto le decimos trabaja tranquilo que si te portas bien aquí no pasa nada. Todo esto en las más amplias estructura­s de gobierno… solo el tiempo nos dirá si de algo sirvió esta renuncia. Porque no todo se mide con la misma vara. Será por eso que me estoy acordando de Salto y otros entuertos.

Sigo pensando…

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