Para Drexler “la canción tiene una capacidad de consuelo única”
Desde Madrid da detalles sobre su vida actual y sus proyectos.
Amitad de la charla, Jorge Drexler se da cuenta de que había un título alternativo para su nuevo álbum. “Fíjate, el verbo paladear. Ese podría haber sido un nombre del disco sino fuera tan cursi y poco poético”, reconoce el músico uruguayo, al que se le escapa una sonrisa sentado en el despacho de su local de ensayo en el barrio de Chueca de Madrid. En una entrevisa con el diario El País de España, Drexler asegura que “paladear es muy importante”. “Es detenerse. Estamos acostumbrados a tragar. Tenemos más libros de los que podemos leer, tenemos más series y películas de las que nunca podremos ver y más comida de la que necesitamos”, explica.
El álbum, Salvavidas de hielo, que se publica hoy es un trabajo minimalista, centrado en la guitarra, incluso cuando se utilizan sutiles toques de electrónica, como ya hizo en su anterior obra, Bailando en la cueva. “El sonido del disco es como madera. De hecho, es el disco más cantautor que he hecho”, sostiene Drexler. Al oyente se le invita a detenerse ya no solo en un sonido de folk fino, con colores de cumbia o tropicalismo, sino también en un modo de ver el mundo.“Intento huir del espíritu de la época del todo ya. La gente quiere todo inmediatamente. La biblioteca universal o el archivo de la humanidad entran en tu bolsillo. Imagínate qué locura”, reflexiona el compositor, quien reconoce que crea los discos “sin pensar mucho”.“Uno lo hace como cuando está concentrado bailando”, dice.
El título oficial del álbum, en el que cantan las mexicanas Julieta Venegas, Natalia Lafourcade y la chilena Mon Laferte, juega con dos imágenes: el salvavidas y el hielo. “Agua flotando sobre agua. Me gusta pensar en una idea poética de algo que te mantiene a flote pero que a su vez trae el carácter de lo efímero”, señala Drexler.
“Como la contradicción interna que existe en el libro de La balsa de piedra de José Saramago”, añade. A partir de esta contradicción, como la existencia misma, se despliegan canciones que conforman un manual de celebración de los detalles de la vida. “Intento encontrar un cosmos en lo cotidiano”, apunta su autor, que también cita para explicarse al filósofo español Antonio Escohotado: “La realidad es infinitamente densa y, cuanto más te acercas a ella, más detalles tiene”.
Basta un vistazo a su estudio de altos techos, presidido por una enorme mesa de madera, para ilustrar al propio Drexler de las canciones. Las fundas de las guitarras descansan en estanterías llenas de libros y vinilos. Biografías de los Beatles conviven con las de João Gilberto como discos de R.E.M. lo hacen con Miles Davis. Y, en una esquina, sin apenas llamar la atención, una vitrina vieja en la que se guardan algunos de los premios más importantes que le han dado sus canciones: un Oscar, un Goya, un par de Grammy y un puñado más de otras academias e instituciones. “La vitrina se puede abrir. A mis hijos les gusta tomarlos”dice con aire despreocupado este padre de tres hijos, el mayor de ellos fruto de su relación con la cantante Ana Laan y los otros dos con su actual pareja, la actriz Leonor Watling.
Conviene recordar que este artesano de la canción, que aprovecha para mostrar su guitarra Gibson Chet Atkins de color rojo que compró en Nueva York, tomó el camino contrario al que la industria esperaba de él tras ganar un Oscar. Le pedían ir a Los Ángeles y hace el crossover latino con grandes productores y buscando un público masivo, al estilo de las superestrellas, pero publicó 12 segundos de oscuridad, tal vez el más sombrío de su carrera. “Me divorcié y quería hacer eso y además con dos productores uruguayos desconocidos”, recuerda, y cita a Italo Calvino: “La fama es como la Gorgona: el que la mira de frente se transforma en piedra”.
Superados los 50 años, Drexler saca este disco en un momento en el que ya dejó atrás el éxito cegador, al que nunca intentó atender, y busca, como apela en su nuevo disco, simplemente a paladear más el día a día. “He ido con mucha prisa, gula y voracidad. He estado cruzando más de 20 veces al año el Atlántico. Me agotó físicamente y mentalmente. Ahora quiero disfrutar de las opciones que me da la vida: me gusta Chueca, Madrid, estar con mis hijos. Quiero aprender a estar sin hacer nada, tocar con calma la guitarra…”.
“El sonido del disco es como madera. De hecho, es el disco más cantautor que he hecho”. Jorge Drexler